jueves, 1 de abril de 2021

EL PRIMER DUELO

EL PRIMER DUELO

El Primer Duelo, obra de William-Adolphe Bouguereau, un óleo sobre tela de 203 por 252 centímetros realizado en 1888, que se encuentra en el Museo Nacional de Buenos Aires, nos refleja el despertar de la tristeza.





Es realmente un cuadro que es imposible admirar, sin sentir el profundo impacto emocional del sentimiento de la desolación y la tristeza, en la observancia del lamento y el desconsuelo ante la muerte del hijo. El drama que describe el Génesis, se adosa a la Humanidad desde que el hombre es hombre, y mata y asesina a veces por el placer de hacerlo, y a veces, como ocurre en este caso, por la irreprimible y violenta ira de los celos.

Las luces y las sombras que llenan la pintura, casi se mezclan con el devastador descubrimiento de la frivolidad de la criatura humana, que ha aprendido a no soportar la admiración por la entrega sin límite de lo mejor que puede dar un hermano, un amigo, un coexistente de esa especie que crea y destruye a la vez la naturaleza de la que se alimenta, el amor, un amor ya olvidado desde los primeros tiempos de la creación.

Al atardecer, el cuerpo de Abel, yace inerte en el regazo de Adán. Pálido, pero irradiando la belleza enaltecida por esa misma lívida palidez alba de la muerte, da cara a un cielo gris, poblado de densas nubes en la que se entremezclan al fondo de la imagen los humos de la hoguera en el altar de la ofrenda elevada por Abel en honor de Dios, ese mismo Dios que desterró a su fratricida hermano. El contorno claro rosáceo de Eva, casi de marfil, contrasta con la cobriza piel de Adán, cobijando con su brazo diestro a Eva, mientras que con el izquierdo se aferra, casi que aprisiona su propio corazón, en la más trágica impresión que descubre por primera vez el verdadero sentimiento de la aflicción y el sufrimiento.

La conmiseración y el desconsuelo de Eva, postrada de rodillas, le hacen rememorar a Adán aquel pecado original que los condenó para siempre a conocer el sabor de la angustia que carga la muerte. No hay dolor más intenso, se trasluce en el pensamiento de Adán ante los lamentos y el llanto de Eva, que oculta su rostro como queriendo esconder la cruda realidad de ver a un hijo muerto, en manos de otro. La mirada perdida de Adán, rememora que de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dios dijo entonces a Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada, y le dio primero estos dos hijos, el innombrable, y el yaciente, y su recuerdo se amarga en aquella primera mujer que Dios creó con Adán, Lilith, pues a Eva la creo de su costilla. Lilith, que abandonó el paraíso para convertirse en un demonio, quizás, fue la que tentó a Caín, en venganza de su antiguo compañero.


El bello cuerpo de Abel, del que parece emanar un brillo propio y principal, esconde cualquier signo de la violencia de su muerte, excepto un pequeño charco de sangre derramada en el suelo. Los tonos ocre de tierra y gris del entorno dramatizan la escena con más crudeza si cabe, un paisaje en el que no aparece el drama del arma asesina, una quijada. La representación del conjunto obliga de nuevo a fijar la mirada en el plano horizontal del cuerpo de Abel, dentro de un paisaje desolador y triste, un cuerpo que, a no ser porque mantiene los ojos abiertos, parece profundamente dormido en el sueño eterno de los justos, en un escenario en el que la línea lúcida del horizonte al fondo, en perspectiva, casi marca la separación entre el bello cuerpo de Abel, y sus padres, pero al mismo tiempo, también marca la unión en la manera más armónica que la belleza de la imagen permite, representando un drama tranquilo, y lleno de silencios.


Más allá de esa línea del horizonte, la imaginación nos permite ver a Caín, condenado a vagar por la tierra, apartado de su origen, para buscar el asiento en la ciudad de Enoc, a la que pondrá el nombre de su primogénito, y donde llevará para siempre la carga de la conciencia como marca de su maldición. Las lágrimas de Eva, riegan un suelo del que ya jamás, volverá a brotar el fruto. El borrascoso cielo es el anuncio del aciago desenlace, que condena para siempre al más horrible de los pecados de la Humanidad.


Aingeru Daóiz Velarde.-

lunes, 29 de marzo de 2021

LA BATALLA DE VILLARREAL DE ÁLAVA. LA HISTORIA MÁS OCULTADA POR EL NACIONALISMO VASCO.

 

LA BATALLA DE VILLARREAL DE ÁLAVA. LA HISTORIA MÁS OCULTADA POR EL NACIONALISMO VASCO.



En diciembre de 1936, 9000 “gudaris” fueron incapaces de derrotar a 600 soldados nacionales y requetés en Villarreal de Álava, sufriendo además enormes bajas(casi 700 muertos).En el verano de ese año, el gobierno de la República había concedido el Estatuto vasco, nombrando “lehendakari” al dirigente del PNV José Antonio Aguirre cuyo territorio se reducía a Vizcaya, después de que Álava y, por supuesto, Navarra, se hubiesen unido al Alzamiento y Guipúzcoa fuera conquistada por las Brigadas de Requetés carlistas navarros en el mes de agosto.




Ante la pasividad del gobierno central republicano de Largo Caballero, Aguirre organizó el “Ejército de Euskadi”. Los llamados “gudaris”, poniendo a sus órdenes a los oficiales del ejército republicano y formando casi 40 batallones con militantes de partidos nacionalistas vascos y también de los partidos del Frente Popular. Este ejército estaba en teoría coordinado con el ejército republicano del Norte pero en la práctica Aguirre lo dirigía a su gusto ayudado por 3 oficiales de su confianza, los capitanes Ciutat, Montaud y Arambarri.

A finales de año Aguirre y sus ayudantes organizaron una gran ofensiva de su flamante “Ejército”, convencidos de que obtendrían un enorme éxito. 29 batallones de gudaris con 18.000 hombres en total se lanzarían contra la casi desguarnecida por los nacionales, provincia de Álava y tras conquistarla irrumpirían en la provincia de Burgos. Si hubiera tenido éxito el daño sufrido por los nacionales en su dispositivo militar hubiera podido ser enorme.


A las 7 de la mañana, apoyados por la artillería, los batallones vascos comenzaron el avance y los 2.900 soldados nacionales que cubrían la línea entre Uzkiano y Arlaban en pequeños destacamentos fueron sorprendidos por el empuje de más de 15.000 milicianos y gudaris, que consiguieron romper el frente entre Murua y Nafarrate, y unos 9.000 hombres del Ejército vasco siguieron hacia adelante, pero quedaron estancados frente a Villarreal. De mientras, la columna Ibarrola conseguía hacerse con el control de la carretera Vitoria-Arrasate en las cercanías de Leintz-Gatzaga, pero no pudo tomar Isuskitza y Arlaban.


El punto de penetración clave era la localidad de de Villarreal de Álava (Legutiano en vascuence), que guarnecida únicamente por 639 soldados era el único obstáculo para alcanzar Vitoria. 9000 gudaris con blindados y artillería atacarían Villarreal.


El 30 de Noviembre comenzó la ofensiva, conquistando algunos pueblos. El día 1 de Diciembre los gudaris atacaron Villarreal pero sus defensores, 639 soldados de los batallones de Flandes, San Marcial y Requetés alaveses mandados por el teniente coronel D. Ricardo Iglesias, presentaron una resistencia feroz. El Teniente Coronel Iglesias animaba a sus hombres diciéndoles “La situación es muy difícil pero hay que luchar hasta el final. Confianza en Dios y resistir hasta morir, salvando a España”. Villarreal fue atacada con todo los medios disponibles, incluyendo blindados y aviación, pero su guarnición consiguió rechazar todos los ataques.




Los militares de Vitoria, al mando del general Solchaga, se hicieron cargo de la gravedad de la situación, pero apenas pudieron enviar refuerzos y se centraron en planificar el socorro de Murua y Villarreal, que contra todo pronóstico consiguió sostenerse a lo largo de toda la jornada, y eso que había sido catalogada de indefendible desde el primer momento al estar ocupadas por el Ejército Vasco todas las alturas que circundan la villa salvo el pinar de Txabolapea. La toma de Txabolapea al día siguiente pareció sentenciar a la guarnición de Villarreal, que recibió el permiso de abandonar la posición, pero su jefe, el teniente coronel Iglesias, decidió aguantar con la intención de retrasar la caída de Vitoria y permitir la llegada de refuerzos de Logroño y Burgos, algo que Mola no autorizaría hasta días más tarde.





La ofensiva estaba estancada y, a pesar de que el propio lendakari Aguirre decidiría supervisar las operaciones personalmente, el plan volvió a sufrir otro revés el día 2 cuando los de Alonso Vega desalojaron a las tropas vascas de Txabolapea, aliviando la precaria situación de los defensores de Villarreal. Los combates por la posesión del pinar, en los que se llegó al cuerpo a cuerpo, fueron los más dramáticos de la ofensiva y ambos bandos sufrieron numerosas pérdidas. Más al Este tampoco se consolidaba el terreno ganado, pues no se consiguió tomar ni Murua ni Cestafe, al igual que Arlaban, donde también fueron rechazados.


Los días 3 y 4 de diciembre la guarnición de Villarreal, a pesar haber sufrido continuos bombardeos artilleros y de aviación, rechazó todos los asaltos, que perseveraban una y otra vez en los mismos errores al no desplegarse correctamente sobre el terreno, lanzándose al asalto en masa sin ninguna coordinación, siendo presa fácil del fuego de ametralladora; pero así y todo, las tropas vascas consiguieron llegar en varias ocasiones hasta los parapetos, aunque en el último momento no supieron explotar su superioridad para llegar al casco urbano, donde requetés y soldados estaban literalmente enterrados entre escombros, sin posibilidad de evacuar las bajas y prácticamente sin alimentos ni municiones. Ante la dura resistencia y las grandes bajas, la moral de los gudaris se vino abajo a pesar de que su superioridad numérica era abrumadora. La enérgica defensa dio tiempo al general Mola a organizar una columna de socorro al mando del coronel Camilo Alonso Vega que liberó el pueblo ese mismo día 3, retirándose los gudaris, aunque aún hubo combates menos intensos hasta el día 24.


Ante la gravedad de la situación, el Estado Mayor vasco decidió activar la columna de Amurrio el 5 de diciembre, pero su ataque fue rechazado tras cinco días de combates. Ello ocasionó que la columna de Alonso Vega, reforzada con unidades llegadas de Logroño, Burgos y Zaragoza, pasase a la ofensiva en Nafarrate a fin de empujar a los republicanos hacia sus puntos de partida, pero fracasó en todos los intentos y hubo de retirarse a Vitoria con grandes pérdidas, no pudiéndose reorganizar hasta el día 8 en que, finalmente, consiguió tomar Nafarrate. Entre los días 9 y 11 las operaciones se detuvieron por el mal tiempo, aunque la causa principal fue la falta de reservas para seguir combatiendo tras el desgaste sufrido por ambos bandos.





A pesar de que la ofensiva vasca se dio por perdida sobre el día 5, o incluso antes, se ordenaron nuevos ataques sobre Villarreal los días 12, 18 y 21 de diciembre, siendo todos ellos rechazados. Debido al estado que presentaba la población tras los continuos bombardeos, algunos periódicos empezaron a llamarla "Villarruinas". Finalmente, el 23 de diciembre los "nacionales" recuperaron la localidad de Elosu y ya se puede dar por concluida la batalla.


Las bajas de los gudaris fueron enormes, según sus propios documentos, alrededor de un millar de muertos y casi 4.000 heridos. Las bajas de los nacionales fueron mucho menores, solo 31 muertos y 224 heridos en el mismo lugar de Villarreal.


Esta es la historia que más oculta el nacionalismo vasco. Esta derrota vergonzosa y casi catastrófica si fuera más conocida podría hundir el mito de los gudaris y del “lehendakari” Aguirre.


El desastroso balance, al tiempo que debilitaba a las tropas atacantes, supuso un duro golpe en la moral del Eusko Gudarostea y un afianzamiento de la posición sublevada que con la incorporación de nuevos voluntarios igualara la capacidad militar del bando republicano. Las tropas defensoras había mostrado no solo una gran valentía individual, también una buena capacidad organizativa y previsión de las distintas estrategias tomando posiciones elevadas y manteniendo su apoyo y comunicación haciendo frente a todo un ejército, en lo que sería la única y fallida operación del Ejército de Euzkadi.


Fuentes:


 Nueve meses de guerra en el norte. Monografías de la guerra de España José Manuel Martínez Bande.



La batalla de Villarreal de Álava. Josu Aguirregabiria Parras

Rafael María Molina Sánchez. Historiador



Somatemps.me



LA BATALLA DE VILLARREAL. JOSU MIRENA AGIRREGABIRIA.. diario DEIA.












domingo, 21 de febrero de 2021

PIGMALIÓN Y GALATEA

 

PIGMALIÓN Y GALATEA

En su obra ‘Metamorfosis’, en su libro X,  Ovidio recrea el mito de Pigmalión y Galatea. Esta leyenda habla de un Rey de Chipre, que además de sabio y bondadoso, era un apasionado escultor que buscó durante años una mujer para contraer matrimonio, con una única condición: debía ser la mujer perfecta. Gastaba gran parte de su tiempo en crear hermosas esculturas y a menudo se quedaba hasta tarde trabajando en ellas, lo cual inquietaba a sus súbditos quienes veían como a menudo su rey gastaba su tiempo libre en sus obra sin encontrar tiempo para buscar esposa y así poder traer descendientes. Al no encontrarla, modeló una estatua   que la recreara y fue tan bella que se enamoró perdidamente de ella. Tal era su anhelo hacia la estatua que rogó a los dioses para que la escultura cobrara vida y poder amarla como a una mujer real. Afrodita, al ver la profundidad de su deseo, decidió complacer al escultor y darle vida, convirtiéndose en su amante y compañera.




La historia, sigue de ésta manera...Durante mucho tiempo Pigmalión, el Rey de Chipre, había buscado una esposa cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas.

El rey osó enfrentarse al amor al asegurar que no iba a enamorarse de nadie que no fuera perfecto, puesto que no encontraba en ninguna de ellas lo que buscaba, y vivió en soledad durante mucho tiempo. Cansado de la situación en la que estaba, empezó a esculpir una estatua de mujer con rasgos perfectos y hermosos, a la que a menudo hablaba desde los cimientos de su creación, para infundirle el alma que buscaba. Así, realizó la estatua de una joven,  tan perfecta y tan hermosa que se enamoró de ella perdidamente. Soñó que la estatua cobraba vida. El rey se sentía atraído por su propia obra, y no podía dejar de pensar en su amada de marmol piedra, de forma que la trataba con mucho amor y cariño, como si fuese un ser vivo, hablaba con ella todas las noches, la besaba y abrazaba, con mucha atención y mimos cuidaba de su bella creación. La vestía y la desnudaba, la palpaba con sus manos con suavidad de caricia, la imaginaba tierna y delicada, amable y cariñosa,  pero el mármol helado sólo le hacía aumentar más y más el deseo, junto a la  ingrata desesperación, por haberse enamorado  Se había enamorado irremediablemente de aquella estatua, a la que jamás podría sacar el calor de la pasión, y traspasar el umbral del amor en aquel  cuerpo inerte y frío.



En Amatonte, ciudad en la que vivía Pigmalión, en una de las grandes celebraciones en honor a la diosa Afrodita que se celebraba en la isla, Pigmalión suplicó a la diosa que diera vida a su amada estatua. La diosa, que estaba dispuesta a atenderlo, elevó la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros altares. Pigmalión no entendió la señal y se fue a su casa muy decepcionado. Al regresar a casa, con pasos pesados se adentró en el alboroto de piezas engendradas de la imaginación,  que permanecían en resguardo hasta encontrar una galería más decente que decorar. Su obra maestra estaba en el centro del estudio, soberbia y magnífica, Pigmalión no encontraba falla alguna en la mujer que había raspado de las entrañas de la piedra, y la contempló durante horas...era su amor imposible, su amor platónico diría, su deseo más allá de la vida y la muerte, una escultura de la diosa Afrodita, a la que llamó Galatea. En un arrebato de éxtasis por la perfección de la figura, el escultor se lanzó a besarla. En ese instante, sintió los labios de piedra humedecerse, y el peso del material poco a poco se hizo de carne, enamorándose perdidamente de su creador. Afrodita terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad.





Hay que aclarar un concepto, y es que el relato de Ovidio, refiere a la Diosa Venus, pero la razón es que Ovidio era un poeta romano, y Venus es la diosa del amor en Roma, pero resulta que en Chipre, a quien se venera como Diosa del amor venida de la mitología griega, es Afrodita.


El Efecto Pigmalión es el proceso mediante el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otra afectan de tal manera a su conducta que esta última tiende a confirmarlas, es decir, según un estudio de Rosenthal y Jacobson en 1968, llamado Efecto Pigmalión, si tratas a una persona no como lo que es, sino como lo que podría llegar a ser, probablemente esa persona mejorará más favorecido por ese efecto.




Por otro lado, de este mito también surge el Efecto Galatea el cual plantea que cuanto más convencidos estemos de nuestra capacidad para alcanzar una meta, más probable será que la logremos. Lo interesante de esta conducta es que opera a nivel interno y externo: es decir, que se proyecta a otros. Si estamos convencidos de que somos capaces, es más probable que alimentemos esa actitud en los demás y viceversa.


La ciencia actual (ciencia cuántica) sugiere la existencia de muchos futuros posibles para cada momento de nuestra vida. Cada futuro se encuentra en un estado latente hasta que lo despertamos gracias a las elecciones que realizamos en el presente.

Con todo lo visto podemos decir que cuantas más personas pongan su atención en una realidad concreta más posibilidades de que se materialice existen. Si creemos firmemente que algo ocurrirá, hay muchas posibilidades de que ocurra.

El efecto Pigmalión y el efecto Galatea nos pueden apoderar o nos pueden limitar, según sea la creencia en la que se basen. Así, estos efectos se consideran positivos cuando la creencia nos motiva y apodera para alcanzar nuestras metas. Estos mismos efectos se consideran negativos, cuando nos limitan y nos alejan de nuestros objetivos.




Pigmalión y Galatea, es más que una historia de amor, es sin duda, la culminación de un deseo, de una caricia del destino, que surge desde el más allá de los sueños, esperando que se haga realidad con el poder de las palabras dichas al mismo tiempo que late el corazón en deseo febril, en un estado de perfecta sincronía entre la avidez y la realidad, más allá de una cuarta dimensión que no logramos entender allende la fantasía de jugar a imaginar. La profecía, se encuentra en ese rincón apartado entre el espacio tiempo, donde la diferencia de edad no importa, ni la del tiempo nacido altera el sentido del sentimiento, donde no se permite ser una poesía no escrita ni recitada, ni una escultura sin terminar, una sinfonía inacabada, ni un óleo inconcluso, o una frase de un te amo sin sentimiento, o lo que es peor, una sonrisa que se pierde para siempre en el anhelo de la imaginación, en un abrazo en la distancia de un secreto, cuyo camino concluye tras el trayecto de los pasos de la sinrazón, o un te quiero en los labios sin pronunciar, en una frase escrita con el calor de una lágrima, cuya tinta indeleble es imposible de olvidar. De la magia de dos manos, un martillo y un cincel, despierta de  la  blanca piedra una mujer dormida en el lecho de la fantasía y la intensidad de la obsesión, pues, habiendo nacido rey, nada le quedaba por alcanzar si no el más puro de los sentimientos provenientes de su propia creación, o lo que es más, de su misma conciencia, pues nadie había a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Aingeru Daóiz Velarde.-










domingo, 24 de enero de 2021

SALVADOR DALÍ, LA MUERTE VOLUPTUOSA, Y UN MISTERIOSO FINAL.

 SALVADOR DALÍ, LA MUERTE VOLUPTUOSA, Y UN MISTERIOSO FINAL. 


La genialidad extravagante y por momentos tortuosa de Dalí se hizo patente en In Voluptas Mors, una escultura viviente en la que el genio surrealista hizo una especie de conjunción, uniendo la muerte con la vida, en incluso una cópula entre el cuerpo y el espíritu. Su personalidad, era de un carácter egocéntrico, narcisista y extravagante, con una vida fuertemente marcada por la existencia de un Salvador Dalí anterior a él, su hermano, Salvador Gallo Anselmo Dalí, fallecido a los 2 años por meningitis, lo que le generó una inestabilidad emocional, sobre todo al tener que llevar de pequeño flores a una tumba con su nombre. Nació doble, con un hermano de más, al que tuvo que matar para ocupar su propio lugar, y su propio derecho a la muerte, pero también obsesionado con la sexualidad. su padre fue quien le generó miedo y rechazo a tener relaciones con mujeres, buscando prevenirlos de los peligros que implican las relaciones sexuales, y al poco de morir su madre, su padre se casó con la hermana, su tía, lo que supondría la clausura de su infancia y primera adolescencia, para convertirse en un hombre en el que el mito y la realidad se entremezclan hasta confundirse. Obsesionado con el sexo, por el que nunca perdió el interés, su inclinación por el mismo fue casi enfermiza, vivía inundado de fantasías sexuales infantiles ya que el curso por las etapas del desarrollo psicosexual sufrieron grandes perturbaciones. 





Onanista de toda la vida, es decir, que practicaba a menudo la masturbación, tímido e inhibido para la relación heterosexual plena, solo se complacía con la observación de lo erótico sin embargo su genialidad y arte le permitieron sublimar su frustración, trasladando al lienzo todo su drama interior. En un cuadro que se exponía en París, el joven Dalí había escrito que escupía sobre un retrato de su madre para entretenerse. Su padre, enfadado, le pidió públicamente que se disculpara, a lo que el pintor se negó. Su progenitor le desheredó, y él respondió con un preservativo usado acompañado de una nota en la que decía: “Ya no te debo nada”.

La pieza, titulada literalmente Muerte voluptuosa, fue creada con siete modelos femeninas que fueron expertamente guiadas para alcanzar en conjunto la silueta de un cráneo; la cabeza de un muerto, en la que sin embargo, se aprecia un delicado placer. Líneas frías y blancas horadadas por la negra oscuridad de los orificios de la cara y a un lado Dalí, el hechicero y dandi, el mago de la muerte, el observador del sexo, cuyo enigma del deseo, según él, era su madre, como un juego lúgubre que rechazaba lo convencional y lo establecido.
 

Dalí trabajó con el fotógrafo Philippe Halsman para crear estas imágenes de una pintura viviente. Para llegar a la definición del cráneo se necesitaron unas 3 horas de arreglo posicional siguiendo un dibujo de Dalí. No obstante, lo fascinante de esto es que parece ser una nueva versión de una visión previa. En su juventud Dalí frecuentó mucho los burdeles y aprendió mucho de su convivencia con prostitutas y matronas, compartiendo jovialmente con ellas. En una ocasión, Dalí tuvo un sueño enigmático de una forma geométrica; en su locuacidad, para poder asir esta figura, la dibujó, pero haciendo una torre humana de prostitutas con las que trazó el enigmático símbolo.





Lo que al principio puede parecer un mero ejemplo de memento mori, que en latín nos recuerda que tenemos que morir, es en realidad una fusión más compleja o interacción entre las nociones de sexo, amor y muerte.


La representación se basa en la tradición simbólica del vanitas que en latín significa que literalmente vacío de sustancia, un estilo artístico que sirvió como un recordatorio de la fugacidad de la vida, la insignificancia del placer, y la certeza o la inevitabilidad de la muerte. 

Lo que es inusual aquí, es la incorporación del voluptas o voluptuosidad, expresada a través de los desnudos femeninos, ya que "voluptas" es un personaje de la mitología griega, hija de Eros y Psique, y la diosa de la "voluptuosidad", dentro de la estructura física constitutiva del símbolo del vanitas en sí mismo, el cráneo humano, símbolo final de la vanidad del hombre. 

La imagen presenta una fusión del eros, amor erótico o sexual, según se mire, y el thanatos, la muerte, en un solo objeto que, literalmente, representa el encuentro del amor en la reencarnación después de la voluptuosidad de la muerte. 




Ahora, viene la sorpresa final, que muchos o casi nadie conoce…¿Se acuerdan del cartel promocional de la película EL SILENCIO DE LOS CORDEROS? Sobre los labios de la actriz Jodie Foster había una mariposa, la cual tenía una curiosidad, porque resulta que no es una MARIPOSA común, ya que en efecto, la calavera que figura en el lomo de estas polillas ha sido sustituida en la imagen por unos cuerpos desnudos femeninos que conforman un cráneo que acabamos de conocer… Se trata de 'In voluptas Mors', la misma fotografía concebida por Salvador Dalí en 1951 en colaboración con el fotógrafo de Magnum Philippe Halsman.



Esta mariposa nocturna es un insecto de por sí simbólico, llamado también esfinge de la calavera. En El Silencio de los Corderos, Clarice y Hannibal son los protagonistas principales que mueven los hilos de una trama llena de enigmas y de secretos, donde aparece Clarice como la poseedora de las virtudes del ser humano, y Hannibal Lecter como una especie de Caronte, guardián del infierno, que guarda secretos oscuros. A esto hay que conectar el significado de la mariposa de la especie de las Acherontia atropos, es decir Aqueronte, el río que separaba el mundo de los vivos del mundo de los muertos. La historia del doctor Hannibal Lecter se contó antes en una novela de 1988 con el mismo título, del escritor Thomas Harris. En una visión particular y diferente, posiblemente Hannibal Lecter pueda representar mejor el papel del Ángel caído, o el Ángel de la Justicia, el desheredado de Dios por actuar sin su consentimiento, y que en realidad desea mostrarnos otra actitud del alma. La verdadera justicia consiste en dar a cada uno lo suyo y en hacer justicia a todos y cada uno de los seres humanos.



Durante una investigación, Clarice Sterling, la detective, quiere obtener información del Dr. Hannibal Lecter sobre un asesino en serie que anda suelto. Pero el doctor Lecter solamente va a dársela si ella le cuenta a cambio algo personal. Ella le acaba relatando que soñaba con el sonido de los corderos chillando al ser sacrificados, debido a un episodio de su infancia. Cuando hay silencio, es porque han muerto. Si han visto la película y la escena de la jaula del final, entonces saben a qué se refiere Lecter cuando le pregunta a Clarice si los corderos han dejado de chillar.




El sexo, la ofuscación y la muerte, historias y una misma consecuencia, el erotismo de una imagen como una fiera que despedaza el alma de su presa, la sosegada comparación de un mar en calma que de pronto, enfurecido por las promesas incumplidas, se levanta encolerizado y hace naufragar en las tinieblas de su profundidad al amor, que yace dormido en los brazos de la muerte, y una barca de Caronte que lleva a bordo el precio de los que han amado a su destino final, el Hades, el inframundo, la oscuridad del silencio, navega a golpe de remo de aquel que había nacido en un tiempo tan antiguo, que no existe memoria posible para recordarlo. A la vez, la neblina se emulsiona con el vuelo entre las brumas de la mariposa de la esfinge de la muerte, aquella que disfruta asaltando los panales de la miel antes que buscar el néctar de las flores del amor. Mientras, Átropos, una de las personificaciones del destino, corta el hilo de la vida en los labios de la inocencia, al tiempo que su hermana Estigia, decide la longitud de la misma sin tener en cuenta la razón y el sentimiento de la simple ternura. 



Las lágrima de Eros arden en un mundo cercado por la animalidad, donde la intensidad del apetito encuentra la imagen de su irracional libertad, en el que la violencia humana ya no puede volverse hacia atrás en un arrebato de la inconsciencia. El camino de la transgresión entre lo permitido y lo prohibido se confunde arrebatando la razón del amor, y culpando al erotismo del caos, y la génesis del sin sentido. Psique, la mariposa del soplo, del aliento, del ánima, exhala un último suspiro desesperado, tras atravesar una fase de aparente inmovilidad cercana a la muerte, y renace casi mágicamente bajo la forma de insecto alado con dotes de bailarina, de una belleza extraordinaria levantando los celos de Afrodita, y de la Acherontia, la mariposa de la muerte, y es condenada a morir devorada por las fauces del espantoso monstruo del deseo carnal viciado por el desamor, pero ya es tarde, porque el aliento de la pasión de Eros, y la mágica danza de Psique, apagan el fuego libidinoso del vicio, para convertirlo en la sístole y la diástole, los compulsivos movimientos del corazón, y crear en el amor, la ternura galante de la devoción. 



El silencio, no de los muertos, sino de los que van a morir, es la música de fondo del destino de aquel que sin amar, busca el encuentro de eros en el sexo, cuyo sabor, en realidad, amarga el paladar del hado del eterno sentimiento que es capaz de vencer a la agonía del olvido. Una moneda bajo la lengua, es el pago del usufructo de un viaje cuyo confín, separa el mundo de los muertos, del sinsabor de un mal amor, ante la fría mirada impasible del color de un espejo. 

Aingeru Daóiz Velarde.-




















domingo, 17 de enero de 2021

EL LIBRO QUE PREDIJO EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC, Y UNA CONSPIRACIÓN FINAL.

 EL LIBRO QUE PREDIJO EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC, Y UNA CONSPIRACIÓN FINAL. 



El trasatlántico más famoso de todos los tiempos, el Titanic, debe su fama a su tragedia. A la que vivió el 14 de abril de 1912 cerca de las costas de Nueva York. En la catástrofe murieron 1.500 personas por el choque del buque con un iceberg que se encontró en la trayectoria de navegación debido a la falta de medios más avanzados por prever lo que podría encontrarse en la ruta.




Pero esa es la historia oficial que todos conocen. Lo que poca gente sabe es que el hundimiento del Titanic, el barco supuestamente insumergible, se produjo ya en la literatura década y media antes. Fue en un libro de 1898 escrito por Morgan Robertson en el que vaticinaba el hundimiento de un barco de similares características a las del Titanic y que para más señas se llamaba Titan. 


Las coincidencias entre ambos barcos van más allá de su nombre. Los dos parten desde el muelle de Southampton en abril, los dos son calificados de insumergibles y por supuesto ambos chocaron contra un iceberg. La novela en cuestión se llama ‘Futility, or the Wreck of the Titan’. La historia es protagonizada por John Lee Rowland, quien es un exteniente de la Marina Real, alcohólico y ha caído a los niveles más bajos de la sociedad. Despedido de la Marina comienza a trabajar en el Titán. El barco se hunde poco antes de la mitad de la historia. Después del naufragio Rowland salva una niña y salta al iceberg con ella; al final, son rescatados por un buque.





Las similitudes entre uno y otro barco van más allá de lo que pueda imaginarse. Como ya hemos dicho ambos naufragaron en su viaje inaugural; ambos fueron calificados por sus constructores como insumergibles e indestructibles; ambos tenían un tamaño muy parecido: 267 metros el real y 244 metros el imaginario; los dos portaban tres hélices y dos mástiles; en ambos casos también se había utilizado en su construcción un sistema de compartimentos estancos semejante; los dos emprendieron su primer y único viaje en abril; el Titanic tenía 20 botes salvavidas por 24 del Titán y en ambos casos su capacidad apenas servía para acoger a la mitad del pasaje; el primero golpeó con el iceberg cuando viajaba a una velocidad de 23 nudos, mientras que el segundo lo hizo a 25; ambos se hundieron aproximadamente 600 kilómetros al sur de Terranova.


También existían, todo hay que contarlo, algunas diferencias entre las dos tragedias, fundamentalmente tres: el Titanic golpeó el iceberg en perfectas condiciones de navegación, mientras que el Titán lo hizo en condiciones climatológicas adversas; en el primero se salvaron 711 personas y en el segundo apenas 13; el barco real navegaba de Europa a Estados Unidos, mientras que el literario lo hacía en sentido inverso. Son muchas las similitudes que existen entre la novela poco conocida de Morgan Robertson con la tragedia real ocurrida años después, y aunque no se trate más que de una impresionante coincidencia, al final la realidad terminó imponiéndose en el registro histórico y la cultura popular.




Pero no termina aquí la cuestión… Resulta que en 1914, publica una novela que anticipa, de alguna manera, el enfrentamiento posterior entre Estados Unidos y Japón en la Segunda Guerra Mundial, con ataque sorpresa de los japoneses a territorio norteamericano incluido, y final con bomba atómica, al menos para quienes interpretan así cierta explosión descrita por el autor al final del libro… La novela se titula Más allá del espectro, pronóstico de una futura guerra entre Estados Unidos y Japón, incluyendo un ataque furtivo de los japoneses. La historia coincide con el enfrentamiento de USA y Japón en la Segunda Guerra Mundial y el ataque a Pearl Harbor por parte de ese país asiático, hechos ocurridos años después de la publicación del libro.


Morgan Robertson Fue un oficial estadounidense de la marina mercante, además de escritor y posible inventor del periscopio. Las predicciones de Robertson recuerdan mucho a las de las novelas de Julio Verne, asociadas con algunas teorías de la conspiración, tales como que el iceberg aquél fue puesto en el camino del buque a propósito, y que la intención fue, desde el principio, hundirlo para robar el oro que llevaba dentro…


Lo que está claro, es que no hay nada más excitante para las imaginaciones futuras que una gran catástrofe de las dimensiones metafóricas del Titanic, la primera gran catástrofe técnica del s. XX, que, como pudo aventurar Robertson , no sabemos por qué medios, estaba a punto de de adentrarse en una nueva edad oscura, de un siglo lleno de tragedias.


¿Quién sabe si Robertson, como tantos otros visionarios del pasado siglo, no fue víctima también de una conspiración?...La razón es que Morgan Robertson acabó suicidándose en la solitaria habitación de un hotel, concretamente el Alamac en Atlantic City, Nueva Jersey, Estados Unidos. Para conspirar un poco más, diremos que en principio la causa de la muerte se debió a una ingesta de sobredosis de yoruro de mercurio, y más tarde, cosas de la conspiración, su muerte fue determinada por una causa de enfermedad cardiaca. 














jueves, 14 de enero de 2021

EL CONCILIO TEMPLARIO DE CLERMONT

 

EL CONCILIO TEMPLARIO DE CLERMONT. 


Hay momentos en la Historia, que marcan un hito en la misma, más allá de creencias e intereses personales o incluso generales, puesto que se trata de hechos que desembocan en acontecimientos que marcan o definen el rumbo de la propia Historia, y los sucesos que imprimen el carácter de determinados personajes que en esencia, componen la propia Historia. Hablamos, hoy, del Concilio De Clermont, que fue el origen de la Primera Cruzada. 


La alocución realizada en el Concilio de Clermont, el 27 de noviembre de 1095, por el papa Urbano II estaría sin duda entre los acontecimientos más significativos que dejan su imborrable huella en la Historia, parte de la misma como clave, para explicar la Edad Media, y que supuso un acontecimiento significativo no sólo ya para definir el rumbo de Europa, sino también del Próximo Oriente, puesto que aquella arenga, aquel sermón razonado, aquel discurso, aquella predicación, fueron los cimientos que dieron lugar a la Primera Cruzada, como ya hemos dicho, incluso a la génesis de otras muchas historias de hombres y mujeres que sostuvieron unos valores y una forma de vida, marcada con el sacrificio del verdadero espíritu templario. 





Eran los Cruce Signati, aquellos que emprendían estos viajes a medio camino entre la expedición de guerra y el servicio religioso bajo el amparo de la Cruz, eran los cruzados. En el año 1071, cuando la influencia musulmana era cada vez mayor, extendiéndose el Islam en el Medio Oriente y en Jerusalén, el Papa Urbano II reaccionó con furia, ante la noticia de que un ejército cristiano perdió un enfrentamiento contra tropas musulmanas, que pasó a la historia como la Batalla de Manzikert, en el este de Anatolia, hoy Turquía. Sin embargo fueron las noticias provenientes de la Ciudad Santa lo que enfureció al Papa Urbano II. Según los relatos, un grupo de honrados peregrinos cristianos había sido sometido a “insoportables martirios por parte de infieles musulmanes”. En un alegato, quizás algo exagerado pero muy eficaz, las palabras del Santo Padre fueron claras, como veremos después.


Ciertamente, el texto íntegro del discurso no ha llegado hasta nuestros tiempos, con lo cual, también es verdad que no podemos saber la exactitud de sus palabras, pero las fuentes originales del discurso del Papa Urbano II el penúltimo día del citado Concilio de Clermont, nos llegan de parte de el autor anónimo de la Gesta Francorum, Fulco o Fulquerio de Chartres, Roberto el Monje, Baldric de Bourgueil, Guilberto de Nogent, Guillero de Tiro y una carta del propio Urbano II escrita algo después de Clermont, con lo que nos permiten reconstruir lo esencial del discurso, que lo veremos más adelante.


Evidentemente, sin lugar a dudas y alejados de exageraciones literarias, hay que decir que los gobernantes musulmanes cobraban un impuesto de entrada a Jerusalén. Para los peregrinos cristianos, se trataba de una situación insoportable, agravada aún más por la destrucción de santuarios, imágenes religiosas y monumentos en la Ciudad Santa. Solucionar esa situación fue el objetivo de la primera cruzada, en 1096, en la que participaron 300 000 caballeros europeos, que partieron con la esperanza de obtener un botín de recompensa. El Papa Urbano II reforzó la moral de los guerreros cristianos absolviéndolos de todos los pecados cometidos y por cometer sobre la Tierra. Pero ni eso pudo evitar el cuantioso tributo de sangre que tuvieron que pagar los caballeros con la cruz sobre la armadura, incluso antes de su llegada a Jerusalén. Fueron continuamente asaltados por ladrones y bandas locales que los combatieron en su camino.




De las ocho cruzadas contra el Islam mediterráneo, y digo ocho porque la novena cruzada muchos autores la tratan como parte de la octava, ciertamente, la primera fue la única que triunfó. Liberó Jerusalén del dominio musulmán en una expedición de tres años tan épica como llena de terrible violencia. Aproximadamente Cien mil personas se pusieron en camino hacia la Ciudad Santa, pero sólo una de cada diez llegó ante sus muros. Eran los ‘peregrini’ , los peregrinos, o ‘Crucesignati’, llamados así por la cruz cosida en el hombro de la sobreveste, que respondieron al dramático llamamiento formulado por el papa Urbano II. 


No vamos a exponer aquí lo que costó en tiempo y en vidas la toma de Jerusalén, ni la historia o referencia de la gesta de Pedro el Ermitaño, también llamado Pedro de Amiens, un clérigo francés, líder religioso de la llamada Cruzada de los pobres, una peregrinación espontánea y armada que a finales del siglo XI intentó avanzar hacia Tierra Santa en la llamada Cruzada de Los Pobres, que fue anterior a la Primera Cruzada, hasta ser rechazada y que sirvió de preludio a la ya denominada como Primera Cruzada, que realmente consistió en una explosión de fervor que llevó a muchos combatientes hacia el camino a Jerusalén tras la llamada a la Cruzadas del Papa Urbano II en 1095. La expedición, compuesta por 40 000 cruzaron inicialmente y sólo 20 000 en el final terminó con su masacre Civitot el 20 de octubre 1096. También tomó parte Gualterio Sin Haber era el señor de Boissy-sans-Avoir en la isla de Francia. Dirigió a sus tropas hasta llegar a Bizancio, y sus tropas sufrieron una gran masacre al llegar a Anatolia por parte de los turcos. 


El ejército de Gualterio Sin Haber no solo falló por términos logísticos, sino por el desconocimiento de su dirigente, que no supo prever la necesidad de alimentar a su ejército, que recurría al saqueo constantemente. Por otra parte, el ejército de Pedro el Ermitaño alcanzó Constantinopla en agosto, dónde aunaron fuerzas junto con otras bandas de cruzados procedentes de Francia, Alemania e Italia. Hubo otro grupo de cruzados de bohemios y sajones que no lograron superar Hungría y fueron masacrados. 



 El propósito es explicar el umbral de lo que fue esta primera Cruzada, del cómo y cuando se fraguó el argumento de Urbano II que le dio origen, de la tradición histórica que la llevó a cabo, y realmente, de los intereses cruzados que dieron lugar a las otras cruzadas, o incluso a esta misma, hay autores que dicen que no fueron, desde luego, meramente religiosos, sino también económicos, y por ende, políticos, aunque si bien es cierto que las palabras de Urbano II se dirigían al campo estrictamente religioso, y desde luego, sin ninguna duda, generalmente los primeros hermanos templarios  no vivían y luchaban por interés personal, sino por un concepto, el establecimiento de la sociedad cristiana, una civilización dedicada a la gloria de Dios, pero, insisto en que también ese fue el origen de este Concilio de Clermont, y de la Primera Cruzada…Posteriormente, aunque el dogma religioso era el principal, también hay que decir que hubo otros intereses, por otra parte, lógicos, al igual que los tuvo el Islam.


¿Qué razones impulsaron a los cruzados a combatir? Hasta el siglo XIX la respuesta parecía clara: una religiosidad ferviente. Movidos por su fe, los caballeros europeos pretendían recuperar para la cristiandad los lugares en los que vivió Jesús. Los historiadores posteriores, sin embargo, añadieron otro tipo de causas.


El factor económico, consistía en que las repúblicas del norte de Italia participaron en las cruzadas para defender sus intereses mercantiles. Venecia, Pisa y Génova controlaban las rutas comerciales por las que llegaban a Europa los productos de lujo orientales, cada vez más solicitados por una población urbana en auge.

Al servicio de Roma, la Iglesia impulsó las expediciones a Tierra Santa para consolidar su autoridad política sobre los reinos cristianos, amenazada por las rivalidades con el Imperio germánico. Además, los papas querían recuperar el control sobre la Iglesia ortodoxa bizantina, separada del catolicismo romano desde el cisma (por cuestiones de dogma) de 1054.

Los hijos de nobles que no recibían herencia, ya que solo la adquiría el primogénito, razón por la cual se dedicaron a combatir en Tierra Santa. Así, se ganaban la vida y canalizaban su ímpetu guerrero. Las clases humildes también vieron en las cruzadas un medio para mejorar su nivel económico. Preferían probar suerte en tierras lejanas y desconocidas a llevar una vida mísera en los campos de Europa.


Para el espíritu caballeresco de la época, las cruzadas constituían una oportunidad de defender a los cristianos orientales del islam. El entusiasmo colectivo fue tal que los caballeros vendían parte de sus pertenencias para adquirir un equipo militar y costearse la expedición. Me gustaría que, por encima de todo lo dicho anteriormente, resaltar el valor templario y la justicia social de los caballeros. En la siguiente imagen, Urbano II.




Existen, como hemos dicho, seis documentos al respecto, y entre todos, hemos escogido el de Fulquerio de Chartres, quien estuvo presente en el Concilio, y participó en la Cruzada de Esteban de Blois y Roberto de Normandía que viajó por el sur de Francia e Italia en 1096, pasando al Imperio bizantino desde Bari. Llegaron a Constantinopla en 1097, donde se unieron a los demás ejércitos de la Primera Cruzada. Viajó por Asia Menor hasta Marash, poco antes de la llegada del ejército a Antioquía en 1097, donde fue nombrado capellán de Balduino de Boulogne. Siguió a su nuevo señor cuando este se separó del cuerpo principal camino de Edesa, donde Balduino fundó el condado de Edesa. Tras el sitio y toma de Jerusalén en 1099, Fulquerio y Balduino viajaron a la ciudad para cumplir su voto de peregrinación. Cuando Balduino pasó a ser rey de Jerusalén en 1100, Fulquerio se trasladó con él a la capital y siguió siendo su capellán hasta 1115. Después de esta fecha, fue canónigo de la iglesia del Santo Sepulcro y probablemente responsable de las reliquias allí conservadas. Murió posiblemente en la primavera de 1127. Como muy pronto, empezó su crónica a finales del otoño de 1100, pero no más tarde de la primavera de 1101, en una versión que no nos ha llegado, pero que pasó a Europa durante su vida. Esta versión la terminó hacia 1106 y es la fuente de Gilberto de Nogent. Entre sus fuentes se cuentan la Historia Francorum de Raimundo de Aguilers y la Gesta Francorum, para aquellos asuntos de los que no fue testigo presencial. A diferencia de los demás, su obra no termina con la toma de Jerusalén en 1099, sino que se extiende durante los primeros 28 años en los que Tierra Santa estuvo constituida como un Estado Latino, lo cual nos brinda mucha información fidedigna. En la imagen, entrada a Jerusalén.




En su camino a Jerusalén, la resistencia ofrecida a las tropas cruzadas fue muy débil a su paso por la costa del Mediterráneo, realizando pactos de paz puntuales con los gobernadores locales a cambio de suministros varios. Su llegada a Jerusalén se produjo en junio de 1099, y el asedio de esta ciudad provocó un gran número de bajas debido a la falta de comida y agua en los alrededores de Jerusalén. En términos cuantitativos podríamos hablar de unos 12000 hombres, de ellos 1500 dedicados a la caballería.


 El primer asalto resultó ser un auténtico fracaso, debido de nuevo a la falta de abastecimientos, y el único aliciente lo constituyó la fe, cómo se pudo ver cuándo cuando un sacerdote con el nombre de Pedro Desiderio afirmó tener una visión divina en la cual el fantasma de Ademar o Ademar o Ademaro de Monteil, Obispo de Le Puy, y uno de los principales personajes de la Primera Cruzada muerto en 1098, les ordenó ayunar durante tres días y luego marchar en una procesión descalzo alrededor de las murallas de la ciudad, tras lo cual la ciudad caería en nueve días, siguiendo el ejemplo bíblico de Josué en el sitio de Jericó. Finalmente la ciudad caería en manos cristianas el 15 de julio de 1099, gracias a una ayuda inesperada. Las tropas genovesas dirigidas por Guillermo Embriaco, se habían dirigido a Tierra Santa en una expedición privada. Se dirigían en primer lugar a Ascalón, pero un ejército fatimí de Egipto les obligó a marchar tierra adentro hacia Jerusalén, ciudad que se encontraba en ese momento sitiada por los cruzados. Los genoveses habían desmantelado previamente las naves en las cuales habían navegado hasta Tierra Santa, y utilizaron esa madera para construir torres de asedio. Estas torres fueron enviadas hacia las murallas de la ciudad la noche del 14 de julio entre la sorpresa y la preocupación de la guarnición defensora.

 A lo largo de esa misma tarde, la noche y la mañana del día siguiente, los cruzados desencadenaron una terrible matanza de hombres, mujeres y niños, musulmanes, judíos o incluso los escasos cristianos del este que habían permanecido en la ciudad. Dos mil judíos fueron encerrados en la sinagoga principal, a la que se prendió fuego. En la imagen, entrada de las tropas cruzadas después del asedio.




Pero volvamos atrás…Como ya hemos podido saber, en el año de la Encarnación de 1095, se reunió en la Galia un gran concilio en la provincia de Auvernia y en la cuidad llamada Clermont. Fue presidido por el Papa Urbano II, cardenales y obispos; este concilio fue muy célebre por la gran concurrencia de franceses y alemanes, tanto obispos como príncipes. Después de haber regulado los asuntos eclesiásticos, el Papa salió a un lugar espacioso, ya que ningún edificio podía contener a aquellos que venían a escucharle. Las decisiones del Concilio de Clermont fueron la Indulgencia plenaria a aquellas personas que fueran hacia el este para defender a los peregrinos, ya que el Papa agregó prometer la salvación de todos los que muriesen en combate contra los paganos, la mayor parte constituida por los musulmanes. De esta forma pidió a los europeos occidentales, pobres y ricos, que acudiesen en auxilio del cristiano imperio bizantino, pues Deus vult, ‘Dios lo quiere’. La Primera Cruzada Cristiana atiende a dos objetivos: Ayudar a los cristianos ortodoxos orientales La liberación de Jerusalén "Tierra Santa" del yugo Musulmán. En la imagen siguiente, Urbano II dirigiéndose a la multitud en el exterior. 




Las palabras de Urbano II siguieron el siguiente contexto:

"Mis más queridos hermanos: urgido por la necesidad, yo, Urbano, con el permiso de Dios obispo en jefe y prelado de todo el mundo, he venido hasta estos parajes en calidad de embajador, portando una admonición divina a vosotros, servidores de Dios. He guardado la esperanza de encontraros tan fieles y celosos en el servicio del Señor como es de esperar. Pero si hay alguna deformidad o flaqueza contraria a la ley divina, invocando su ayuda haré lo más que pueda para erradicarla. Porque el Señor os ha puesto como servidores ante su familia.


Felices seréis si os encuentra fieles a vuestro ministerio. Sois llamados pastores, esmeraos por no actuar como siervos. Pero sed buenos pastores, llevad siempre vuestros báculos en las manos. No durmáis, sino que guardéis todo el tiempo al rebaño que se os ha asignado. Porque si por vuestra negligencia viene un lobo y os arrebata una sola oveja, ya no seréis dignos de la recompensa que Dios ha reservado para vosotros. Y después de haber sido flagelados despiadadamente por vuestras faltas, seréis abrumados con las penas del infierno, residencia de muerte. Ya que vosotros habéis sido llamados en el Evangelio la sal de la tierra , pero si faltáis a vuestros deberes, cómo, se preguntarán todos, ¿se podrá salar la tierra? En todo caso, es necesario que vosotros corrijáis con la sal de la sabiduría a todos aquellos necios que están entregados a los placeres de este mundo, no sea que el Señor, cuando quiera dirigirse a ellos, los encuentre putrefactos en medio de sus pecados apestosos y sin curar. Pues si Él encuentra dentro de ellos gusanos, es decir, pecados, porque vuestra negligencia os impidió asistirlos, El los declarará como inservibles, merecedores únicamente de ser arrojados al abismo donde se dejan las cosas sucias. Y ya que vosotros no pudisteis evitarle al Señor estas graves pérdidas, seguramente El os condenará y os apartará de Su dulce presencia.




Aunque, ¡Oh! hijos de Dios, vosotros habéis prometido más firmemente que nunca mantener la paz entre ustedes y mantener los derechos de la Iglesia, aún queda una importante labor que debéis realizar. Urgidos por la corrección divina, debéis aplicar la fuerza de vuestra rectitud a un asunto que os concierne al igual que a Dios. Puesto que vuestros hermanos que viven en el Oriente requieren urgentemente de vuestra ayuda, y vosotros debéis esmeraros para otorgarles la asistencia que les ha venido siendo prometida hace tanto. Ya que, como habréis oído, los turcos y los árabes los han atacado y han conquistado vastos territorios de la tierra de Romania (el imperio bizantino), tan al oeste como la costa del Mediterráneo y el Helesponto, el cual es llamado el Brazo de San Jorge. Han ido ocupando cada vez más y más los territorios cristianos, y los han vencido en siete batallas. Han matado y capturado a muchos, y han destruido las iglesias y han devastado el imperio. Si vosotros, impuramente, permitís que esto continúe sucediendo, los fieles de Dios seguirán siendo atacados cada vez con más dureza.




En vista de esto, yo, o más bien, el Señor os designa como heraldos de Cristo para anunciar esto en todas partes y para convencer a gentes de todo rango, infantes y caballeros, ricos y pobres, para asistir prontamente a aquellos cristianos y destruir a esa raza vil que ocupa las tierras de nuestros hermanos. Digo esto para los que están presentes, pero también se aplica a aquéllos ausentes. Más aún, Cristo mismo lo ordena.


Todos aquellos que mueran por el camino, ya sea por mar o por tierra, o en batalla contra los paganos, serán absueltos de todos sus pecados. Eso se los garantizo por medio del poder con el que Dios me ha investido. ¡Oh terrible desgracia si una raza tan cruel y baja, que adora demonios, conquistara a un pueblo que posee la fe del Dios omnipotente y ha sido glorificada con el nombre de Cristo! ¡Con cuántos reproches nos abrumaría el Señor si no ayudamos a quienes, con nosotros, profesan la fe en Cristo! Hagamos que aquellos que han promovido la guerra entre fieles marchen ahora a combatir contra los infieles y concluyan en victoria una guerra que debió haberse iniciado hace mucho tiempo. 




Que aquellos que por mucho tiempo han sido forajidos ahora sean caballeros. Que aquellos que han estado peleando con sus hermanos y parientes ahora luchen de manera apropiada contra los bárbaros. Que aquellos que han servido como mercenarios por una pequeña paga ganen ahora la recompensa eterna. Que aquellos que hoy en día se malogran en cuerpo tanto como en alma se dispongan a luchar por un honor doble. ¡Mirad! En este lado estarán los que se lamentan y los pobres, y en este otro, los ricos; en este lado, los enemigos del Señor, y en este otro, sus amigos. Que aquellos que decidan ir no pospongan su viaje, sino que renten sus tierras y reúnan dinero para los gastos; y que, una vez concluido el invierno y llegada la primavera, se pongan en marcha con Dios como su guía".

Centenares de guerreros rasgaron sus ropas y cosieron en ellas una cruz, jurando abandonar sus tierras y aceptar el desafío lanzado por el Papa de acudir a Oriente, bien para ayudar al Imperio Bizantino contra el avance de los turcos selyuquíes, como dejaron escrito algunos de los testigos de la época, bien para recuperar los Santos Lugares, como afirmaron otros. Con estas palabras, dio comienzo la Universitas Christiana que unió a Europa durante un largo período de tiempo. El sentimiento de unidad de los europeos se basó en el rechazo religioso de los creyentes de otra fe. No fue una identidad con algo, sino contra algo, y a partir de entonces, ya nada sería igual. Personalmente creo firmemente, que la primera Cruzada, con la toma de Jerusalén, fue sin duda la más representativa, y pido disculpas a aquellos más estudiosos sobre el tema que opinen lo contrario, y lo digo por una razón, por la prevalencia del interés espiritual de la misma.


Desde luego, el espíritu templario de hoy, cabría preguntarse si sigue existiendo dentro de discreción, tradición, espíritu caballeresco, espíritu nobiliario caracterizado por la buena educación así como la nobleza del espíritu de humanidad dentro de la Orden a la que pertenecen apartando de si el pecado o la malicia de medrar a costa de la falacia y la traición de los principios básicos, y del daño causado a otras personas. Nos permitimos dudar en algunos casos del espíritu de tradición de aquellos que dicen ser continuadores del espíritu del Temple, de su nobleza y costumbres sanas fuera del egocentrismo, de lealtad y dedicación, de fe y de cultura, y sobre todo, de valor y distinción humana hacia los demás, apartando la impiedad y la prevaricación. De ahí nace el verdadero espíritu templario, lo demás, es un engaño y una estafa, y lo peor de todo, no es que engañan a quienes les siguen, sino que se engañan a sí mismos, y sólo Dios sabe con qué fin, por lo tanto que sea el propio Dios quien se lo tenga en cuenta. Para lucir el espíritu Templario, no sólo es menester la palabra, sino también los hechos. Luchar contra el materialismo, la impiedad y la tiranía en el mundo, defender la santidad del individuo, la humildad, y afirmar la base espiritual de la existencia humana. Este es un tremendo objetivo, pero esta es la elección de la caballería. Muchas personas que de buena voluntad se acercan al Temple y se encuentran con un enorme fraude de muchos que han hecho del mismo fraude su forma de vida y no una forma de vivirla. Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini Tuo Da Gloriam. No a nosotros Señor, no a nosotros. Pero a tu nombre dale Gloria. 


Aingeru Daóiz Velarde.-






 

BIBLIOGRAFÍA

 La Primera Cruzada. Daniel Pérez Sierra Historia de las Relaciones Internacionales.

 La primera cruzada novecientos años después : el Concilio de Clermont y los orígenes del movimiento cruzado. Jornadas Internacionales sobre la Primera Cruzada, Universidad Autónoma de Madrid. Editores: J. L. García-Guijarro.

PEDRO EL ERMITAÑO Y EL ORIGEN DE LAS CRUZADAS. Jean Flori.

 ABACUS, Revista digital de la asociación BAUCAN, filosofía de las armas templarias.

 

 




















jueves, 7 de enero de 2021

JUANA I DE CASTILLA. UNA INSISTENTE LOCURA.

JUANA I DE CASTILLA. UNA INSISTENTE LOCURA. 


Juana I de Castilla. La primera en reinar en los territorios que juntos conformaron España. Una de las mujeres más poderosas de su tiempo, cuya historia aún sigue cautivando. Una reina que, aunque nunca mostró ni el hambre ni el talento político de su madre, tuvo tiempo para la grandeza. Juana la Loca. De entrada, como apodo, conjura una inmediata escala de fascinación, pero si esa locura es fruto de una pasión delirante, de un amor fou, que llamó Bretón a ese fervor que es vértigo y estrago, el sobrenombre resulta arrebatador. Con él ha pasado a la Historia pero, ¿realmente lo fue?...





Tradicionalmente se ha insistido en sus actos de locura, su suciedad, su no comer o su reclusión. Para empezar, ya desde niña dio muestras de indómita conducta. Los historiadores cuentan que se encaraba frecuentemente con su madre, Isabel la Católica, quien dejó escrito que nunca llegó a entenderla ni a dirigirla. Juana se negaba a comer cuando se disgustaba y se resistía a confesarse o a ir a los oficios religiosos, actitud esta última que mantuvo toda su vida. Como tercera en la línea de sucesión de los Reyes Católicos, no estaba llamada al trono, pero sí lo estaba a afianzar el poder geopolítico que ambicionaba su madre. En una alianza estratégica contra Francia, Isabel la promete con el hijo de Maximiliano de Austria, que pasaría a la historia con el nombre de Felipe el Hermoso. Recién cumplidos los dieciséis años, acompañada por quince mil soldados y noventa oficiales, Juana viaja a la corte de los Países Bajos para casarse con él. Su prometido ni siquiera fue a recibirla pero, al conocerla, cuentan que se enamoraron de inmediato. Poco después, él mismo la bautizó como Juana la Terrible.





A la muerte de su esposo Felipe “el Hermoso”, la Reina Juana de Castilla inició una larga procesión por todo el reino con el ataúd del Rey a la cabeza. Durante ocho meses, Juana caminó pegada al catafalco de su esposo en un cortejo fúnebre que despertó asombro e incluso miedo entre la población. Este supuesto arranque de locura provocó la reclusión de la Reina en Tordesillas (Valladolid) hasta su muerte cuarenta y seis años después. En la actualidad, los historiadores se plantean si Fernando “el Católico”, padre de Juana y responsable de su cautiverio, aprovechó la enajenación transitoria de su hija para apartarla bruscamente de la Corona…Eso es lo que cuentan los pseudo-historiadores, pero es importante concentrarse en los aspectos políticos de su reacción frente a la muerte del archiduque en Burgos. Al día siguiente, cuando el presidente del Consejo de Castilla fue a ver a la reina, la soberana en persona le abrió la puerta del palacio donde se alojaba, la llamada casa del Cordón, y le dijo que volviera más tarde. Cuando los miembros del Consejo se presentaron de nuevo tuvieron que perseguir a Juana por toda la casa y, finalmente, despachar a través de una reja que comunicaba la capilla con sus aposentos. Al negarse a tratar los asuntos urgentes, independientemente de que fuera por falta de interés o por enfermedad, Juana de Castilla había demostrado una vez más su incapacidad para el gobierno.






Nacida en Toledo el 6 de noviembre de 1479, Juana de Castilla recibió una educación esmerada de orientación humanista por empeño de su madre, Isabel “la Católica”, quien bien sabía lo complicado que era para una mujer progresar en una sociedad dominada por los hombres. Pronto, la Infanta castellana destacó en el dominio de las lenguas romances y el latín, en interpretación musical y en danza. Era, en consecuencia, la educación típica de un miembro secundario de la Familia Real. No en vano, Juana de Castilla fue una niña normal que no dio prueba de sufrir ningún tipo de trastorno mental hasta la madurez.


Con la intención de aislar políticamente a Francia, los Habsburgo cerraron una serie de alianzas con los Reyes Católicos que incluían el matrimonio de Felipe I de Austria, llamado "el Hermoso", con la Infanta Juana. Curiosamente, el apelativo de “el Hermoso” se lo dio el Rey Luis XII de Francia cuando la pareja viajaba hacía España para ser coronados y se detuvieron en Blois. Allí el rey los recibió y al verle exclamó: He aquí un hermoso príncipe.


En 1496, Juana de Castilla contrajo matrimonio a los 17 años. Daba comienzo una vida conyugal marcada por las infidelidades de Felipe “el Hermoso” y por la absoluta soledad. Como respuesta, la hija de los Reyes Católicos mostró un carácter obsesivo en lo referente a su marido y dejó distintos episodios de ira. Aunque a ella le duraría de por vida, el fervor de Felipe no tardó en evaporarse. Aprovechando unos coléricos ataques de celos –cimentados en el hecho de que su marido comenzó pronto a retozar con cualquier mujer que se le antojaba– y el ansia de poder que el de Flandes compartía con Fernando el Católico, ambos comenzaron a alimentar la leyenda de que Juana no estaba en sus cabales y que, por tanto, no era apta para ocupar el trono. Curiosamente, Isabel, en vísperas de su muerte en el año 1504, no cedió la regencia de Castilla a ninguno de los dos. Confió en su hija, pese a indicar en el testamento que no reinaría si algo la incapacitaba y a que el temperamento airado de Juana , con tendencia a incurrir en el desacato, también le acarreó numerosos disgustos en los últimos años de su vida. Un carácter que la muerte de su hermano Juan, heredero al trono, y de su hermana mayor Isabel en 1497 hizo todavía más inestable.


No mucho tiempo después, en 1504, el fallecimiento de Isabel "la Católica" inició una disputa entre Fernando “el Católico” y Felipe “el Hermoso” por hacerse con el control de Castilla, donde Juana quedó atrapada entre el fuego cruzado. Para rematar una década minada de muertes de gente cercana a ella, Felipe I , que llegó a ser Rey de Castilla por dos meses, falleció súbitamente en 1506. Según las fuentes de la época…“Se encontraba Felipe en Burgos jugando a pelota cuando, tras el juego, sudando todavía, bebió abundante agua fría, por lo cual cayó enfermo con alta fiebre y murió unos días después”.


La actitud de la Reina durante el cortejo fúnebre que llevó el cuerpo de su marido por buena parte de Castilla extendió entre la población la creencia de que tenía graves problemas mentales. Sea como fuere el grado y naturaleza de locura de la Reina, su padre no estaba dispuesto a dejar pasar otra vez la ocasión de hacerse con la Corona de Castilla y recluyó rápidamente a su hija en Tordesillas, donde residiría hasta su muerte. Hay que aclarar que de hecho, después de tratar de reinar por sí misma en Castilla, alegando su supuesta locura, Fernando la confinó en Tordesillas, un encierro que también evitaba unas segundas nupcias que su padre no deseaba. Pretendientes no le faltaban a Juana, entre otros el díscolo Enrique VII, fundador de la dinastía de los Tudor. 




La Reina Juana permaneció cuarenta y seis años en Tordesillas (Valladolid) y ni siquiera la llegada al trono de su hijo Carlos I rebajó las condiciones de su cautiverio. En 1520, el movimiento comunero que exigía a Carlos I más respeto por las instituciones castellanas se dirigió a Tordesillas a liberar a Juana y a pedirle su ayuda. Y aunque la todavía Reina rehusó apoyar el movimiento, la mujer que hallaron los cabecillas comuneros estaba lejos de la figura trágica que Fernando «el Católico» y Carlos I habían difundido entre la población, su conversación era inteligente y su mente era clara. De hecho, la descripción que hicieron los comuneros de la Reina ha llevado a que en la actualidad muchos historiadores pongan bajo sospecha su hipotética locura, que bien pudo ser solamente de carácter transitorio a causa de la muerte de muchos seres queridos en poco tiempo.




El carácter de Juana "la Loca" oscilaba rápidamente entre la euforia y la melancolía. Los expertos se inclinan por pensar que pudiera sufrir algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo o incluso una bipolaridad, nada lo bastante grave como para ser privada del trono, eso argumentan algunos, pero si que es cierto era propensa desde depresión severa hasta esquizofrenia o psicosis, e incluso en vida se planteó que estuviera endemoniada, la mayoría de las líneas investigadoras apuntan a que las circunstancias en las que vivió influyeron profundamente en un carácter ya inestable desde niña. Sin embargo, Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla, por lo que mantuvo el título de reina y aunque ella no ejercieron como tal, oficialmente, ambos correinaron. La imagen de la loca de Tordesillas era conveniente para justificar su apartamiento del poder. La locura de Juana era una táctica para desautorizarla y para justificar las discrepancias que en algunos momentos de su vida aparecían al entrar en conflicto los dos cuerpos que debía de soportar y que en su caso estaban en conflicto. Para Isabel, la locura justificaba las desobediencias de su hija y su escaso interés por el poder político. Para su marido, era la vía necesaria para llegar al gobierno de Castilla. Para Fernando, la locura de su hija le facilitaba el cumplimiento del testamento de Isabel la Católica y su ejercicio del poder en Castilla.





La dinastía de los Trastámara tiene un antecedente directo de alguien con problemas mentales en la figura de Isabel de Portugal, madre de Isabel "la Católica”. Muerto Juan II y tras la ascensión al trono de Enrique, Isabel sintió tanto su pérdida que fue supuestamente acometida de una enajenación mental, por lo cual fue confinada junto a sus dos hijos, su madre y un pequeño número de sirvientes, al castillo de la villa de Arévalo. Muy similar al caso de Juana la Loca, su abuela Isabel de Portugal también presentaba un clínico de depresiones y actitud melancólica. Y de la misma forma, también es complicado saber si existió realmente algún tipo de trastorno mental tras su súbita reclusión.

En conclusión, existen sin duda innumerables pruebas que sugieren que Juana de Castilla era efectivamente demasiado inestable para confiarle el gobierno. Muchas veces se ha argumentado que Juana heredó su locura de su abuela materna, Isabel de Portugal. Aunque no hay indicios suficientes para emitir un diagnóstico clínico, si nos limitamos a decir que Juana era excesivamente imprevisible para gobernar, entonces las evidencias de un comportamiento fuera de lo normal resultan abrumadoras. Lo cierto es que su actitud fue tan anómala que hasta sus últimos días su familia temió sinceramente que estuviera poseída por el diablo. 

Aingeru Daóiz Velarde.-







BIBLIOGRAFÍA



Luis Cantalapiedra Cesteros. Juana la Loca: reina de España.

Manuel Fernández Álvarez. Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas.

Juan Luis González García . Saturno y la reina "impía". El oscuro retiro de Juana I en Tordesillas.

Bethany Aram. Marcial Pons. La reina Juana: gobierno, piedad y dinastía.