martes, 31 de agosto de 2021

ÁLVARO ALCALÁ GALIANO Y OSMA. DEL LIBERALISMO, A LA LUCHA CONTRA EL COMUNISMO.

 ÁLVARO ALCALÁ GALIANO Y OSMA. DEL LIBERALISMO, A LA LUCHA CONTRA EL COMUNISMO.



“El fanatismo hace la desgracia de todas las sociedades en las que se le permite ejercer su imperio”…Fue una de las citas de este hombre que fue un escritor, crítico literario, historiador y publicista español de inclinación maurrasiana, colaborador en ABC y en Acción Española.


El Maurrismo fue una especie de revolución intelectual creadora de nuevos fundamentos culturales para el pensamiento europeo de cuño monárquico, antiparlamentario y contrarrevolucionario. El pensamiento fue política y culturalmente de nacionalismo integral, y nació como consecuencia de la ideología traída a Europa por la Revolución Volchevique en Rusia. Es entonces cuando se definen las rupturas frente a la Ilustración del historicismo culturalista, del irracionalismo, de la estética literaria, y en definitiva, de todo lo que representaba en el ámbito cultural lo que hasta entonces se conocía como el razonamiento ilustrado, es decir, una especie de liberalismo cultural de ideología progresista, que no certamente de progreso, pues, demostrado queda a qué rincón del absurdo nos ha llevado hasta nuestros días ese liberalismo cultural, donde el más grande de los fracasos, culmina el el mayor de sus logros, la Historia y la cultura literaria, han pasado a perder todos aquellos enteros que tanto tiempo le costaran ganar. El liberalismo cultural era hasta la razón abstracta hasta entonces reinante, que, en diversos grados y ritmos, importantes, iba trayendo consecuencias de orden político a la vez que ideológicas. Los gobernantes y los regímenes liberal-parlamentarios de sus respectivos países, decía el pensamiento maurrista, que iban perdiendo una parte sustancial de su capital simbólico.






Políticamente, en España, fue un adalid de la causa de los aliados contra Alemania, pero, vayamos a su vida, que realmente fue curiosa y trágica, como no podía ser menos en el caso de un hombre que vivió, y muy de cerca, años convulsos en los que se fue al garete la aparentemente civilizada sociedad europea. Álvaro Alcalá Galiano y Osma llegó al mundo en una época en que, aparentemente, se había superado la lucha entre los partidarios del Antiguo Régimen y quienes defendían los principios de la revolución francesa de 1789.



En efecto, Álvaro Alcalá-Galiano y Osma llegó al Mundo en 1886. Un momento en el que la monarquía liberal española estaba en pleno esplendor tras ser restaurada a partir de 1874, instaurando un sistema no muy diferente al que otros países europeos -como Francia o Italia- habían erigido más o menos en esas fechas. En suma: Álvaro Alcalá-Galiano y Osma nacía en un lugar y momento en el que el Liberalismo triunfaba y, al menos en España, se veía con moderado optimismo un futuro prometedor. Uno en el que las convulsiones de las primeras décadas del siglo XIX habían quedado atrás. Al ser aparentemente superada la lucha entre los partidarios del Antiguo Régimen y quienes defendían los principios de la revolución francesa de 1789.


Álvaro Alcalá Galiano vino al mundo amamantado por esos principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, ya que su abuelo, Antonio Alcalá Galiano, fue uno de los principales conspiradores y líderes liberales españoles con una accidentada vida que pasa por un largo exilio en Londres, huyendo de la reacción absolutista de Fernando VII en 1823, y otros avatares que acaban con él como ministro de Isabel II, puesto en el que moriría en 1865, y murió en un tiempo en el que la monarquía liberal o revolucionaria, no satisfacía ni a los carlistas ni a muchos liberales que coinciden con ellos en querer abolirla. Tal y como ocurre en 1868, poco después de la muerte de aquel gran conspirador liberal que fue su abuelo, en la conocida como Revolución del 68, La Gloriosa, que se llevó por delante al reinado de Isabel II.







La tradición familiar, pues, favorecía que Álvaro Alcalá-Galiano y Osma, se decantará por ideas de corte liberal. Y así fue. Al menos hasta que llegó el año 1917, en el que la vida política de Álvaro Alcalá-Galiano dio un giro de 180 grados a partir del triunfo de la revolución bolchevique en Rusia con el triunfo de las facciones socialistas más radicales, que llevaron al poder a un régimen leninista republicano, y a un gobierno bolchevique de tendencia comunista, en el que el Partido bolchevique, dirigido por Vladímir Lenin, y los trabajadores y soldados de Petrogrado, derrocaron al gobierno provisional, formándose el gobierno de concentración. Los bolcheviques se nombraron a sí mismos líderes de varios ministerios del gobierno y tomaron el control del campo, creando la Checa, organización de inteligencia política y militar para aplastar cualquier tipo de disidencia. Luego trajo consigo una guerra civil interna, y las conocidas matanzas en un estado de Comunismo de Guerra en el que alrededor de 13 millones de rusos perecieron de forma violenta, sin contar lo que vino después, con terribles hambrunas inducidas por el nuevo Régimen.







En su obra, “España ante el conflicto europeo”, uno de los cuatro que publicará a partir de su experiencia como corresponsal de guerra en el frente occidental desde 1914, Álvaro Alcalá Galiano y Osma denunciaba al káiser Guillermo II como un tirano y se declaraba ferviente partidario de los aliados -y, por tanto, del Parlamentarismo, el Liberalismo…- a partir del triunfo de la revolución bolchevique, su visión política del Mundo da un giro radical para alinearse con el Fascismo. Sus escritos periodísticos posteriores a 1917 no dejan lugar a dudas. Para él, como para muchos otros liberales españoles al filo de 1920, 1921, 1922, 1923…, estaba clara la solución al dilema que se planteaba en esos momentos en España, en Europa, en el Mundo… Si había que elegir entre revolución roja o Fascismo, él está con los que elegirán el Fascismo. Los elogios de Álvaro Alcalá-Galiano y Osma al golpe de estado de Primo de Rivera dan fe de ello. Si algo tenía que reprochar al general no era desde luego exceso de Fascismo, sino más bien falta de él. Algo que más adelante reprocharía también al hijo del general, José Antonio Primo de Rivera, al que acusará de tibieza al no ser capaz de actuar con la violencia extrema que Alcalá-Galiano y Osma veía, como característica fundamental del Fascismo, para hacer frente al comunismo que empezaba ya por entonces, a penetrar en España, y prueba de ello es la relación y la influencia del comunismo ruso en España, como se vería después.


Según Álvaro Alcalá Galiano y Osma, la lucha contra el comunismo debía ser dura, y en todos los frentes, tanto social, cultural, como político, ya que según él, atendiendo a la frase inicial del presente artículo, el Comunismo estaba disfrazado de un fanatismo radical que poco a poco, adoctrinaba y manejaba a la sociedad, hasta convertirla en esclava de sus consecuencias.


Álvaro Alcalá Galiano fue asesinado víctima de la represión desatada en la zona republicana el 28 de julio de 1936 en Madrid, junto a su hermano Juan, y más tarde, sería también asesinado su primo, el pintor artístico y decorador español Álvaro Alcalá Galiano y Vildósola, en Paracuellos, Madrid, el 27 de noviembre de 1936, junto a otros muchos inocentes. Álvaro Alcalá Galiano y Osma fue detenido en su domicilio por miembros de la checa de Radio Comunista número 1 y, conducido a Vallecas con su hermano Juan, siendo asesinado junto a este último el 28 de julio de 1936 tras ser sometidos ambos a un simulacro de juicio, que no duró ni tres minutos, sin derecho a defensa.


Toda la convulsión política que se despliega en la Europa de entreguerras, donde esos miedos corren libremente, explica con bastante exactitud cómo Álvaro Alcalá-Galiano y Osma cambió el rumbo de su ideal y murió por ello en 1936.En aquellos tiempos de dialogo entre puños y pistolas, el tomar partido por una ideología fascista o pseudo-fascista y el radical comunismo, ya que en este país, como en el resto de Europa, en esos momentos había escasas posibilidades de escapar de esa trampa política en la que había que elegir entre dos formas de ideología por cuestiones primarias.








Nos preguntamos desde estas líneas, si realmente, por sorprendente que pueda parecer en un escenario como el que vivimos de histeria colectiva y de crisis económica y política exacerbada por esa histeria colectiva, sería probable que Álvaro Alcalá-Galiano, y muchos otros como él, hubieran seguido la misma senda tenebrosa que iba de 1917 a 1936…yo, si me permiten, particularmente pienso que sí, y mi razón es que el hombre y la mujer de aquellos tiempo en España, estaban engendrados de otra pasta. Hoy, se lucha contra grandes series de televisión, y grandes redes sociales, y grandes sueldos, y mejores puestos de trabajo, buenas casas, buenos coches, y el seguidismo político se hace más llevadero para la derecha española desde la trinchera del sofá, que tomarse la molestia en gritar una blasfemia en la calle, y de cara al sol...Álvaro Alcalá Galiano y Osma, lo hizo con la pluma, y contra todo pronóstico de vivir por ello.



Aingeru Daóz Velarde.-









lunes, 30 de agosto de 2021

SAN GINÉS DE LA JARA. UNA LEYENDA Y UNA TRADICIÓN QUE SE CONVIERTEN EN POLVO.

SAN GINÉS DE LA JARA. UNA LEYENDA Y UNA TRADICIÓN QUE SE CONVIERTEN EN POLVO.


La antigua carretera MU-321 que nos conduce al Cabo de Palos, aquel que tanto se implicaron en enseñarnos en nuestros tiempos de colegio, corta en su punto kilométrico once con las estribaciones de la Sierra Minera de la ciudad histórica de Cartagena, que descienden de forma suave casi que se deslizan, hacia la salada laguna del Mar Menor, la "Inmensa Palus" de la que hablaba el historiador y geógrafo griego Estrabón.





A la izquierda, las tapias del Monasterio de San Gines de la Jara, respaldado por el antaño frondoso huerto de frutales, entre los que destacan limoneros, naranjos y palmeras, en un impresionante casamiento de naturaleza, y vida e historia, la historia y la leyenda del célebre monasterio del Campo de Cartagena, cuyos antecedentes se pierden en la noche de los tiempos, enredados en un cúmulo de fantasías y relatos de ficción, que han entorpecido mucho a los historiadores cuando han pretendido reconstruir la verdad del pasado del monasterio y de la devoción a San Ginés de Arlés en el Campo de Cartagena.

A la derecha, el Cerro o Monte Miral, jalonado por pequeñas ermitas, en las que los peregrinos hacían parada en su ascensión al noble retiro del Santo Ermitaño, en un entorno cubierto de plantas perennes capaces de resistir las calores y las sequías de la zona, en la que antaño, allá por los tiempos de más gloria, se extendían frondosos bosques en las proximidades de la antigua Carthago Nova, la Qart Hadasht o Ciudad Nueva, fundada por el general cartaginés Asdrúbal el Bello, yerno y sucesor del general Amílcar Barca, padre de Aníbal.





San Ginés de la Jara puede tener sus orígenes en el siglo XIII y fue ocupado por los agustinos. Parece ser que durante la Baja Edad Media estaba compuesto por una pequeña ermita adosada o embutida en una sólida construcción a modo de torre fuerte, que servía de habitáculo y refugio a religiosos, ermitaños y, probablemente, a las rondas a caballo que, desde la ciudad de Cartagena, acudían cuando se daba aviso de la llegada de barcos berberiscos.





La leyenda dice Cuenta la leyenda que San Ginés de la Jara, de nombre Adelardo, era hijo de los reyes de Francia: Roldán Magno y Oliva, hermano del legendario Roldán y sobrino por lo tanto de Carlomagno. Siendo ya monje, se propuso peregrinar hasta Compostela por el camino que arranca en Cartagena. Tomó un barco para dirigirse a la antigua Cartago Nova, pero se vio sorprendido por una tormenta que amenazaba seriamente con hundir la embarcación. A fin de calmar la tempestad se lanzó al mar y no se hundió milagrosamente, valiéndose de su hábito como nave para llegar a las costas de Cabo de Palos.

Con su sayal de eremita, capucha calada y cayado de ermitaño; comenzó su camino, pero una sorpresa le esperaba nada más iniciar su peregrinaje: unos ángeles le construyeron una ermita en el Monte Miral. Lo que le convenció para instalarse en estas tierras del Mar Menor. Favoreció con sus milagros tanto a moros como a cristianos, lo que le valió el reconocimiento de los musulmanes. Motivo este por el cual el Monasterio de San Ginés de la Jara mantuvo su culto durante el periodo islámico.





En 1250 era restaurado el Obispado de Cartagena, por Alfonso X el Sabio. Colocó éste a fray Pedro Gallego, su confesor y hombre de gran cultura, como Obispo de la Diócesis. Es por estos años, cuando el Rey Sabio establece a los monjes Agustinos de Conflent en San Ginés de la Jara. Un monasterio de larga tradición, anterior a la conquista musulmana. Lugar sagrado antes y después en el que se mantenía la devoción de unos y otros, aunque no al mismo santo.

Después de su muerte vino el propio Roldán, su hermano, en busca de sus restos. Pero en su sepulcro el santo portaba en la mano un papel escrito. En él se negaba al traslado de sus restos a cualquier otro lugar.

El Liber Peregrinationis, libro V de la compilación del siglo XII llamada Liber Sancti Iacobi, es una guía para el peregrino medieval en la que se incluye una serie de datos de gran utilidad para la peregrinación a Santiago de Compostela a través del Camino francés. En ella, en un capítulo dedicado a las visitas a los cuerpos de los santos, se menciona la leyenda de San Ginés y la localización de parte de sus restos en las proximidades de Cartagena.

Este lugar ubicado en el sureste peninsular se convirtió en un centro de devoción de toda la cristiandad por la fama de milagrero del santo. Pero, ¿solo lo fue para la creencia cristiana y a partir de la conquista castellana del Reino de Murcia en el siglo XIII? Existen un gran número de evidencias que parecen demostrar la existencia de un culto musulmán a una mártir o santona islámica enterrada en este mismo lugar, siendo una posible continuación de un culto mozárabe anterior al siglo XI, o incluso de origen visigodo o hispanorromano.

La historia y la leyenda del célebre monasterio del Campo de Cartagena, cuyos antecedentes se pierden en la noche de los tiempos, enredados en un cúmulo de fantasías y relatos de ficción, no esconden la verdad del pasado del monasterio y de la devoción a San Ginés de Arlés en el Campo de Cartagena, una historia que nos muestra de forma definitiva la relación del monasterio con la leyenda del caballero medieval, sobrino de Carlomagno, el célebre Roldán, Roland u Orlando, según la época o la fuente literaria que se consulte.





Así queda plasmada la historia de este lugar y la relación de sus fundadores con el camino de Santiago y con las leyendas épicas del ciclo carolingio y la existencia, ya en los siglos XIV y XV, de un culto popular a San Ginés, con una romería muy concurrida en su festividad, y sobre todo una leyenda y una tradición, una tradición que está a punto de convertirse en polvo, como tantas tradiciones en este país de caínes.





Fuera aparte de la visión idílica del sitio, ese oasis de verdor que observaba el Licenciado Cascales en el siglo XVI ante la imperante aridez de la zona. Hoy el monasterio de San Ginés de la Jara, abandonado a su suerte, ha quedado relegado a una situación que no merece, ni por su valor artístico ni, sobre todo, por el importantísimo legado cultural que atesora entre sus paredes y su entorno, testigo de la devoción y de las creencias de las dos principales religiones que durante el Medievo poblaron el sureste peninsular.







sábado, 28 de agosto de 2021

RUFINO BLANCO SÁNCHEZ. A LA MEMORIA DE UN MAESTRO.

RUFINO BLANCO SÁNCHEZ. A LA MEMORIA DE UN MAESTRO.


Nacido en Mantiel (Guadalajara) el 16 de noviembre de 1861. Era maestro, escritor y periodista, y fue vicepresidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. Católico y monárquico.

Siendo aún niño se trasladó con sus padres a Madrid. Muy pronto destacó por su simpatía, inteligencia y laboriosidad en los estudios.

Casado ya, continuó sus estudios, doctorándose en Filosofía y Letras en la Universidad Central, siendo discípulo predilecto del gran polígrafo español don Marcelino Menéndez y Pelayo. Durante muchos años fue profesor de la Escuela de Criminología, pero su cariño y vocación por el Magisterio le hicieron centrar sus actividades en el campo de la Pedagogía y de su Historia, explicándola en la Escuela Normal Central de Madrid.
En 1909 fue comisionado con otros compañeros por el entonces Ministro de Instrucción Pública, don Faustino Rodríguez Sampedro, para crear y organizar una Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, equivalente a una Facultad Universitaria de Pedagogía.





Fue un excelente profesor, y un extraordinario pedagogo, y a ello dedicó su vida con una entrega absoluta. Concretamente fue el padre del Primer Plan de Estudios. De esta manera, nació en España un nuevo Magisterio Nacional, bien formado y dirigido, cuyos resultados causaron asombro en aquellas épocas aun no lejanas. Gran parte de este éxito se debe a la persona de Rufino Blanco, quien centró en sí la mayor actividad y encauzamiento de aquella inolvidable Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, que nada tenía que envidiar a sus similares del extranjero.


También fue colaborador asiduo de ABC en donde unas veces con su firma, otras con el pseudónimo de "Un Crítico de la Alcarria", deleitaba con su ágil pluma, de estilo claro, a quienes tuvieron la suerte de leer sus artículos. Conoció todos los Centros docentes españoles y los más importantes del extranjero; conoció también lo tradicional, lo castizo y lo exótico, tomando lo que mejor convenía a nuestra idiosincrasia y no se oponía a nuestro catolicismo.


A pesar de su extremada delgadez disfrutaba de envidiable salud, atribuyéndolo a su régimen vegetariano, no habiendo estado nunca enfermo. Incansable para el trabajo como profesor, autor y publicista, siempre cumplió con sus deberes de profesor y de caballero católico.





En sus múltiples viajes conoció el movimiento pedagógico moderno, preconizado por Claparéde, Binet, Kerschensteiner, Dewey, Cardenal Mercier y tantos otros con los que mantenía relaciones profesionales. Ello le llevó a escribir obras de fama universal como su "Bibliografía pedagógica"; "Bibliografía Pedagógica del siglo XX", "Bibliografía general de Educación Física", "Teoría de la Educación", "Teoría de la enseñanza", "Organización escolar", "Apuntes sobre Biología pedogógica" y
"Paidología y Pidotecnia", además de muchas monografías, destacándose las que escribió sobre Platón, Pestalozzi, La Salle, Quintana y otros. En 1927 era catedrático de la Escuela Superior de Magisterio, de Madrid, y por entonces dio una conferencia sobre “Menéndez Pelayo, bibliógrafo y erudito”.


Estaba en posesión de condecoraciones, ocupó cargos relevantes en Instituciones culturales y políticas. Así llegó el año 1936. En el mes de Abril ocupó la vacante del gran político español don José Sánchez Guerra, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas; versando su discurso de entrada sobre "Fundamentos de Educación moral y de educación cívica". Pocos meses después, a los 75 años, fue asesinado este hombre clarividente, rector y formador del nuevo Magisterio Nacional.



Concretamente fue asesinado el 3 de octubre de 1936 por milicianos anarquistas de la CNT en Madrid, que se lo llevaron de su domicilio junto a su hijo, el periodista de ABC Julián Blanco Pérez del Camino. A ambos los llevaron a una cheka (un centro de detención y torturas), y al día siguiente sus cadáveres aparecieron en una cuneta en la carretera de Burgos. ¿Cuál fue la acusación?, pues, según consta, fueron acusados de que "solo escribían para las escuelas cristianas y no para las laicas"…Todo esto, claro, según juicio sumarísimo que duró apenas cinco minutos, sin el derecho de defensa, ni de última palabra o voluntad.

En total, este hombre, este sabio, este Maestro de maestros, escribió 57 obras, 40 de ellas didácticas, y todo esto, sin contabilizar los múltiples artículos, ponencias, conferencias, y cursos que redactó, muchas de las cuales han sido reeditadas varias veces, la mayor parte de ellas corregidas y aumentadas, al punto que buena parte de estas reediciones suponen más bien una nueva obra. Rufino Blanco es, sin duda, el introductor de la bibliografía pedagógica en España.

Varias poblaciones españolas tienen colegios que llevan el nombre de Rufino Blanco en su memoria, pero la desmemoria de nuevo, influye en su trabajo principal, que es olvidar, y seguir aleccionando con la falacia y el adoctrinamiento.





Al alto dictamen de la Historia debemos referirnos para decidir si murió como un mártir de la cultura, a la que hasta el último instante de su vida, dio cara y nombre, junto a su hijo. En el designio del combate entre el salvajismo más cruel, y el humanismo, Rufino Blanco se posicionó en la trinchera, al lado de este último, pero desgraciadamente, como ocurre siempre en la historia de la Humanidad, se erigen mausoleos extraordinarios,  monumento en piedra a figuras de la política que lo único que han merecido, es el aplauso del odio, el adoctrinamiento ideológico, y en muchos casos, el color de la muerte y la guerra, pero la mejor escultura que podemos dedicar a un hombre como Rufino Blanco Sánchez, es la que se esculpe en el recuerdo de nuestros corazones, y a él, y a otros como él, dedicamos un espacio en la remembranza, como también lo hacemos a todos aquellos que hoy, señalamos con el dedo acusador por erigirse como los herederos de aquel Frente Popular de la muerte, y el absurdo.

 Don Rufino Blanco, es, sin duda alguna, una de esas muchas estrellas que, olvidadas en el sinsabor y la miseria de los oscuros rincones de mentes depravadas, afortunadamente, alumbran los cielos de la antigua gloria de de la nación que tuvo la suerte de verlos nacer, y la desgracia de verlos morir, en el más sanguinario y repudiado acto de los delitos, un crimen, hasta hoy, sin castigo.



Aingeru Daóiz Velarde.-

 




miércoles, 25 de agosto de 2021

JOAQUIN AMIGO AGUADO, LUIS ROSALES Y LA HISTORIA DE UN IMPERTINENTE SILENCIO A LA SOMBRA DE LORCA.

JOAQUIN AMIGO AGUADO, LUIS ROSALES Y LA HISTORIA DE UN IMPERTINENTE SILENCIO A LA SOMBRA DE LORCA.

Escritor y catedrático de Literatura de la Generación del 27. Fue miembro de la tertulia de El Rinconcillo y uno de los redactores de la revista gallo dirigida por García Lorca. Era miembro de la Adoración Nocturna y devoto de la Virgen de Lourdes. Fue amigo de Federico (que le dedica el poema Dos marinos en la orilla, de Canciones) y de otros poetas que alternaban en la Granada de los años veinte, como Luis Rosales (a través de Amigo fue como Rosales conocería a Lorca) o Enrique Gómez Arboleya. Católico y de ideología conservadora, Joaquín Amigo fue, sin embargo, discípulo y coetáneo de las vanguardias y de Ortega y Gasset. Tras la sublevación militar, es arrestado el veinticuatro de agosto de 1936 en Ronda, donde estaba destinado como catedrático de instituto. La madrugada del 27 de agosto de aquel año, tan sólo una semana después de la muerte de su amigo García Lorca, fue arrojado al Tajo del pueblo malagueño por los partidarios del Frente Popular.



Recordar que Federico García Lorca estuvo escondido en la casa de Luis Rosales, por cierto, falangista y amigo del poeta, durante seis días y la noche que pensaban ayudarle a escapar a la zona republicana por el frente de Motril, la casa donde se escondía fue asaltada por personas leales al gobierno civil de Granada, y por cierto, por aquel entonces, Francisco Franco no había sido elegido aun generalísimo del ejército de los sublevados. No quisiera olvidar a Rosales, y aprovecho estas líneas para rendirle un pequeño homenaje. Cuando el 16 de agosto detienen a Federico en casa de los Rosales, fue el hermano mayor de Luis quien le acompañó al Gobierno civil para evitar que sufriera algún tipo de represión. Luis Rosales protestó por escrito al teniente coronel Velasco de la detención del poeta. Hizo cuanto pudo por su liberación. Hasta llegó a conseguir una orden de libertad firmada por el gobernador militar de Granada que cuando fue presentada ante Valdés no sirvió para nada, pues este último le mintió sobre el paradero de Federico informándole que ya había sido trasladado a Viznar.

A los hermanos Rosales se les abrió una investigación sobre por su “desleal” conducta , y la vida de Luis llegó a correr serio peligro, como manifestó en octubre de 1936 el presidente de la Federación Universitaria Escolar (FUE) de Granada a varios diarios madrileños. Al final el asunto se cerró con una cuantiosa multa y la entrega de un anillo de oro para la suscripción popular del avión Granada.

El compromiso de Luis Rosales en la defensa de su amigo Federico García Lorca fue total. Poco tiempo después de su muerte escribió un excepcional poema: «La voz de los muertos», un poema que habían ideado juntos poco antes del asesinato del poeta: “Federico estaba decidido a que realizáramos entre los dos una composición a los muertos, a los muertos en los dos bandos. Él quería que fuese una cantata, o una especie de romance para poderlo cantar. Algo que no fuese una elegía. Y él se reservó la parte musical, para que yo compusiera la letra. La música no la tenía escrita, pero sí pensada, y a mí me la interpretó varias veces en el piano de mi tía. Yo no había escrito la letra. Posteriormente, a la muerte de Federico, yo hice mi poema como una elegía a los muertos (…) que nació influido por aquellas conversaciones tan repetidas que tuvimos. Mas al morir mi amigo, la poesía tomó el rumbo de la elegía”.

Al morir su amigo, el dolor le invadió y también se derrumbó su mundo. Luis Rosales, “el falangista” fue durante muchos años el traidor que entregó a Federico a las garras de sus asesinos. El optó por el silencio y confió que algún día la verdad se impondría sobre la infamia.





La muerte de Federico es otra de las grande mentiras, puesto que fueron los primos del poeta granadino, de la familia Roldán, instigaron su asesinato y que en él, además de motivos políticos, influyeron viejas rencillas familiares y la homofobia, ya que se sostiene que desde el siglo XIX la familia García Rodríguez (la del padre del poeta) y las familias Roldán y Alba mantenían rencillas familiares, incluidas discusiones por repartos de tierras compradas a medias, a las que se sumaron sus distintas tendencias y ambiciones políticas ya que los Lorca eran republicanos y los Roldán de Acción Popular. Unas circunstancias que culminaron cuando García Lorca publicó en 1936 La casa de Bernarda Alba , una obra escrita con mala baba, como se solía decir, en la que el poeta fotografía a su manera a estas familias con las que la suya mantenía enemistades como una venganza personal por muchos años de pleitos, y que la edición de esta emblemática obra tiene mucho que ver con su muerte, por lo que se podría decir que a Lorca, lo mataron sus primos, de hecho, el marido de una prima lejana del padre de García Lorca fue uno de los autores materiales.






Retomando de nuevo la biografía de Joaquín amigo, decir con tristeza que es casi desconocida, y casi se limita a su propio nombre, su nacimiento, sin fecha, y la fecha de su muerte, poco más. Todo esto, sugiere un mundo de dudas, preguntas sin responder, incógnitas silenciadas, corredores oscuros de puertas cerradas, y un frío e impertinente silencio. Escritor y profesor, amigo de Luis Rosales, del que ya hemos hablado, y, como hemos visto también, del propio Lorca, cuyo fatal destino unió sus muertes, y las dos, con el mismo final, la cruda y cruel venganza.

Joaquín Amigo, discípulo y coetáneo de las vanguardias y de Ortega y Gasset, fue arrestado el veinticuatro de agosto de 1936 en Ronda, donde estaba destinado como catedrático de instituto. Lo detuvieron en la noche del 24 de agosto en su propia casa. Estaba rezando de rodillas cuando llegaron a por él. Se marchó sereno y tranquilo hacia el martirio. Estuvo preso dos noches y dos días en la cárcel de Ronda. Condenado a muerte, él sabía quién era el responsable y pudo señalar al denunciador pero no lo hizo porque como dijo su mujer, Joaquín era un verdadero cristiano. La madrugada del 27 de agosto de aquel año, tan sólo una semana después de la muerte de su amigo García Lorca, sus asesinos le despeñaron por el desfiladero del Tajo de Ronda (Málaga), el resto, como se suele decir, es de sobra conocido.





El epitafio de su vida, sea quizás un soneto desconocido, una prosa mal escrita, una historia sin terminar, porque precisamente acabó en el fondo de un barranco, de la manera más cruel, viendo a la muerte venir de lejos, y oliendo el nefasto y pútrido olor del odio sin sentido, o lo que es peor, el más vil de los trances de la memoria de la historia, el propio olvido. Valga entonces aquí el homenaje del que suscribe, a la memoria de don Joaquín Amigo Aguado.

Aingeru Daóiz Velarde.-




martes, 24 de agosto de 2021

SALVADOR VICENTE ALARCÓN HORCAS. LA IMPUNIDAD DEL SILENCIO.

SALVADOR VICENTE ALARCÓN HORCAS. LA IMPUNIDAD DEL SILENCIO.

Salvador Vicente Alarcón Horcas: nacido en Baena (Córdoba) el 5 de abril de 1884. Escritor y magistrado del Tribunal Supremo, era católico y permaneció fiel al Gobierno republicano tras el levantamiento de 1936.

Fue catedrático en la Universidad de Sevilla y miembro del Ateneo de Sevilla.

Especializado en el área del derecho laboral, en 1923 asistió al jurista regeneracionista Antonio Rodríguez Martín en la redacción del libro Accidentes del trabajo. Al año siguiente publicó la monografía Protección jurídica del niño pobre en el nuevo derecho internacional. En 1927 daría a imprenta el primer tomo de sus aclamados comentarios al Código del Trabajo, obra que terminaría de volverse accesible al público en 1929 con la publicación de su segundo y último tomo. Ese texto lo convirtió en la máxima autoridad en materia de derecho laboral de la España de la época y en una referencia obligatoria para todo aquel que quisiese abordar el tema.

En 1928 se instaló en Madrid, donde pasó a ser Juez de Primera Instancia e Instrucción del Distrito de la Latina. En febrero de 1934 ascendería finalmente a la magistratura del Tribunal Supremo de Justicia de España.






Alarcón Horcas era un hombre de profundas convicciones católicas, que tenía muy presente que la cuestión obrera en España podía abordarse desde la mirada de la Doctrina Social de la Iglesia. Gracias a ello el gobierno de Miguel Primo de Rivera lo tuvo en alta estima y le confirió la responsabilidad de organizar el Juzgado de Instrucción Especial Anticomunista, el cual persiguió a famosos comunistas como José Bullejos, Vicente Arroyo Pérez y Jesús Hernández Tomás por conspiradores.

Emilio Mola, a la sazón Director General de Seguridad, preocupado por lo poco que se había hecho para neutralizar la avanzada de los comunistas en territorio español, convocó a Alarcón Horcas para que intensificase la represión estatal contra los subversivos que respondían al Komintern, fundada en marzo de 1919, por iniciativa de Lenin y el Partido Comunista de Rusia, que agrupaba a los Partidos Comunistas de los distintos países, y cuyo objetivo era, supuestamente, luchar por la superación del capitalismo, el establecimiento de la Dictadura del proletariado y de la República Internacional de los Soviets, la completa abolición de las clases y la realización del socialismo, como primer paso a la sociedad comunista como fijaba en sus primeros estatutos. Por lo visto, la historia lo ha confirmado, fracasó estrepitosamente en todo, excepto en los millones de muertos masacrados, como por ejemplo:

Más de un millón de personas asesinadas por motivos políticos o religiosos.

Entre 300.000 y 500.000 cosacos asesinados.

Cientos de miles de trabajadores y campesinos asesinados por hacer huelgas.

240.000 muertos en la represión de la rebelión de Tambov.

Más de 50.000 prisioneros de guerra blancos ejecutados.

Entre 3,9 millones y 7,75 millones de muertos por hambrunas entre rusos, kazajos y tártaros.





Así fue que a principios de 1931 el jurista viajó a Suiza para participar de un congreso de la Entente Internacional contra la Tercera Internacional, llevando consigo un amplio informe sobre la penetración soviética redactado por el policía Mauricio Carlavilla. A su regreso a España, se especuló con que Alarcón Horcas remplazaría a Mola en su puesto, pero la proclamación de la Segunda República alteró los planes. El plan de la Tercera Internacional, era promover dictaduras comunistas en toda Europa, ese era el plan de Lenin, pero, para desmitificar a Lenin hay primero que romper otros mitos. El más básico es que cuando estalló la Revolución bolchevique el 7 de noviembre de 1917, los comunistas no derrocaron al Zar, que por cierto ya no reinaba, sino que abortaron la incipiente democracia en Rusia, aprovechando la crisis surgida entre conservadores y socialistas. Tras el asalto violento al poder por parte de los comunistas, estalló una guerra civil que duró cinco años, y en la que -ya desde el poder- se enfrentaron los bolcheviques -que resultaron vencedores- contra todos sus rivales. Era el comienzo de una sanguinaria dictadura que duraría más de 70 años, hasta la desaparición de la URSS en 1991.

Alarcón Horcas, tentado en más de una ocasión por monárquicos y republicanos para que saltase a la arena política, el jurista optó por no hacerlo, convencido de que podía hacer más por su patria desde su puesto en los juzgados.

En 1932, queriendo iniciar una ola de violencia anticlerical como la de 1931, un par de jóvenes incendiaron la Iglesia de San Julián, asiento de la Hermandad de Hiniesta, una cofradía católica a la que Alarcón Horcas pertenecía. El barbárico hecho conmovió al jurista, que donó dinero para la reconstrucción del templo.



En 1934 recayó sobre Alarcón Horcas la responsabilidad de investigar el secuestro de arsenales clandestinos hallados en Asturias, Andalucía y las Vascongadas. Su pesquisa lo llevó hasta tener que tomar declaración a Manuel Azaña y a Santiago Casares Quiroga, los líderes del partido Izquierda Republicana. La instrucción del sumario, aunque hecha de manera impecable, no contentó a los políticos republicanos, pues unos querían que el juez presionase a Azaña y Casares Quiroga, y los otros querían que la acusación sobre ambos dirigentes fuese anulada. Finalmente el Congreso de los Diputados votó para que no se expulsase del cuerpo a los políticos investigados por Alarcón Horcas, y la causa del contrabando de armas destinadas a equipar a la masa obrera terminó sin resolución...Éste, fue el segundo golpe de estado contra la propia República. Promovido por la revolución de Asturias desencadenada en la noche del 4 al 5 de octubre de 1934 por la izquierda comunista y por el PSOE, dominado por Largo Caballero, secretario general de la U.G.T., que desempeñaba en el momento de la Revolución el cargo de presidente del PSOE. Así, de esta manera, concluyó la intervención política y la manipulación del poder judicial.






Salvador de Madariaga, intelectual republicano, antifranquista por supuesto, exiliado en Suiza, ha escrito que la Revolución de Octubre fue imperdonable, y que el argumento de que Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falso, como pude comprobar en una larga conversación, que tengo grabada, mantenida con el líder de la CEDA en Madrid en el año 1973. La revolución de Asturias fue un error del PSOE, como reconoció Indalecio Prieto en las palabras que le honran, pronunciadas en el Círculo Cultural Pablo Iglesias, de México, el 1º de mayo de 1942: "Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario". Los combates se saldaron con 1.361 civiles muertos, 100 guardias civiles, 51 guardias de asalto, 16 carabineros, 19 miembros de otras fuerzas de seguridad y 98 militares muertos. Causó casi 3.000 heridos, además de más de 30.000 detenidos. La Legión permaneció en Asturias de guarnición hasta marzo de 1936 cuando el nuevo gobierno del Frente Popular decidió devolverlos a Marruecos.

Al producirse el pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936, Alarcón Horcas permaneció fiel a la República. Sin embargo José Antonio Primo de Rivera, durante una intervención en las Cortes en marzo de 1935, había vaticinado que, cuando tuviesen la oportunidad, los hombres de Azaña se vengarían del jurista. Fue el mismo Frente Popular Comunista, el que adoptó las medidas para amedrentar al magistrado.





El periódico marxista Claridad recordó a principios de agosto de 1936 que Alarcón Horcas había intentado procesar a Azaña. Poco después un grupo de chequistas, vinculados al Frente Popular, secuestró al jurista y lo ejecutó en el parque madrileño Casa de Campo. Cuando Azaña se enteró del hecho, aparentemente se habría indignado, temeroso de que lo acusen de ser el autor intelectual del homicidio de un hombre que no se había unido a los sublevados. De todos modos la pobre investigación judicial para encontrar a los homicidas nunca arrojó resultados y el crimen terminó quedando impune. Se incoa la causa con motivo de la desaparición de Salvador Alarcón Horcas, magistrado del Tribunal Supremo, cuando en el registro domiciliario de Enrique Puertos Fernández por parte de unos milicianos y dos guardias de asalto fueron detenidos los dos, apareciendo más tarde el cadáver de Salvador Alarcón Horcas en el Depósito Judicial. Se produce el sobreseimiento provisional de la causa conforme al nº 2 del artículo 641 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Alarcón Horcas fue uno de los dos miembros del Tribunal Supremo de Justicia de la II República de España que cayeron asesinados durante la Guerra Civil.

Entre sus obras destacan:

Accidentes del trabajo (junto a A. Rodríguez Martín). Madrid: Reus, 1923.

Protección jurídica del niño pobre en el nuevo derecho internacional. Sevilla: Imprenta Eulogios Las Heras, 1924.

Código del Trabajo. Comentarios, jurisprudencia y formularios (dos tomos). Madrid: Reus, 1927-1929.



BIBLIOGRAFÍA

ABC (Madrid) - 18/01/1935

“El incendio de la iglesia parroquial de San Julián”, en: El Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 578, de abril de 2007.

CANCIO FERNÁNDEZ, R.C. (2006): "El Tribunal Supremo durante la Guerra Civil (1936-1939): vicisitudes y duplicaciones", en Congreso La Guerra Civil Española 1936 - 1939. Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.

Rollo nº 1049/1936 del Tribunal Popular Especial de Madrid del sumario 257/1936 incoado por el Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid por desaparición y muerte de Salvador Alarcón Horcas.

 

 

 

martes, 17 de agosto de 2021

LA EDAD DE LA INOCENCIA

 LA EDAD DE LA INOCENCIA

La edad de la inocencia, el amor cautivo de sí mismo, ese que ayer conocimos tras la distancia de una mirada escondida en la lejanía, hoy,  convertido en el reflejo de un recuerdo, en un sueño dormido que a veces despierta cuando el sabor de la vida se hace amargo, o demasiado difuso y oscuro el tiempo de la soledad.

La edad de la inocencia, un susurro vestido de largo tras los rosales del jardín de la ingenuidad, la promesa de un regalo mágico al atardecer del mañana, la ausencia de aquellos viernes con el anhelo impaciente de que llegara pronto un nuevo lunes para volverte a ver, la edad de la inocencia, aquella que aceleraba de pronto el ritmo infantil del corazón, momentos antes de que pronunciaras mi nombre,  tras el muro en el que tantas veces lloré la amargura de tu despedida.

Aquel clandestino encuentro de un crepúsculo cualquiera, horadó para siempre el frágil músculo de mi corazón, para anillarlo y sujetarlo de cadenas eternamente, en loor de tu memoria, mi primer amor.

La evocación de los tirabuzones de tu pelo negro de media melena, que con descaro rozaban tus hombros, y apuñalaban a traición mi timidez, todavía hoy me hacen perder el sentido, y me quedo un rato, como aquel entonces, ensimismado, escuchando la música de tu voz.

La edad de la inocencia, aquel lazo que con fabulosa gracia lucías a veces azul, a veces rojo, a veces…a veces. Cuantas veces he rememorado aquel último y primer beso de nuestra despedida, un simple roce, un turbado sofoco de rubor, de sonrojo, apagó nuestras miradas, y luego, las avivó de nuevo para siempre en el brillo oscuro y amplio de tus ojos negros, efecto y condena de mi perdición.   



Una promesa, un medroso roce de nuestras manos, un para siempre, aquel pajarillo que te regalé, aquella rosa que con una caricia me ofrendaste, y que todavía guardo disecada en el libro de cuentos que tantas veces juntos, pudimos vivir, soñar, y leer.

La edad de la inocencia, aquella luna, que caprichosa empujaba a la tarde para vestirla de anochecer, separaba nuestro mundo, pero unía nuestras fantasías e ilusiones que nos llevaban a añorar pronto la nueva salida del sol del amanecer.

Quien volviera a verte, inocencia, quien a sentirte de nuevo, a vivirte, a respirar tu limpieza, el aroma de la ingenuidad, el candor de la  tibieza, la pureza del primer sentimiento que justifica y da la razón al deseo de volver a sentir el calor y el color de aquella primavera otra vez.

La edad de la inocencia, hoy, la retengo en mi memoria como un tesoro más que valioso,  inestimable, único, casi más que precioso, tanto como desprecio tu ausencia, y este ingrato mundo al que no pertenezco, y me ha tocado vivir.

La edad de la inocencia, el susurro apagado de un te quiero en la despedida, una mano levantada al viento y un adiós, como un te espero en la eternidad, que reza la losa que guarda mi angustia, y el pesar de que me falta el valor para arrancarme la vida, y volverte de nuevo a encontrar.

 

Aingeru Daóiz Velarde.-

 



lunes, 16 de agosto de 2021

TOROS, ANTITAURINOS Y TAUROMAQUIA

 TOROS, ANTITAURINOS Y TAUROMAQUIA


Al margen de que seamos o no aficionados a los toros, es indiscutible que la Tauromaquia forma parte del patrimonio histórico y cultural de los españoles: en el mundo entero se la ve como una seña de identidad de la cultura española. Se ha declarado legalmente que la Tauromaquia (el conjunto de actividades artísticas y productivas, incluyendo la crianza y selección del toro de lidia, que confluyen en la corrida de toros moderna) es expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español, forma parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial. La Fiesta posee todos los requisitos necesarios para ser incluida en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.



Tiene un impacto económico de 3.560.000.000 euros, y cada euro invertido, genera 2,40 euros, y se recaudan alrededor de 140. Millones de euros en IVA, y crea alrededor de 200.000 puestos de trabajo. El toro de lidia, ocupa una séptima parte de la dehesa ibérica, unas 500.000 hectáreas, ejerciendo un efecto beneficioso para la conservación del ecosistema. El valor económico además, que conserva el territorio de la ganadería de lidia, es de 1.800.000.000 euros., y el valor del coste de la producción de un toro bravo, cuesta unos 4.500 euros. Resulta evidente que una hipotética prohibición de las corridas supondría la desaparición del toro bravo como especie; la única aportación original de España a la zootecnia universal. Sin Tauromaquia, el toro no moriría en las Plazas porque, pura y simplemente, no tendría la oportunidad de nacer, se extinguiría.

Además, la cría del toro bravo permite que subsista la dehesa, como espacio natural protegido para el mantenimiento de la biodiversidad, la prevención de la desertización y la conservación de la flora y fauna autóctonas. A estos indiscutibles valores ecológicos se unen los económicos. La Tauromaquia es una actividad profesional legítima; da de comer a muchas familias; aporta mucho dinero a las arcas públicas, en concepto de IVA y por el canon de explotación de las Plazas de titularidad pública. En contra de lo que algunos pretenden, la Tauromaquia no recibe subvención directa alguna (en contraste con lo que sucede con el cine, el teatro, la música, la danza o el circo, por ejemplo).








A pesar de los ataques que recibe, la Fiesta es el segundo espectáculo de masas, en España: constituye un elemento turístico fundamental, que genera muchos millones de euros. Sería suicida desmantelar un sector económico tan importante. Y, por supuesto, resulta esencial mantener la libertad de empresa y la unidad de mercado.



A los valores ecológicos y económicos hay que unir los innegables valores culturales de la Tauromaquia, si entendemos la cultura como el conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo. Así la define el activista anti taurino José Enrique Zaldívar y su conclusión es esta: «Podemos decir que sí, que la Tauromaquia ha formado parte de la cultura de algunos pueblos del mundo y, sin duda, de la de España». La pluralidad de sus valores culturales es evidente. El toro bravo es un elemento esencial en las fiestas de muchos pueblos.

La Tauromaquia va unida a nuestra historia; no tiene ideología, es del pueblo; impregna el lenguaje cotidiano de todos los españoles, sean o no aficionados. Como cualquier arte, implica una adhesión libre; tiene un origen (español, en este caso) pero posee una proyección universal. Ha inspirado a creadores de todos los sectores artísticos, todas las épocas y tendencias estéticas. El toro bravo es un símbolo de España: “la piel de toro”, “el ruedo ibérico”. El torero es un héroe popular, encarna unos valores. La Tauromaquia supone una ética.







Según la Ley de Patrimonio Histórico, este trasciende el ámbito de competencias de una Comunidad determinada: es competencia del Estado garantizar su conservación y promoción, así como tutelar el derecho de los españoles a su conocimiento, acceso y libre ejercicio. Esto es perfectamente aplicable a la Fiesta. Las conclusiones son claras: sin la Tauromaquia, sufriríamos una triple pérdida: ecológica, económica y cultural. Hay que evitar el dirigismo, mantener un ámbito de libertad: no se debe imponer pero tampoco prohibir; sí, proteger y fomentar. En cualquier lugar de España, todos los que lo deseen tienen derecho a acceder y disfrutar de este patrimonio nuestro.



Es necesario recordar que la matanza de cerdos, corderos, o la de vacas, o la de pollos o gallinas, o la de cualquier otro animal, incluido el pescado o el marisco, puede resultar incluso más brutal, ya que el toro de lidia, tiene su oportunidad. El toro hasta el momento de la lidia es un animal que vive en completa libertad y muy bien alimentado, nada comparado con el sufrimiento que se inflige a animales de granja, como las ocas, a las que se sobrealimenta hipertrofiándoles el hígado para obtener más cantidad de paté, o los terneros a los que se mantiene a la fuerza, permanentemente de pie, hasta el momento del sacrificio.

Los anti taurinos tienden a utilizar términos incorrectos y a confundirse con éstos. Las corridas de toros no son crueles en sentido estricto. La primera acepción de la palabra cruel en el Diccionario de la Real Academia Española es un adjetivo para definir a aquel que se deleita en hacer sufrir o se complace en los padecimientos ajenos. No conozco un solo taurino que acuda a la plaza a deleitarse o a complacerse del sufrimiento del toro. Nuevamente seamos serios y hagamos un esfuerzo intelectual: si lo anterior fuera cierto, los rastros y mataderos de reses y cerdos serían más grandes que la Plaza México, ahí sí que son asesinados brutalmente después de llevar una vida absolutamente miserable. ¿Qué necesidad tendríamos de ver el rito taurino con todas sus formas y reglas, y esperar más de dos horas para que mueran solamente 6 toros, si lo que realmente importa es ver cómo sufren? ¿Para qué matar al toro con un estoque (espada), cuando se podría colgar al animal, y desollarlo vivo, como sucede en los rastros, o en los mataderos?, invito a que busquen, y advierto que las imágenes puedes ser espeluznantes, pero resulta que todos esos que tanto protestan, comen carne, y o pescado. Los toros es un espectáculo crudo, eso es innegable, pero jamás cruel.







Sobre la suerte de varas, es sobre lo que más se ha criticado. La suerte de varas se sigue haciendo mal en casi todas las corridas de casi todas las plazas de España. Es un gran fracaso de la tauromaquia actual. Y más, cuando la suerte de varas es la responsable máxima de que naciera y de que se mantenga el ganado bravo en España, pues es con la puya con la que se ha podido seleccionar la bravura del ganado en los tentaderos y medir la bravura de los toros en el ruedo. Lo que sí parece estar cada vez más claro es que el toro bravo necesita sentir el efecto de la puya para que aflore el sentimiento de bravura que lleva impreso en su código genético, bravura que le ayuda a superar con éxito el posible dolor y el estrés de la lidia y del ejercicio. Estamos convencidos de que la suerte de varas bien realizada ayuda a mejorar el comportamiento del animal durante la lidia.



La acción de la puya, y en menor medida de las banderillas, hace que el animal segregue endorfinas, que son opiáceos internos que bloquean los receptores del dolor y amortiguan dicha sensación. También produce la secreción de cortisol, hormona esteroidea que le ayuda a superar el estrés de la lidia y del ejercicio, y de la dopamina, que es un neurotrasmisor que incrementa la frecuencia cardíaca y la actividad motora, con lo que se mejora la funcionalidad para la lidia. En estos fundamentos científicos empiezan a estar de acuerdo ganaderos, toreros y estudiosos, ahora solo es necesario trasladarlos al público para convencerle de la necesidad de la suerte de varas para el correcto desarrollo del espectáculo, pero hay que hacerlo bien, y para ello, es necesario crear escuela.



Herir y atacar durante unos pocos minutos a unas pocas bestias que han vivido previamente de manera tranquila y libre durante cuatro años) es incomparable con las condiciones de “vida”, si es que podemos llamar a eso vida, de la mayoría de animales que se crían para el consumo humano, y que apenas suscitan alguna puntual reprobación y nunca potentes movimientos de indignación o de rechazo. Y no hablaremos de todos los sufrimientos, aflicciones, penas, frustraciones, calamidades, carencias, privaciones, miserias, desgracias de todo género que afectan a los hombres del mundo que son moralmente de un peso infinitamente superior al del malestar animal y que provocan impotentes protestas rápidamente olvidadas.

Las corridas de toros no tienen como objetivo hacer sufrir a un animal de hecho no más que la pesca con caña, la caza deportiva, el consumo de langosta, el sacrificio del cordero en la fiesta grande musulmana o en cualquier otro rito religioso. Estas prácticas no tienen como objetivo hacer sufrir a un animal, aunque puedan tener ese efecto. Si se prohibieran todas las actividades humanas que pudieran tener como efecto el sufrimiento de un animal, habría que prohibir un importante número de ritos religiosos, políticamente correctos por venir de una religión concreta, de actividades de ocio, de prácticas deportivas y hasta gastronómicas, incluyendo el consumo normal de carne o pescado, que además implica estrés, dolor o incomodidad para las especies afectadas.








Un ejemplo de lo que se busca lo tenemos en el partido político Podemos, la propuesta de su formación de retirar todas las ayudas a la tauromaquia y cerrar el Centro de Asuntos Taurinos de Madrid, plantea destinar mayores recursos a los Centros de Protección Animal. Podemos dice en su manifiesto que si bien comprende que la tauromaquia es una "manifestación cultural ancestral" también lo es "el patriarcado y el machismo", por lo que ha abogado por avanzar hacia el fin las corridas apostando por no subvencionarlas. "Hemos demostrado ser eficaces terminando con las corridas de toros sin prohibirlas"...sin embargo, es gracioso que sobre el Eid al Adha o Aid al-Adha, la fiesta del cordero, diga que "Son sus costumbres y hay que respetarlas". Y punto. Al igual que quieren prohibir la fiesta de moros y cristianos. El dogma de fe habitual de la progresía nacional para intentar justificar lo injustificable. Los de fuera, siempre primero. Congénita endofobia de la izquierda en España, es decir, se entiende como la aversión o desprecio a los aspectos de la identidad cultural y/o características fenotípicas del propio grupo étnico, como también a los individuos de la misma nación, ya sea solo por tener la nacionalidad o los aspectos socioculturales de la idiosincrasia del país, y además, se arrastra a todos aquellos que tienen falta de conocimiento, no de sensibilidad, que es diferente, lo que ocurre, es que la sensibilidad, pasa lo mismo que con la esposa del César, que además de tenerla, hay que demostrarla, pero para todo, no sólo para una parte.






Me gustaría reivindicar aquí, parte del pregón del escritor catalán Idelfonso Falcones en el curso del pregón taurino, organizado por la Real Maestranza de Caballería, que marcaba el inicio de la temporada en la plaza hispalense.

Los movimientos animalistas ganan terreno; la liberación animal y el fin de su sufrimiento están considerados como una de las causas que ocupará un lugar central en las reivindicaciones sociales del siglo XXI. Ese enemigo se muestra ante la sociedad como heredero de la causa antiesclavista, protector de la igualdad de la mujer y de los niños, y acérrimo adversario del machismo, que nace del maltrato al toro. Los animalistas no solo encarnan el bien común,, sino que se imputan la representación de la mayoría social y, sentada esta premisa, promueven el rencor contra un colectivo que encuentra arte y sentimiento en las corridas de toros.

Aludiendo al artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que establece la necesidad de tener plenamente en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como “seres sensibles”. Pero en 1992, siempre según el texto del pregón de Ildefonso Falcones, las organizaciones animalistas dan un paso más y atribuyen a los animales libertades básicas, lo que les convierte en “seres sintientes”.

El Parlament de Cataluña añade en la declaración de la ley que prohibió los festejos taurinos en 2010 lo siguiente: “El toro es un animal mamífero con un sistema nervioso muy próximo al de la especie humana, lo que significa que los humanos compartimos muchos aspectos de su sistema neurológico y emotivo”.

Y el comentario del pregonero no tiene desperdicio: “Es una pena que mientras el Parlamento catalán acercaba tanto a toros y humanos se eligiese de forma popular al burro como animal representativo de Cataluña, evidentemente como parte de esa campaña institucional anti taurina y rechazo al símbolo nacional del toro. A saber qué aspectos compartimos los catalanes con el burro, un animal tonto y sumiso por definición…”

Son los propios animalistas, afirma Falcones, los que en un alarde de fantasía y quimera en la que acostumbra a caer todo movimiento populista y revolucionario, nos ofrecen los argumentos suficientes para defender, entiendo que con visos de éxito, los ataques a las corridas de toros. Asumamos que los toros bravos, añade Idelfonso Falcones, son seres sensibles y sintientes, y como tales no solo tienen miedo, frío, placer, estrés, sino que también tienen orgullo, dignidad, valor, espíritu de lucha, arrogancia…Llegado a este punto, el pregonero se pregunta: ¿Cuál es la preferencia de un toro bravo: morir en un matadero como un manso o hacerlo peleando en la plaza… de la que algunos, los mejores, salen vivos?.

Según Falcones, existen miles de recursos gráficos a través de los cuales podemos definir con exactitud cuáles son esos intereses y cuáles los verdaderos sentimientos del toro bravo; documentos que acreditan la bravura de estos animales, en contra del criterio de los animalistas que sostienen que el toro embiste en la plaza porque se le encierra y se le impide la huida.

Llamemos a los animalitas, pregona el escritor catalán, a esos etólogos que hablan de una simple reacción defensiva, sentémoslos en un cine y proyectemos centenares de corridas en las que el toro, habiendo sido picado una vez, habiendo luchado contra el caballo, embiste de nuevo, igual que hace cuando le citan con las banderillas y luego con la muleta”. A su juicio, el toro bravo sigue mostrando su raza después de ser estoqueado, y algunos ejemplares se niegan a doblar en la arena y deciden morir con grandeza; rechazan el amparo de las tablas, olvidan las querencias y, heridos de muerte, caminan hacia los medios. Y allí, doblan y mueren arrogantes a la vista de todos, reivindicando su casta. Ese será el legado de un toro bravo que decide morir con dignidad, como ningún otro animal en el orbe lo hace.

Si hablamos, pues, de derechos de los animales, concluye el pregonero, es difícil negar el del toro bravo reclamando su protagonismo en la fiesta al mismo nivel que el hombre; y ahí es donde, tal y como pretenden los animalistas, podemos igualar a animales y personas, esos dos protagonistas que salen a jugarse la vida en una plaza de toros.

¿Acaso no es un comportamiento propio de la especie del toro bravo la de embestir, pelear y morir con soberbia y valentía?; se pregunta Falcones.



Y la muerte de los animales, a su juicio, es algo que los grupos animalistas no tienen muy bien estudiado, de modo que este movimiento no solo nos quiere quitar la fiesta, sino que también nos quieren negar un buen chuletón, un solomillo o el pescaito frito. Y lucharán por ello, no les quepa duda, y eso es lo que nos espera. Y a aquel que se siente delante de una buena carne o un buen pescado lo tratarán de machista porque ha ejercido o, cuando menos, se aprovecha de la violencia sobre los animales, y eso conlleva violencia sobre las mujeres, los niños y los débiles, tanto más machista y fascista cuanto mayor sea la pieza que le sirven en el plato...De esto último, tenemos un ejemplo cuando un tal Alberto Garzón, Ministro del Gobierno de Sánchez, aconsejaba de momento, comer menos carne, esto no lo dijo el escritor catalán, lo dice el que suscribe.






El toro bravo, terminó Idelfonso Falcones, está destinado a luchar o a ser sacrificado; nadie va a alimentarlo sin la contrapartida de un rendimiento. Nadie, ni los ganaderos, ni el Estado, ni los animalistas, ni los abolicionistas…

Y el teatro Lope de Vega de Sevilla, de bote en bote, se puso en pie y dedicó al pregonero una larga y sentida ovación porque sus emocionadas palabras habían servido de bálsamo para tantas conciencias afligidas por corrientes anti taurinas que pretenden acabar con el toro, su arrogancia, y esa forma de entender la belleza que es el toreo…

Ya para terminar este largo alegato, en conclusión, a todo lo que se ha especificado, conviene recordar algunas cuestiones, y es que la tauromaquia es parte de la cultura Española y tiene una tradición milenaria. Es uno de los pocos restos de antiguas culturas orientales. Excomulgarla sería menospreciar este componente tan especial de la cultura Española. Antes de la corrida, al toro bravo se le trata mucho mejor que a los toros de matanza de la bioindustria. La corrida de toros es una muestra del aprecio y respeto de la fuerza del animal. Se podrían tener en cuenta también la promoción en los derechos de los animales otras circunstancias como argumentos de experimentos con animales, los propios animales de un circo, además, y esto es lo más gracioso, seguro que todos o casi todos esos que abominan de las corridas de toros y hablan del maltrato animal, además de comer chicha, mantienen animales domésticos a los que se les priva de libertad, dígase perros con correas y bozales, gatos encarcelados en casa, aves enjauladas, etc. etc, y que conste que lo digo como un guiño, a quienes les gustan los animales, y también los toros. También están otros temas como la caza por placer, la caza de focas, la caza deportiva, o la industria peletera. Cualquier argumento en contra no es más que pura y simple demagogia barata, es decir, una estrategia utilizada para conseguir el poder político que consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología o lo que es lo mismo, la ignorancia o el no conocimiento, y la propaganda política, dentro de una vorágine animalista que nos envuelve con el objetivo claro y, por encima de todo, declarado, de destruirnos como taurinos.



Prohibir los derechos de ejercicio profesional, diversión y esparcimiento de profesionales del toreo, aficionados y simpatizantes, es un atentado en contra de los derechos de una minoría que revela a todas luces los mejores atributos de nuestra identidad nacional que son: el bienestar, la pasión, el valor, el arte y la lucha por triunfar en la vida. Todo puede ser respetable, pero sin imposición.  Es mi opinión.















domingo, 15 de agosto de 2021

LA DAMA DORADA

LA DAMA DORADA.

Cuenta una historia puesto el sol en la media tarde, donde al tiempo de sonar los clarines, una mirada que arrebata los corazones tienta a la suerte de la muleta, al ponerse con arte delante de un toro, y limar sus asperezas, dando cuenta de la vida y hazañas de las bravas y nobles damas que durante ya casi dos siglos, vienen contando la historia en femenino singular, tradicional, romántico e incomparable mundo de una historia que no es otra que la mujer en el arte, y en la moda del ruedo, y a la vez, en la muerte o el triunfo desde el mismo toreo, el tradicional rejoneo, ganadera, y en las más, esposa y madre de toreros...Deja su impronta en el ruedo, venteando seis verónicas seguidas sujetando el capote antiguo con la firmeza de dos manos paridas al tiempo que el bramido de un becerro ve por primera vez la luz del sol al amanecer, en un quite que recibe al toro de la casta de Costillares, en el lance más antiguo descrito en la carta de torear que Pepe Hillo dejara grabado a sangre y fuego en sus tauromaquias, flequillo de mujer suelto al viento, peinada con larga trenza recogida, con la suerte de frente, y una mirada de ojos negros que retienen el suspiro de la pasión.





El bravo pasa de largo, se detiene, se revuelve, y mira desconcertado el plante de la dama dorada, que mira de frente citando con la cabeza, mentón de la barbilla hacia arriba, clamando con un eh otras tres, avanzando la pierna diestra con fuerza y firmeza hacia adelante, chula, compuesta, impasible, provocadora y dispuesta a la vida y la muerte en la embestida, sosteniendo enseguida el capote con ambas manos a la altura del pecho, con chicuelinas, recogiendo seguido por abajo, y envolviéndose en el trapo, como si se adornara a la vez en un traje de seda al estilo de un palabra de honor.

El hijo de Islero que arrebatara la vida a Manolete, se revuelve con despecho, y arrastra la pata en la arena del ruedo, advirtiendo la amenaza de fuerza y bravura, que sólo un Miura es capaz de crear en su sombra. Medio millar de kilos de furia de negro color, estrapelao y bragao, olfatea y ruge a la agonía y la muerte en el ruedo, cortando el silencio y arremetiendo de nuevo con la furia de los pitones a media altura, al tiempo que la dama de oro lo recibe  esta vez, tentando a la suerte con unas gaoneras, de espaldas al animal, ojos abiertos al tendido que observa espantado el atrevimiento, dejando la mayor parte del vuelo a la derecha, levantando el capote al paso del astado y dando rápidamente medio giro hacia el lado opuesto de la embestida, acariciando con suavidad el lomo del animal, que levanta la cara horadando el cálido viento, absorbiendo a su paso el perfume a jazmín de la pasión, vestida de luces.




 De seguido, la Dama Dorada, se da cuenta que ha recibido un roto en el traje de luces, a la altura del muslo, sin herida ninguna, asomando la piel morena, y recibe inmediato al bravo con lances alternos de larga cambiada con el extremo del capote, con lagartijeras, dando muestras de tacto y arte, sin perder la vista al animal, que la sigue, la roza, casi la acaricia con la suavidad aterciopelada de piel con la piel, en un juego de lances de baile, movimientos alternos precisos, sofoco, deseo y susurro, y el plante del toro, que la mira embelesado, arrima la cara a la arena sin perder de vista a la mujer, que lo cita otra vez, y recibe el nuevo lance con la suerte del quite arriesgado de Delantales, acercando el capote a la cintura al paso del toro, tentadora y valiente, para tentar enseguida a la suerte Navarra, girando en dirección contraria a la embestida del Islero, intercalando de nuevo con tres verónicas y un suspiro ahogado al momento que Cúchares, desde el cielo de los toreros, cierra los ojos para no ver el final.


El roble, bufa con furia, y se revuelve  cegado por el sabor de la piel del muslo que asoma, y de seguido, la dama dorada que lo observa, tapa con la traidora muleta, y lo tienta de nuevo con un eh arrebatador, y lo recibe con una giraldilla con la muleta asida con la mano zurda por detrás, y el otro extremo con la diestra, con la figura inmóvil, girando sobre sí misma lentamente, para alcanzar tres pases seguidos más.

El público revienta en aplauso, y el toro, desconcertado , mira al tendido, y gira la cara para observarla de nuevo. Esta vez, la trenza le cuelga por la parte delantera de su pecho, esbelto, firme, mirada seca, seria, labios entreabiertos…Se da media vuelta con gracia, camina cuatro pasos al centro, y se gira tentando a la suerte con tres pases de trincherilla, rematando con un pase del Desprecio que acaba la tanda.

El bocel Sansón embiste de repente, sin esperarlo, y la Dama Dorada lo recibe sorprendida, pero maestra en la suerte de una arrucina en un pase de muleta montado con prisas con la mano derecha para pasarla de por la espalda con la izquierda citando de nuevo al Isleño, girando al tiempo para vaciar la embestida y tornar su brazo derecho a la posición natural, pero esta vez, le quema el costado, y el astado, se lame la sangre vertida de ella en una herida pequeña, simple, pero suficiente para saber que ahora, el morlaco, a probado no solo el tacto y el olor de su piel, sino el sabor de su sangre, y el duelo, terminará con el trance final, y el recuerdo, o el llanto.





El de Lidia se sabe ganador, el sabor dulce de la sangre de la Dama Dorada, le da fuerza, aspira el perfume de jazmín mezclado con el aroma del sudor, en una mixtura jenízara de locura, pasión, deseo y muerte. Recuerda a Barbudo y a Pepe Hillo, a Antonio Bienvenida y a Conocida, a Navajito indultado, a Pocapena y a Granero llamado a ser el sucesor de Joselito, a Manolete y a su antecesor, aquel otro Isleño negro y bravío de casta, la tragedia de Burlero y el Yiyo en Colmenar, o Bailaor y el Gallo, el rey de los toreros en Talavera, o la que tan bellas canciones inspiró la de Avispado y Paquirri en la cordobesa Pozopblanco, o en ésta, en la que Dios repartirá de nuevo, la misma suerte, a su manera…

La Dama dorada lo cita con una mirada profunda, de fuego, y entra el astado a la Capeína como un remolino de viento y fragancias añorando rozarla de nuevo y sentir el calor de su piel herida, y hacerlo sin rencor por penúltima vez, al aguardo de recibir en el medio camino del empeño a pie. La ve de reojo cambiar el hierro, y la ve de nuevo mirar, con ese brillo en sus ojos, esa mirada que se pierde en los pensamientos escondido, como dice la canción, entre la jara, mirando a la luz de la luna en los espejos del río, los sonidos del agua, la duda en el corazón de la bestia, como una marca de vida, lo hace recelar si de verdad es ganador, o se pierde en la derrota en el fondo de aquella mirada, sin la cual, será incapaz de seguir viviendo en una eterna condena de amor, y de olvido o recuerdo, y acude a la suerte suprema, para entrar en la historia del Cossío, no sin antes reflejar su contemplación con aquella otra oscura y fonda vestida de oro y herida de sangre, aunque sólo sea, por una última vez.


Aingeru Daóiz Velarde.-