sábado, 28 de agosto de 2021

RUFINO BLANCO SÁNCHEZ. A LA MEMORIA DE UN MAESTRO.

RUFINO BLANCO SÁNCHEZ. A LA MEMORIA DE UN MAESTRO.


Nacido en Mantiel (Guadalajara) el 16 de noviembre de 1861. Era maestro, escritor y periodista, y fue vicepresidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. Católico y monárquico.

Siendo aún niño se trasladó con sus padres a Madrid. Muy pronto destacó por su simpatía, inteligencia y laboriosidad en los estudios.

Casado ya, continuó sus estudios, doctorándose en Filosofía y Letras en la Universidad Central, siendo discípulo predilecto del gran polígrafo español don Marcelino Menéndez y Pelayo. Durante muchos años fue profesor de la Escuela de Criminología, pero su cariño y vocación por el Magisterio le hicieron centrar sus actividades en el campo de la Pedagogía y de su Historia, explicándola en la Escuela Normal Central de Madrid.
En 1909 fue comisionado con otros compañeros por el entonces Ministro de Instrucción Pública, don Faustino Rodríguez Sampedro, para crear y organizar una Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, equivalente a una Facultad Universitaria de Pedagogía.





Fue un excelente profesor, y un extraordinario pedagogo, y a ello dedicó su vida con una entrega absoluta. Concretamente fue el padre del Primer Plan de Estudios. De esta manera, nació en España un nuevo Magisterio Nacional, bien formado y dirigido, cuyos resultados causaron asombro en aquellas épocas aun no lejanas. Gran parte de este éxito se debe a la persona de Rufino Blanco, quien centró en sí la mayor actividad y encauzamiento de aquella inolvidable Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, que nada tenía que envidiar a sus similares del extranjero.


También fue colaborador asiduo de ABC en donde unas veces con su firma, otras con el pseudónimo de "Un Crítico de la Alcarria", deleitaba con su ágil pluma, de estilo claro, a quienes tuvieron la suerte de leer sus artículos. Conoció todos los Centros docentes españoles y los más importantes del extranjero; conoció también lo tradicional, lo castizo y lo exótico, tomando lo que mejor convenía a nuestra idiosincrasia y no se oponía a nuestro catolicismo.


A pesar de su extremada delgadez disfrutaba de envidiable salud, atribuyéndolo a su régimen vegetariano, no habiendo estado nunca enfermo. Incansable para el trabajo como profesor, autor y publicista, siempre cumplió con sus deberes de profesor y de caballero católico.





En sus múltiples viajes conoció el movimiento pedagógico moderno, preconizado por Claparéde, Binet, Kerschensteiner, Dewey, Cardenal Mercier y tantos otros con los que mantenía relaciones profesionales. Ello le llevó a escribir obras de fama universal como su "Bibliografía pedagógica"; "Bibliografía Pedagógica del siglo XX", "Bibliografía general de Educación Física", "Teoría de la Educación", "Teoría de la enseñanza", "Organización escolar", "Apuntes sobre Biología pedogógica" y
"Paidología y Pidotecnia", además de muchas monografías, destacándose las que escribió sobre Platón, Pestalozzi, La Salle, Quintana y otros. En 1927 era catedrático de la Escuela Superior de Magisterio, de Madrid, y por entonces dio una conferencia sobre “Menéndez Pelayo, bibliógrafo y erudito”.


Estaba en posesión de condecoraciones, ocupó cargos relevantes en Instituciones culturales y políticas. Así llegó el año 1936. En el mes de Abril ocupó la vacante del gran político español don José Sánchez Guerra, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas; versando su discurso de entrada sobre "Fundamentos de Educación moral y de educación cívica". Pocos meses después, a los 75 años, fue asesinado este hombre clarividente, rector y formador del nuevo Magisterio Nacional.



Concretamente fue asesinado el 3 de octubre de 1936 por milicianos anarquistas de la CNT en Madrid, que se lo llevaron de su domicilio junto a su hijo, el periodista de ABC Julián Blanco Pérez del Camino. A ambos los llevaron a una cheka (un centro de detención y torturas), y al día siguiente sus cadáveres aparecieron en una cuneta en la carretera de Burgos. ¿Cuál fue la acusación?, pues, según consta, fueron acusados de que "solo escribían para las escuelas cristianas y no para las laicas"…Todo esto, claro, según juicio sumarísimo que duró apenas cinco minutos, sin el derecho de defensa, ni de última palabra o voluntad.

En total, este hombre, este sabio, este Maestro de maestros, escribió 57 obras, 40 de ellas didácticas, y todo esto, sin contabilizar los múltiples artículos, ponencias, conferencias, y cursos que redactó, muchas de las cuales han sido reeditadas varias veces, la mayor parte de ellas corregidas y aumentadas, al punto que buena parte de estas reediciones suponen más bien una nueva obra. Rufino Blanco es, sin duda, el introductor de la bibliografía pedagógica en España.

Varias poblaciones españolas tienen colegios que llevan el nombre de Rufino Blanco en su memoria, pero la desmemoria de nuevo, influye en su trabajo principal, que es olvidar, y seguir aleccionando con la falacia y el adoctrinamiento.





Al alto dictamen de la Historia debemos referirnos para decidir si murió como un mártir de la cultura, a la que hasta el último instante de su vida, dio cara y nombre, junto a su hijo. En el designio del combate entre el salvajismo más cruel, y el humanismo, Rufino Blanco se posicionó en la trinchera, al lado de este último, pero desgraciadamente, como ocurre siempre en la historia de la Humanidad, se erigen mausoleos extraordinarios,  monumento en piedra a figuras de la política que lo único que han merecido, es el aplauso del odio, el adoctrinamiento ideológico, y en muchos casos, el color de la muerte y la guerra, pero la mejor escultura que podemos dedicar a un hombre como Rufino Blanco Sánchez, es la que se esculpe en el recuerdo de nuestros corazones, y a él, y a otros como él, dedicamos un espacio en la remembranza, como también lo hacemos a todos aquellos que hoy, señalamos con el dedo acusador por erigirse como los herederos de aquel Frente Popular de la muerte, y el absurdo.

 Don Rufino Blanco, es, sin duda alguna, una de esas muchas estrellas que, olvidadas en el sinsabor y la miseria de los oscuros rincones de mentes depravadas, afortunadamente, alumbran los cielos de la antigua gloria de de la nación que tuvo la suerte de verlos nacer, y la desgracia de verlos morir, en el más sanguinario y repudiado acto de los delitos, un crimen, hasta hoy, sin castigo.



Aingeru Daóiz Velarde.-