sábado, 14 de enero de 2017

LA TUMBA DE WHARTON O LA TRAMA DURMIENTE

LA TUMBA DE WHARTON O LA TRAMA DURMIENTE

INTRODUCCIÓN

El 24 de julio de 1717, un grupo numeroso de caballeros ingleses, pertenecientes a las cuatro logias londinenses se unieron en una taberna de nombre The Goose and Gridiron (El ganso y la parrilla)  para fundar una sociedad peculiar que a lo largo y ancho de los siglos posteriores, daría mucho que hablar, nos referimos a la Gran Logia de Inglaterra. Aquel acto, que se celebró por cierto la noche de San Juan como si de un rito mágico se tratara, daba paso al inicio de la masonería moderna marcando un  hito en su recorrido por la historia como una institución polémica, controvertida, temida y odiada además de perseguida, y a la vez, perseguidora insaciable a la espera de los tiempos, ya que el tiempo, es el enemigo vencido para sus fines, nada puede el tiempo contra el fin de la idea, que como un demonio dormido despierta e irrumpe con la ferocidad de una bestia,  y da cumplimiento al pensamiento acordado lustros atrás.

Once años después de la  fundación en la taberna de El ganso y la parrilla, España quedaba señalada en la historia de su libro de actas, como la primera nación del continente que solicitaba fundar una logia regular, cuyo nombre atendía al nombre de  Three Flower of Lys, de Las tres flores de Lys (así se llamaba el establecimiento hotelero en el que se reunían sus miembros) o French Arms, situado en el número 17 de la madrileña calle Ancha de San Bernardo, en la esquina con la calle de la Garduña, y cuya  fundación se atribuye al  duque Philip de Wharton, quien la creó junto a un puñado de compatriotas ingleses,  aunque en ocasiones es citada también como Matritense. Aquella primera logia masónica creada en suelo español tuvo el honor de ser también la primera del continente reconocida por la Gran Logia de Inglaterra, pero, ¿quién fue Wharton? Y surge otra nueva cuestión, ¿fue realmente Wharton el primer Gran Maestre de una Lógia en España?.




           Los ilustrados y masones liberales, contribuyeron evidentemente a desarrollar la conciencia crítica de la sociedad en que vivían, pero no desarrollaron ninguna estrategia y táctica posible o practicable para la revolución. Es verdad que la masonería insistió siempre en que no perseguía fines políticos, sin embargo, gran número de hermanos en la segunda mitad del siglo XVIII, se encontraba en posiciones sociales y políticas muy influyentes...pero queremos también recordar otro hecho muy interesante y significativo, y es que casi todos los revolucionarios que dieron pie a las incipientes revoluciones liberales e independencias en las provincias españolas de América, fueron masones...por ejemplo, el precursor Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez,  San Martín, Bolívar, Bernardo O´Higgins, Antonio José Sucre, Manuel Belgrano, José Martí, Augusto César Sandino, Andrés Bello López, Servando Teresa de Mier, Joaquín Olmedo,   Hipólito Unanue, Faustino Sánchez Carrión, Juan Manuel Iturregui, Agustín de Iturbide    entre otros, que lo fueron de la logia LAUTARO, como también en España,  lo fueron entre otros muchos los que dieron pie a que esas revoluciones fueran eficaces, como es el caso de Rafael del Riego, muy a su pesar y aprovechando una coyuntura que en principio no le hacía partícipe en el grado que finalmente tuvo, y que con su actitud en Cabezas de San Juan, hizo que un fuerte contingente español que iba a sofocar las revoluciones en las Provincias españolas en América, no se hiciese a la mar, o la de Torrijos, siendo Cádiz, la ciudad clave de la Masonería española, y centro neurálgico del liberalismo español, y en Cádiz, tomaron además contacto con la Masonería algunos de esos hombres llamados Libertadores ... también debemos conocer que cuando estallaron las insurrecciones cubana y filipina en 1896 la masonería fuera acusada de colaborar con los independentistas y que la policía clausurara las sedes en Madrid del Gran Oriente Español y del Gran Oriente Nacional de España, incautándose de toda la documentación y deteniendo a algunos dirigentes.

No en vano, a todo esto, en el siglo XVIII, en Londres, Gran Bretaña, se crea la primera asociación política-secreta bajo el nombre de “Gran Reunión Americana” donde se iniciaron o afiliaron un buen número de futuros próceres de las independencias hispanoamericanas, como no, con la pertinente  colaboración económica y pecuniaria del dirigente masón londinense, James Duff, IV Conde de Fife, y del gobierno de Su pérfida Majestad. Sobre esta famosa Sociedad Lautaro, también conocida como Logia Lautaro o Caballeros Racionales, como se ha dicho,  vinculada con la sociedad matriz de Londres, denominada Gran Reunión Americana, fue fundada por el general Francisco Miranda con el objetivo inmediato de revolucionar Caracas, para lo que busco sucesivamente el apoyo de Francia, Estados Unidos e Inglaterra. La independencia de América y la implantación del sistema republicano eran el objetivo de las logias Lautaro.
El Gran Oriente se abre paso en la ciudad de los hijos de Rhea, y lo hace en sigilo, arropado por la penumbra, mientras los acólitos esperan en silencio a la llegada de la hora secreta de La Tenida,  vestidos como siempre, traje oscuro, camisa blanca y corbata negra, haciendo el debido uso del lenguaje de los signos y palabras sin voz que distinguen a un masón de un profano.
La noche se presenta fría, y el aprendiz se pregunta una y otra vez la misma cuestión sin respuesta que se hizo la última vez a la salida del ágape, que ya se hiciera en la misma Cámara de Reflexión con la misma objeción, ¿qué le debe a Dios, a la Sociedad y a sí mismo?...

La primera enseñanza es el respeto venerable a la letra G a través de la reflexión sobre los actos de la vida, y nos obliga a seguir el camino de la comunicación de los signos por delante de las palabras, porque estas últimas limitan, así se lo había hecho entender el Maestre…
Los signos llaman a la puerta de la comprensión mostrando  la misma esencia que usaban los antiguos constructores de las viejas catedrales de antaño, y llegada la hora acordada, se depositan en la bandeja de entrada los metales profanos, en una clara señal de dejar atrás todo lo que uno es, incluyendo sus propios prejuicios.

El rito da comienzo de la misma forma, como siempre, con la suave penumbra de la luz de una bujía sujeta a un bronce oscurecido por el tiempo, en un  tiempo en el que su paso no tiene importancia, y en el que la vida y la muerte no son más que unos pasajes que se intercalan en la espera del cumplimiento del ideal.

Mientras tanto, la pérfida Lautaro da sus primeros pasos en la impostura impertinente proscrita de la verdad, y embelesa de ideas a aquellos que en sus mentes, sólo tienen el ánimo del poder, que no es el de la igualdad, libertad, y fraternidad del deseo del Libertador, el mismo Libertador que observa sus manos manchadas de la sangre de su quimera, que al final del camino sufrirá la sentencia de su triste destino,  aquél que allende los mares, usurpa las ideas con el trasfondo del perjurio más ruin, para dar al traste en el ánimo del pobre liberado, que desde su asombro observa la razón de la quedada en la ciudad fenicia construida con piedra ostionera, donde la ilustre Eritia que bosteza junto a las fuentes inmensas de Tartesos, solloza incrédula la triste traición de quien  en Cabezas de San Juan se vistió de apostasía,  derrotado y herido después en la batalla de Jódar, pedía a gritos clemencia por su culpabilidad.
La Pérfida Albión sonríe satisfecha el lucro de su conspiración, y observa risueña desde sus costas de Dóver,  cómo el fruto de sus partos, navegan de oeste a este con el necesario permiso de los trópicos de Cáncer y Capricornio, buscando la oscuridad a bordo de la Masonería, camino de las tierras donde los constructores de catedrales confabulan para usurpar, sin darse cuenta ni acordarse de que  la piel de toro que ansían despojar, antes de ser tierra de catedrales, lo fue ayer de Castillos,  y de  hombres y mujeres de bien y valor.

NACIMIENTO E INFANCIA

Philip Wharton, sexto Barón y posteriormente Primer Duque de Wharton,  nació un 24 de diciembre de 1698, no se sabe dónde con seguridad, pero sí que fue cerca de Oxford, aunque se supone que en casa del padre de su madre Lucy, el Vizconde de Lisburne, siendo apadrinado en su bautizo por el rey Guillermo III y la Princesa Ana de Dinamarca, quien fuera la futura reina Ana, conocida como Ana Estuardo, la primera soberana de Gran Bretaña, tras la unión de Inglaterra y Escocia en un solo reino.
Las primeras luces de su infancia, resultó claramente marcada por la figura de quien fuera su padre, Thomas Wharton, partícipe en las negociaciones de la unión o absorción de Escocia, en lo que se llamaría después el Reino Unido. En la imagen Thomas Wharton.



Su abuelo fue el cuarto barón de Wharton, siendo distinguido por los historiadores de la época, curiosamente,  por las más bellas pantorrillas de Inglaterra. A fuerza de inteligencia y habilidad había amasado una sólida fortuna, y se dice de su personalidad que llegó a combatir  a Carlos I sin comprometerse, favoreció a Oliver Cronwell, el famoso político y militar inglés que abolió la corona, y creó la primera “Commonwealth” de Inglaterra,   sin servirle, sirvió a Carlos II sin serle fiel, es decir, que supo estar en los conflictos y en las partes, sin estar del todo. Su hijo Tomás Wharton, padre de nuestro protagonista, fue uno de los primeros instigadores de la revolución de 1688, acusándosele de ser un "presbiteriano ateo", maestro del arte de la corrupción y de la mentira, quien sostenía con cinismo "que una mentira aceptada valía tanto como la verdad". Por los cauces de la política y de la revolución había ganado dinero y gloria y hasta los honores de ser el primer marqués de Wharton y del Malmesbury. Tras el nacimiento de Philipp Wharton, su padre dedicó a su formación todos sus desvelos, y los clásicos, las Ciencias Exactas y la elocuencia política no tuvieron secretos para el adolescente. Al quererle apartar de las seducciones del catolicismo se le llevó a caer en el más grande de los desenfados. A los diecisiete años se casó, en secreto, y en contra de la voluntad paterna, con una sencilla muchacha que, aunque bella, inteligente y buena, tenía para el orgulloso marqués la tacha imperdonable de ser hija de un mayor general sin bienes de fortuna, Martha Holmes. Esta contrariedad, que derrumbaba los castillos hechos en el aire sobre el porvenir de su primogénito, llevó en contados meses a la muerte al marqués.
Pasados los primeros tiempos del matrimonio y satisfecha su impetuosa pasión, Felipe Wharton abandonó su hogar para ser el más destacado libertino entre todos los jóvenes de su época. A los pocos meses de la muerte del padre siguieron las de su madre y de su primogénito, que terminó de aflojar los lazos que le unían a su desgraciada, pero fiel esposa. Dueño de una inmensa fortuna, unas 14.000 libras al año,  se decidió a terminar su educación viajando por Europa, como veremos seguidamente.

Sus intrigas acerca del pretendiente Stuard, caballero de San Jorge, y de su madre, residentes en Francia, le hicieron ganar su confianza y la promesa de hacerle duque de Northemberland; sin embargo, parece ser que dilapidó el dinero que le entregaron para esta causa. Vuelto a Inglaterra, en la Cámara de los Pares del reino de Irlanda, donde, pese a su corta edad, le permitieron sentarse, defiende la causa de los Hannover, que hace que el Rey Jorge IV le promueva a duque de Wharton a los diecinueve años de edad, caso único en la historia de Inglaterra, como también podremos ver después.

Recordemos que en aquella época, se encontraba muy en auge lo que hemos venido a conocer como protestantismo, es decir, la Reforma, movimiento religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, que llevó a un cisma de la Iglesia católica para dar origen a numerosas iglesias y organizaciones agrupadas bajo la denominación de protestantismo, y que tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica, además de negar la jurisdicción papal sobre toda la cristiandad, un movimiento aferrado a la tradición católica medieval, anti eclesiástica y centrada en Cristo, que curiosamente, en Inglaterra tuvo su origen en Enrique VIII, que siempre fue un católico convencido, y un ardiente partidario de la primacía de Roma sobre la cristiandad, por ello fue declarado "Defensor de la Fe" (Fidei Defensor) por el Papa León X tras publicar "La Defensa de los Siete Sacramentos" (1521), donde argumentaba con vehemencia a favor de las prerrogativas del papado, por ello argumentamos la curiosidad, por llamarla de alguna manera, al  hecho de que la Iglesia de Inglaterra se haya separado de la Iglesia católica a mediados del siglo XVI, no por aceptar o compartir las ideas reformadoras de Lutero u otros protestantes, sino que por iniciativa del rey Enrique VIII, el cual  se opuso sin embargo a la reforma de la Iglesia de Inglaterra tras decretar el Acta de supremacía en 1534, por la que el mismo rey se convertía en jefe de la Iglesia de Inglaterra, aunque realmente no se realizó ninguna modificación doctrinal o litúrgica sustantiva bajo su gobierno, solo se prohibió a obispos y sacerdotes ingleses tener relación con la Curia Romana y se expropiaron los bienes excedentes de la Iglesia católica en beneficio de la Corona Real, que cada lector saque sus propias consecuencias. En la imagen siguiente, Enrique VIII.


Tal y como veníamos hablando, su padre, fue enviado a Irlanda, bastión católico por excelencia, y anti protestante,  con un cargo de supervisor, en una época de gran conflicto debido a la dureza de una serie de Leyes penales que fueron impuestas en Irlanda a los católicos, a quienes se les exigía una sumisión plena y absoluta, y Philip, pese a ser tan joven por aquel entonces, ya debió de experimentar el clima de tensión que se vivía.

LA JUVENTUD Y LOS INICIOS DE UNA VIDA MARCADA POR EL JACOBISMO.

Philip Wharton accedió, aun contando con la minoría de edad y merced a la importancia de la figura paterna, a la Cámara de los Lores de Irlanda, y fue posiblemente el nacimiento del germen de su propia rebeldía, la misma que desenfunda su arma ante la soledad del espíritu destemplado que acompaña a la noche en los caminos inciertos de la vida, bajo la luz de una luna que alumbra sin alumbrar la razón o la sinrazón, una rebeldía que tiempo después, le llevaría a abrazar la causa de los combatientes en el exilio irlandeses y escoceses al servicio de la dinastía Estuardo, bajo la protección seguramente  intencionada del rey francés Luis XIV, y del primer Borbón español Felipe V,  siendo conocido posteriormente, pese a su nacimiento inglés, como político irlandés. Conociendo estos datos, conoceremos mejor los pormenores que llegarán después. Philip era un erudito y un gran orador que hablaba en varios idiomas. Así que al ocupar un asiento en la Cámara de los Lores, creció rápidamente por y sobre las filas de la oposición. Y a pesar de todo, tenía también un lado bohemio, que lo llevarían siempre a buscar nuevos horizontes para satisfacer su prominente personalidad.

Su padre, del que venimos hablando, nombrado Lord como sabemos, y Marques de Wharton, regresa con su familia  desde Irlanda a Inglaterra, a su residencia fortificada de Wharton Hall, y poco después fallece, tras haber contraído su hijo un matrimonio con la joven Martha, de la que antes ya hemos hablado.  Cuanto tenía 18 años, hereda la condición de Lord de su padre en la Cámara de los Lores de Irlanda, que ya se ha comentado, y da comienzo a una serie de viajes por toda Europa para completar su educación cultural a la que sólo tenían acceso los jóvenes ingleses de familias pudientes y bien posicionadas como era el caso de nuestro protagonista en estos Recuerdos de la Historia, y aprovechando esa ocasión que le da la oportunidad de una vida de regalo, viaja por Francia e Italia y va a entrevistarse con el conocido como Pretendiente Jacobista al trono de Inglaterra, James Francis Edward Stuart, conocido como Jacobo III, de la dinastía jacobita. En la imagen, mansión de los Wharton.


 En este punto, es muy importante recordar o dar a conocer al lector lo que se conoce como Jacobismo, un movimiento que pretendió conseguir la restauración de los tronos de Inglaterra y Escocia en los denominados como miembros de la Casa Estuardo, incluso con posterioridad como vemos, a su unión entre Inglaterra y Escocia como hemos podido ver antes, en lo que se denominó como Reino Unido, y es un movimiento que toma su nombre del que fuera rey católico Jacobo II, destronado en 1688 y reemplazado por su yerno e hija protestantes Guillermo de Orange, quien reinó con el apelativo de Guillermo III, y María Estuardo, coronada María II. El origen, también lo hemos comentado, es cuando por mediación de Enrique VIII, el trono del Reino Unido se aparta de la senda católica y se transforma en protestante, en una  variante particular denominada  anglicana, que significa  que la cabeza de la Iglesia es el rey de Inglaterra en lugar del papa de Roma, como ya hemos podido ver, y que dio lugar también a una serie de tensiones entre Inglaterra y Escocia, muy habituales en la historia, y que tienen su origen cuando Carlos I de Inglaterra, de la de la Casa de los Estuardo, es decapitado en 1649 por un movimiento iniciado por Oliver Cromwell, parlamentario británico y líder militar. Muerto el monarca del Reino Unido, Cromwell se erige como dictador con el título de lord protector de la Commonwealth de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Cuando muere Oliver Cromwell, en 1658, le sucedió su hijo, Richard Cromwell, que tuvo que dimitir al año siguiente. Entonces regresa la monarquía, con Carlos II, hijo de Carlos I y de la Casa de los Estuardo, con los títulos de rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Carlos II abrazaría el catolicismo en su lecho de muerte, siendo el primer monarca católico en Inglaterra desde María I. El reinado de Carlos II duraría hasta 1685, siendo sucedido por su hermano, Jacobo II de Inglaterra, también católico y de la Casa Estuardo y que reinaría como monarca de Inglaterra, Escocia e Irlanda, luego vendrían los acontecimientos comentados, pero que hemos creído conveniente resaltar y explicar bien la cuestión para ponernos al corriente.En la imagen, Oliver Cronwell.




También es ventajoso recordar aquí la existencia de un Jacobismo español, y merece la pena a su vez recordar la importancia de este movimiento, sobre todo, en la Segunda República , una coalición republicana, la más pura expresión de los sectores burgueses que apoyaban al Régimen, con un ideal autoritario, radical que favorecía fuertemente la centralización, y que desde el punto de vista histórico, han llegado a representar la defensa de la libertad en peligro, y que el fondo, para dichos sectores la defensa de la República constituía una posición revolucionaria en el sentido y la forma idealizada por el mismo Robespierre, un ideal derivado a una España donde las clases medias estaban todavía dominadas por las elaboraciones intelectuales de una Iglesia Católica que impedía el desarrollo de un pensamiento vivo y moderno, el pensamiento de Azaña y de los republicanos que se adhirieron al Frente Popular que no puede ser adecuadamente comprendido sin los datos que hasta ahora hemos señalado. Para el jacobinismo, expresión combativa y final de las tesis de la Ilustración, la libertad no podía ser objeto de ninguna transacción. El hombre se había liberado de siglos de oscurantismo merced a la utilización de un método de trabajo de carácter racional. Por ello, se sentían completamente seguros de sus postulados y rechazaban a los partidarios de unas ideas arcaicas, consecuencia de simple prejuicios, que no merecían ser aceptados como interlocutores.  Sirva esto como mero apunte, ya que no deseamos extendernos más en el tema, y salirnos así del contexto del artículo, pero conociendo este detalle, comprenderemos mejor circunstancias que veremos después, y que se relacionan con la tumba de nuestro protagonista en el Monasterio de Poblet, y su directa relación con Franco.


Jacobo III nombra a Philip Duque de Northumberlands. Después de su visita a Jacobo III,  Philip visito en Paris a María de Módena, la que fuera reina consorte del rey Jacobo II de Inglaterra, y de la que recibió un donativo de 2.000 libras empeñando sus joyas para sostener su causa, ¿qué hizo con esas 2.000 libras?, la respuesta sería que la imaginación es libre, pero sostener la causa, desde luego, no hizo demasiado por sostenerla.  De todo esto podemos sacar la conclusión de lo que posteriormente serían las consecuencias de lo que le sucedió políticamente en el resto de su vida. En la imagen siguiente, el Pretendiente Jacobo III.



UNA HISTORIA DE “WHIGS” Y “TORIES”
Para entender los pormenores de la vida de nuestro protagonista, debemos conocer primero su entorno político, y es que concretamente en 1679, años antes de su nacimiento, en el mismo Parlamento inglés surgieron dos facciones o bandos enfrentados en un duro debate a raíz de la sucesión al Trono, con el eterno problema entre católicos y protestantes anglicanos con antecedentes como el de Oliver Cromwell que ya hemos conocido en un contexto en el que las diferencias religiosas entre católicos y protestantes avivaban la lucha política, y una parte del Parlamento pretendía excluir de la sucesión al trono al católico duque de York, hermano de Carlos II Estuardo, quien luego reinó con el nombre de Jacobo II, y la otra parte se alineó a favor.

 Estos últimos eran bautizados despectivamente con el nombre de “tories”, un término de origen irlandés con el que se señalaba a los “papistas”, fuera de la ley, que aún no se habían adaptado al cisma de la Iglesia de Inglaterra. En el otro lado, se encontraban los adversarios, los que deseaban excluir de la sucesión al duque de York, recibieron el apelativo de “whigs”, palabra escocesa para designar a los ladrones de ganado, y que se convirtió en sinónimo de rebelde contra el poder del rey. Esta costumbre, considerada al principio como un insulto, fue tomada en costumbre y se convirtió en una denominación oficial, en la cual, se agrupaba al partido de los “tories”, es decir, a los católicos partidarios del papa,   los aristócratas apegados a la tradición, mientras que el “whig” agrupó a ciertos propietarios de tierra, a los comerciantes y en definitiva, a la burguesía en general.


Philip Wharton, ya instalado de nuevo en Inglaterra, a su regreso del periplo por Europa, se adentra de lleno en la política de la mano del partido Whings, es decir, a los anglicanos en la Cámara de los Lores de Irlanda, donde se reveló como un excelente orador en un argumento político en línea con un entendimiento entre la Inglaterra católica partidaria de Jacobo III, sustentado por los Tories, y la anglicana sustentada por los Whings. En el partido Whings accede gracias al deseo del entonces Ministro James Stanhope, partidario austricista contra Felipe V en la Guerra de Sucesión española, y parcialmente responsable del estallido de la Burbuja de Los Mares del Sur, de la que hablaremos seguidamente, el cual, deseoso de asegurarse sus servicios a favor de los Whings, le concedió el Título de Duque de Wharton, mediante cartas patentes de Jorge I.

Hablamos del año 1717, cuando, como hemos podido ver al principio, ya se ha constituido lo que se conoció como La Gran Logia de Inglaterra, concretamente llamada  “Gran Logia de Londres y Westminster”, y cuyos padres fundadores utilizaron los fines de la Masonería para que fuera un lugar de encuentro entre hombres con inquietudes intelectuales, interesados por el humanismo como fraternidad por encima de las separaciones y las opiniones sectarias que tantos sufrimientos estaban causando en Europa la Reforma por una parte y la Contrarreforma por otra. Animaban a deseos de tolerancia y fraternidad, y es en este preciso instante cuando Wharton entra en contacto con la Logia masónica y sus ideas, aunque no de una forma plena, pero si con un ideal que nunca abandonaría a lo largo de su existencia.

LA MASONERÍA Y LA ESQUINA DEL EXILIO.

Entre los años 1717 y 1720 transcurren una serie de acontecimientos importantes en su vida. Ya hemos visto en 1717 su regreso a Inglaterra, y su inicio con la Gran Logia de Londres, a lo que le sigue su nombramiento otorgándole el título de duque de Wharton en 1718, que ya hemos comentado antes, y al año siguiente, el nacimiento de su hijo, con su esposa Martha, a quien le da el nombre de su padre, Thomas. En 1720, se le vienen encima una serie de desgracias que dan comienzo con el fallecimiento de su pequeño hijo a causa de una gripe, y le sigue un gran percance financiero con la pérdida de una suma muy importante de dinero para aquella época que ascendería a 120.000 Libras Esterlinas en una especie de inversión bursátil para salvar las finanzas de Inglaterra con la mediación de la South Sea Company o Compañía del Mar del Sur, también llamada Burbuja del Mar del Sur, que resultó ser un gran fraude con el trasfondo político de la Guerra de Sucesión en España y la firma del Tratado de Paz de Utrech , y cuya finalidad comercial era comerciar con los entonces puertos españoles de las Américas del Pacífico, y con el fin de resarcirse Inglaterra de los costes en la guerra de Sucesión de España. Para los economistas la bancarrota de la South Sea Company es un primer ejemplo, bien estudiado, de un efecto burbuja en bolsa. 

En la Compañía se comprometió el monopolio de todo el comercio de los territorios españoles en América del Sur a cambio de asumir el control y la consolidación de la deuda nacional planteado por la Guerra de Sucesión española. En cualquier caso varios de sus promotores terminaron con el cuello cortado en la Torre de Londres. Podemos intuir que la culpa de los gobiernos de Jorge I, y de su partido, el de los Whigs, es otro de los elementos de la desafección de Philip para con los Hannower y su apoyo a los Jacobinos. Es conocida como la primera crisis Europea que la arrastro a una aguda depresión económica y sentó las bases para la Revolución francesa en 1789, y tanto para Francia como para Inglaterra todo fue como consecuencia de la Guerra de Sucesión en España, en la que ambas tenían puestos intereses muy particulares. En la imagen siguiente, Burbuja de los Mares del Sur. 



La historia que se le carga a la espalda sobre su vida, lo tacha de un hombre bebedor, mujeriego y arruinado, pero en realidad, no se pueden asegurar del todo semejantes acusaciones de ruina total  pues más bien, pueden ser fruto de sus detractores políticos que de una verdad contrastada, y una de las pruebas es que a pesar de la enrome pérdida sufrida con la South Sea Company, en 1725, cinco años después de la quiebra mencionada,  y por motivo de exiliarse de Inglaterra, redacto testamento dejando diversas importantes dádivas económicas y propiedades así como nombrando albaceas, pero algo de su misteriosa ruina, tuvo de realidad, como veremos más adelante. En la imagen siguiente, Philip Wharton en 1720.


Wharton desde luego, era un agente jacobita a la par que hannoveriano, es decir, tenía una posición política camaleónica, por llamarla de alguna manera,  libertino, aventurero y crápula, inestable, compulsivo y sin principios religiosos o morales; pero,  no es nuestra labor inclinar la opinión hacia uno u otro lado, por la sencilla razón que de una parte puede haber cierto resentimiento a su actividad política contraria a la Inglaterra de la época, y por otra, intereses creados por la propia masonería para borrar o desmentir determinados argumentos que lo colocan en una posición no demasiado favorable, pero lo cierto es que sin duda, fue uno de los personajes más llamativos del primer tercio del siglo XVIII.


Ciertamente, lo comentado antes sobre su cambio de política, es argumentable ya que concretamente en 1721, lo vemos pasarse a la oposición en compañía de los conocidos Tories, y combatiendo de forma muy activa al por entonces ministerio Whig con varias intervenciones contra el propio Stanhope. Es en esta misma época, entre 1721 y 1722, cuando ya sí entra de pleno en la Masonería.

Fue a principios de 1722, cuando la Gran Logia de Inglaterra elige de nuevo al Duque de Montagu como Gran Maestre, cosa que desconcertó sobremanera al Duque de Wharton y a sus partidarios, puesto que tenían la esperanza de ser promovido a este cargo, ya que el año masónico se toma de solsticio a solsticio, y el mandato de un Gran Maestro era entonces por solo doce meses, costumbre que se mantiene en algunas Gran Logias y ello sucedió en el Stationers’Hall, importante edificio construido en 1606, y justamente al lado de la Catedral de San Pablo (recordar que las primeras Logias que deciden constituirse como un cuerpo único eran las que trabajaban en la construcción de San Pablo, y recordar también que la tradición masónica proviene precisamente del gremio de albañiles, constructores de catedrales, es un dato muy importante a tener en cuenta). En la imagen siguiente, Catedral de San Pablo en Londres.



Tras este acontecimiento, Wharton hizo convocar una asamblea en la que se auto-proclamó Gran Maestre, argumentando que el tiempo de mandato ya había transcurrido, pero no obtuvo el respaldo del resto de las logias, aún así, el de Montagu convocó el mismo día de San Juan de 1723 una nueva asamblea en la que dimitió de su cargo a favor de su adversario, para no forzar enfrentamientos, y el propio duque de Wharton reconoció su error y prometió ser fiel a sus juramentos instalándose en sus funciones.

Fue también en ese mismo año, 1723, cuando fundó un periódico de ideología Tory titulado The True Briton, el cual publicaba dos veces por semana, haciendo una dura oposición al gobierno.




Entramos ahora en un fin de etapa trascedente en la vida de nuestro peculiar y ambiguo personaje, ya que dan comienzo una serie de problemas económicos importantes como lo son la acumulación de una serie de deudas que le obligan a vender determinadas posesiones entre 1723 y 1730 y una serie de cuadros familiares teniéndose que conformar con una pensión de 1.200 libras anuales, ya que sólo en 1727, su deuda ascendía a unas 70.000 libras, ¿la razón?, posiblemente un tren de vida demasiado libertino.

EL ESCÁNDALO DEL HELLFIRE CLUB

Llegamos ya al momento del escándalo del conocido como Hellfire Club, el Club del Fuego Infernal, cuya fundación se le atribuye a Wharton, pese a que como mucho quizás fue uno de sus miembros. Este Club estaba integrado por personas de la élite y la cultura y se conformaba como una entidad secreta, con miembros que guardaban absoluto silencio de sus rituales, al gusto muy inglés, y después norteamericano. Estos clubs han perdurado hasta nuestros días, sobre todo en el ámbito universitario.

Digamos, en otro orden de opiniones, que fue una especie de sociedad hedonista, es decir, que considera al placer como la finalidad o el objetivo de la vida. Los hedonistas, por lo tanto, viven para disfrutar de los placeres, intentando evitar el dolor, y aglutinó a una gran cantidad de figuras destacadas tanto de Inglaterra o Gran Bretaña como de los Estados Unidos, entre los que destacó el padre fundador de los mismos, Benjamín Franklin. El Club fue acusado de realizar rituales satánicos y orgías en las que el alcohol corría como agua de río, pero ciertas averiguaciones posteriores, a decir verdad, se inclinan por refutar que más que un club satánico, en práctica, era más bien una especie de sociedad filosófica e intelectual a su manera que si bien blasfemaba de forma jocosa contra la religión católica cristiana no practicaba en forma el satanismo del que se le acusa, aunque sí es cierto que el alcohol y las prostitutas eran habituales, de hecho, era una asociación cuya meta era la emancipación y abolición de toda religión, considerada por sus miembros como freno y lastre oscurantista y supersticioso para el progreso, justificando sus pretensiones sobre el fundamento de los avances científicos del momento. Wharton reunía en su conciliábulo a un grupo de siniestros libertinos que en sus reuniones dejaban siempre un sillón vacío para su presidente honorario, Satanás. Fueron notorios los escándalos de naturaleza sacrílega protagonizados en aquellos años por Wharton y sus compañeros.


Como dato curioso, que espero que sorprenda gratamente al lector que con paciencia a aguantado hasta este punto, me gustaría dar a conocer que El Club del Fuego Infernal, es un grupo de villanos de Marvel Comics que frecuentemente lucha contra los X-Men. Creados por el escritor Chris Claremont y el artista y co-escritor John Byrne. El grupo hizo su primera aparición en Uncanny X-Men 129 (Enero de 1980). Son conocidos internacionalmente; el Círculo Secreto de este club está compuesto por mutantes de la alta sociedad, adinerados y quienes buscan influenciar al mundo con el poder. Su atuendo es acorde con el Siglo XVIII; el estatus y nombre de cada miembro están basados en el ajedrez (La Reina Blanca, La Torre negra, etc), y está basado en el Hellfire Club del que hablamos aquí.


Tras el escándalo, se dice que fue expulsado de la Masonería, y que en venganza, fundó una sociedad burlesca llamada La Orden Venerable de los Gormogones, de la que los periódicos de la época decía que tenía una antigüedad mayor que la francmasonería, puesto que había sido fundada por un antiguo emperador chino, de nombre Chin-Quaw-Ky-Po.  A este particular, es necesario dar una segunda versión, para no ser censurado como posturista, y es que los ingleses de la época, estaban muy aficionados a la abundancia de asociaciones con diversos fines, y que los periódicos ingleses, los más abundantes de la época fueron los primeros en realizar periodismo de sátira, con escritos y caricaturas, algunas de ellas sobre lo Gormogones, y existen controversias ya que se suscita el argumento de que si realmente, Wharton, había fundado la sociedad de los Gomogones donde ningún francmasón podía ser admitido en ella sin someterse antes a una ceremonia en la que debía renegar de aquella asociación,  afortunadamente, sobre Wharton existe una abundante bibliografía que así lo atestigua, junto con la prensa de la época, como el notoriamente jacobita Mist´s weekly Journal, que el 17 de octubre de ese mismo año de 1724 dio una gran publicidad al caso en concreto, que fue un escándalo enorme. En la imagen, caricatura grabado de una procesión de los Gormogones.



El año 1725 , sin duda, fue un año concluyente en la vida del Duque de Wharton, ya que tiene que exilarse de Inglaterra para no regresar nunca más, y la razón, es que daba su apoyo al pretendiente a la corona inglesa James Francis Edward Stuart, con el nombre de Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia,  y se dirigió en un principio a Rotterdam, para ir posteriormente a Viena, capital austriaca y enemiga de Inglaterra en la Guerra de Sucesión española, aunque no se sabe la finalidad de este viaje, para dirigirse posteriormente a Paris,  residencia del  también exilado Obispo Francisco Atterbury, también acusado de conspirar a favor del pretendiente, y desterrado de por vida,  y todo el núcleo de los jacobitas que buscaron la protección de Luis XV de Francia.

Conviene hacer nuevamente mención a un dato que consideramos interesante y que acompaña a la historia del Duque, dotándola de ruinosa en lo que a su economía se refiere, y es que antes de su salida de Inglaterra, formalizó un testamento en el que se demuestra que tenía títulos de propiedad y recursos económicos, lo cual desmiente la acusación efectuada por sus detractores en Inglaterra, debido, seguramente, a su apoyo al pretendiente, pero tampoco es menos cierto que tuviera ciertos problemas de deudas con una reputación de insolvencia que le acompañaba y su salud se viera resquebrajada, en febrero de 1725 abandonó Inglaterra y abrazó de forma abierta la causa del Pretendiente.

En su exilio, marchó primero a Viena, que curiosamente, había sido enemiga declarada de Inglaterra en la Guerra de Sucesión española, que recordemos que se originó tras la muerte sin descendencia de Carlos II de España, de la dinastía de los Austrias, entre los partidarios de continuar con esta dinastía en la persona del Archiduque Carlos de Austria, y los partidarios de Felipe de Borbón, más tarde Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia.  De Viena, partió hacia Madrid, donde se entrevistó con James FitzJames o Jacobo FitzJames Stuart y Churchill,  hijo ilegítimo del rey Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia , por aquel entonces nombrado por Felipe V Duque de Liria, merced a su apoyo militar en la causa a favor del Borbón, y que podemos catalogar como un curioso personaje, del que trataremos posiblemente en otros Recuerdos de la Historia, y del que cabe decir, entre otras cosas que callamos ahora, que era amigo de Montesquieu, cuya obra cultural se desarrolla en el contexto del movimiento intelectual y cultural conocido como la Ilustración…

WHARTON EN ESPAÑA

Enlazamos de nuevo con la vida de nuestro principal personaje, Philip Wharton,  y convenimos en que su llegada a Madrid, se produjo en 1725, pero en los primeros meses de 1726, viajó a Roma llamado por el pretendiente inglés al trono Jacobo III, donde fue investido con la Orden de La Jarretera, la orden de Caballería más importante y más antigua del Reino Unido, y de regreso a Madrid como mensajero del Pretendiente con el duque de Ripperdá, Juan Guillermo Ripperdá, un personaje que fue nombrado primer ministro con la influencia de la Farnesio, atenta siempre al bien de sus hijos y no al de España, y que una vez fueron descubiertas las mentiras e intrigas del de Riperdá  por divulgar secretos de Estado,  fue depuesto, encarcelado y fugado. Convertido al Islam, intentó después apoderarse de Ceuta.

Por estas fechas, afincado Wharton en la Calle San Bernardo de Madrid, es cuando, junto con otros compatriotas ingleses, funda la primera Logia en España, Three Flower of Lys (o Matritense, como también es conocida por los historiadores) hacía referencia a su sede, el Hôtel du Lys, situado en el número 17 de la madrileña calle Ancha de San Bernardo, en la esquina con la calle de la Garduña, y fueron estos  ingleses que hemos mencionado los que propusieron la fundación, quizás debido al venerable Charles Labridge, que tras una deformación ortográfica, su nombre aparece en muchas ocasiones como Charles Labeyle, Labayle, Labely o Labelle, y fue un ingeniero, que entre 1727 y 1728 estuvo trabajando en Madrid, y  había sido miembro de la londinense Salomon’s Temple Lodge. Es aquí, donde nos surge la primera pregunta al respecto, ¿sería entonces el venerable Charles Labridge o Labeyle, como se le conoce de forma más popular, el verdadero fundador de la masonería en España, y no el duque de Wharton?, la respuesta, es simple, y es que el propio Wharton fue, digamos, un elemento de interés creado para la propia finalidad jacobita de la asociación, como veremos después, pero no el fundador principal de la masonería española, quien a nuestro parecer fue, bajo el auspicio de Wharton, el mencionado Charles Labeyle, de hecho, En el Libro de Actas de La Gran Logia de Inglaterra se indica que se leyó el 17 de abril de 1728, la carta enviada desde Madrid y firmada por sus miembros “masones libres y aceptados que actualmente residimos en Madrid y en otras ciudades del reino de España” de este modo conservamos el nombre de su primer V:.M:. CHARLES LABRIDGE, fechada el 15 de febrero de 1728, y los firmantes son, por orden de su gracia Felipe, duque de Wharton, segundo Diputado Gran Maestro de la Logia de Inglaterra, que actúa como delegado de la misma,  Charles Labridge, Maestro, Thomas Hatton, Richards, Eldridge Dinsdale, Andrew Galloway.

La logia de Madrid pudo ser o no algo accidental, como lo pudo ser el encuentro de varios ingleses que, por sus negocios, recalaron en la capital y decidieron reunirse en logia, y fue precisamente con la Matritense como  arrancaba la anecdótica andadura de la masonería en España en el siglo XVIII, que desde luego no quedaría consolidada hasta la Guerra de Independencia, y de la mano de la masonería bonapartista tras la invasión de las tropas napoleónicas en 1808.

Como dato curioso, llama la atención que la sede de la citada Logia, se encontrase en el único hotel francés que había entonces en Madrid, y en cuya esquina estuviera la conocida como Calle de “La Garduña”, y que el citado hotel tuviera una puerta en la mencionada Calle que servía de entrada a los francmasones que trabajaban en la logia Matritense, y decimos curioso dato,  ya que La Garduña, fue supuestamente una sociedad secreta criminal que habría operado en España y sus provincias de ultramar desde mediados del siglo XV hasta el siglo XIX aunque hay diversas fuentes que cuestionan su existencia. La Garduña es descrita como una sociedad impregnada de secretismo y esoterismo, con juramentos, ritos de inicio, y operaría con casi total impunidad, además,  entre sus afiliados y colaboradores,  habría contado con gobernadores, jueces, alcaldes y hasta directores de prisión. Se habría disimulado como una orden religiosa, arrogándose el derecho divino a robar y asesinar. Como sociedad esotérica no tendría al parecer documentos escritos ni estatutos, comunicándose las normas a través de la iniciación y las posteriores elevaciones de grado, y la traición a dichas normas no escritas se pagaría con la vida. Se afirma que algunos miembros de la hermandad fueron ajusticiados por actuar sin la previa autorización de sus maestros, y su fundación, se dice que partió de Toledo hacia 1412, a partir de diversas bandas incontroladas que asaltaban y robaban las casas de musulmanes y los judíos, excusándose en colaborar con la Inquisición. Alguien dijo alguna vez, que las casualidades no existen.

En la imagen siguiente, “Muerte en Madrid” del pintor Lorenzo Vallés, que escenifica el asesinato de Juan Escobedo por unos sicarios de La Garduña, a instancias de Antonio Pérez, quien fuera un siniestro personaje, además de conspirador, secretario del rey Felipe II.


Pero, a razón de todo lo anterior, hay otro dato que muchos autores desconocen, y es que es significativo que se reunieran en un barrio popular entre los emigrados irlandeses jacobitas, ¿cuál es la razón?, pues que sencillamente, es sabido que después de la destitución del último rey Estuardo de Inglaterra, Escocia e Irlanda, en 1688, miles de jacobitas irlandeses huyeron hacia la parte continental europea reasentándose principalmente en Francia y España. En España fueron bien recibidos; las tropas irlandesas emigradas fueron reclutadas en nombre del Pretendiente Estuardo, Jacobo III, y sus regimientos fueron estacionados por el país. 

También conservaban una posición de importancia en la sociedad española,  por ejemplo el médico del rey Felipe V, John Higgins y el embajador en Versalles, Patricio Laules (Lauwles) y Briaen Denn y Staines, también conocido como Patrick Lolles,  eran irlandeses. Así es que la logia de Madrid se reunía en un barrio popular entre la comunidad de exiliados irlandeses,  Si esto es correcto, sería razonable y se podría explicar  podría porqué el Duque de Wharton sería su Patrocinador, y no sería de extrañar que la Logia de Madrid, fuese de ideal Jacobita, esto respondería a la cuestión de por qué razón se solicitaría el respaldo de Wharton para fundar una Logia en España, si había sido expulsado anteriormente, y fundado la mencionada sociedad de los Gormogones. Pero, además, sobre esto último, hay que decir que la personalidad del duque en sí, que es reconocida popularmente por su libertinaje y manejo sucio o interesado de la política del momento.  


Alexander Pope, uno de los poetas ingleses más reconocidos del siglo XVIII, y que tratara directamente en sus obras sobre los problemas intelectuales, políticos y religiosos más importantes de su era, ya escribiría sobre Wharton y lo calificaría textualmente, como así lo argumenta también Ferrer Benimelli, como” escarnio y maravilla de nuestros días”…sin duda, supo jugar bien su papel de fantástico especulador, y así lo demostró en su momento, cuando se las arregló para ser nombrado Gran Maestro de la Logia de Inglaterra, fuera de todo pronóstico, como hemos podido ver anteriormente, y conociendo su legado, no es fácil de explicar cómo pudo ser, como así lo fue, un  caso raro en la historia inglesa, único desde el siglo XV, en el que un ducado fue transferido a un menor de edad que no era pariente cercano del monarca. Sabido todo esto, y con la raíz de una memoria sorprendente, y una  inteligencia precoz y extraordinaria para el manejo de las situaciones y de las personas influyentes, se pueden comprender muchas singularidades o incoherencias difíciles de comprender. De una personalidad inestable, compulsiva y sin principios religiosos o morales, como escribirían de él, fue todo un ilustre pero melancólico ejemplo de las mayores habilidades y las más flagrantes indiscreciones que pocas veces se hayan encontrado en una misma persona.


No obstante, es interesante reseñar que la segunda mitad del siglo XVIII se caracterizó por la  prohibición de los liberi muratori (como también se conocía a los francmasones) por parte de casi todos los gobiernos de Europa y de la Iglesia Católica, con condenas como la de la Constitución Apostólica In eminenti de Clemente XII, en 1738, y la Providas de Benedicto XIV, en 1751.  En la imagen siguiente, iniciación en la Masonería de un aprendiz. Grabado del Siglo XVIII.




Con respecto a la Logia española, hay que decir que verdaderamente existen pocos datos, y de esos pocos datos, muchos desfigurados o falseados, como bien argumenta Ferrer Benimelli en sus investigaciones, por una especie de literatura interesada y pseudohistórica que aparenta desconocer la realidad tanto de la Masonería en España, como del propio Philip Wharton, como lo es la derivación del conocido como Gran Oriente español o Gran Oriente Nacional,  de La Matritense, puesto que el Gran Oriente no existió antes de 1780, y para esa fecha, ya hacía muchos años que la conocida como La Matritense, había desaparecido.



Sobre nuestro personaje, Wharton, su estancia en la capital de España, la aprovechó, entre otras cosas, para tramar un plan de invasión de Inglaterra por el Pretendiente, y del cual, una copia cayó en manos del por entonces, Primer Ministro de Gran Bretaña, Thomas Pelham-Holles, Primer duque de Newcastle, y recibió una carta del rey Jorge, para que se personara de inmediato en Inglaterra, desde entonces, se consideró definitivamente desterrado.

Como curiosidad, cabría desvelar la forma en que se desarrollaron los anteriores acontecimientos, ya que se desvelan las intenciones y la personalidad de alguno de sus más directos protagonistas en la historia, una historia que da comienzo cuando, desde su llegada a España, de forma inmediata, contactó con el antiguo embajador austriaco, que ahora era Secretario de Estado español, gracias a las artimañas de la consorte Isabel de Farnesio, una mujer funesta para los intereses de España, y se convirtió en su favorito, nos referimos a  Johan Willem Ripperdá, más conocido en español como Juan Guillermo Ripperdá.

Wharton se declaró Primer Ministro del Pretendiente” y se quejaba de que el embajador británico Coronel William Hope le había impedido de “ver a sus Católicas Majestades” Felipe V e Isabel de Farnesio. En los ambientes consulares ingleses, consideraban que Ripperdá  no era de confianza y estimaban, con bastante acierto,  que se había planeado una expedición favorable al pretendiente jacobita al trono de Inglaterra,  y que debía tener el apoyo español y que debería involucrar a Austria Rusia y España y que Wharton era su autor . 

Wharton dio los planes a Ripperda que los presentó a Sus Majestades españolas y discutieron el tema con el anterior Secretario de estado. Fue en este preciso momento cuando el rey Jorge I  ordenó a Wharton retornar a casa, pero este ignoró la orden real y dejó Madrid por Roma, al mismo tiempo que  la Reina española Isabel de Farnesio,  destituía a Ripperdá de su cargo de Secretario de Estado debido al estado de las finanzas del país, y a la presión de sus enemigos políticos. Entonces,  Ripperdá quiso utilizar sus cartas escondidas en la manga, El 30 de agosto de 1728, con ayuda de una doncella de la alcaidesa llamada Josefa Ramos que se había enamorado del exministro, se fugó y huyó a Portugal, para después marchar a Inglaterra, donde fue bien recibido por el rey y su corte. Sin embargo, Felipe V, temeroso de que Ripperdá pudiese cometer alguna indiscreción, ya que había poseído todos los secretos de Estado, forzó, tras mediar con la corte británica, su salida del país. Se trasladó entonces a los Países Bajos, pero Ripperdá ya había pasado  todos los secretos españoles y jacobitas al embajador británico en Madrid, William Stanhope, quien de inmediato remitió toda la inteligencia incluyendo el plan de invasión de Wharton al Duque de Newcastle en Londres.

 La Reina de España, por esa acción odió a Ripperdá,  quien destruyó la credibilidad de Wharton y su misión, y como vulgarmente se diría, Dios los cría y el diablo los junta, o más bien es el viento quien se encarga de amontonarlos, o de esparcir la suciedad. En la imagen siguiente, Juan Guillermo Ripperdá.



El 8 de mayo Wharton escribió sobre la situación imposible en que Ripperdá le había puesto , y desde los círculos jacobitas se consideraba la posibilidad de explotar la caída de Ripperdá con el propósito de separar a España del Imperio.  En ese momento crucial, Wharton estaba en amoríos con la hija de un emigrado irlandés, Maria Teresa O´Neill O´Beirne, hija del Coronel O´Beirne, oficial irlandés exiliado de un regimiento del ejército español-Hybernia. Pero cuando Wharton se convierte al catolicismo con el propósito de contraer matrimonio con ella, y es también en este momento, agobiado por la desesperación por intentar rehacer su reputación personal, y aprovechando las hostilidades surgidas entre España y el gobierno británico en Gibraltar el 21 de febrero de 1727, cuando tomó la decisión de unirse al asedio de Gibraltar.

Para darnos cuenta de qué tipo de personaje estamos tratando, baste una vez más recordar acontecimientos, y es que a los pocos meses después de recibir la noticia de la muerte de su esposa Martha, pasa formalmente a convertirse  al catolicismo, y en fecha desconocida, pero necesariamente antes del 26 de julio , contrajo nupcias con María Teresa O’Neill O’Brien, dama de honor de la Reina de España e hija del Coronel irlandés Henry O’Neill O’Brien, se cree que fue  concretamente en abril, apenas tres meses más tarde de la muerte de su primera esposa,  y se desplazan nuevamente a Roma para visitar al Pretendiente que, pese a recibirlos con amabilidad, no le encomendó ningún otro oficio, y posiblemente la razón fuera por haber perdido la confianza, a causa de sus excesos y su conducta generalizada, siendo aconsejable su salida de Roma. Es importante resaltar que el Duque de Wharton llevo siempre consigo su espíritu masónico y fue el primer y más principal divulgador de la Orden en Europa creando Logias en España, Francia y seguramente divulgando la Masonería en la misma Italia Papal. Es curiosa su conversión al catolicismo, de la que acabamos de hablar, ya que en una carta dirigida a una de sus hermanas, fechada en Madrid el 19 de junio de 1726 y publicada en “The European Magazine” en enero del año siguiente, mencionando a la iglesia de Inglaterra, le escribe “Nada jamás me incitará a abandonar aquella religión en la que fui educado”…sin embargo, apenas quince días después se convirtió al catolicismo.

 Wharton, entonces, para demostrar su respaldo a la causa jacobina, renunció al título de Duque, y se trasladó a Barcelona, donde se enteró de los preparativos del Gobierno para sitiar Gibraltar, y ocurre lo que ya se ha relatado,  se ofreció al mismo Rey de España expresándole su deseo de tomar las armas y participar de forma activa y voluntaria en la campaña contra Inglaterra, y el rey Felipe V,  aceptó. Todo un personaje digno de recordar. En la imagen, Philip, Primer, y último Duque de Wharton.


El propio asedio a Gibraltar llevado a cabo por las tropas españolas en aquel año de 1727, no pasó de ser, por cierto, una acción mal planteada y peor resuelta. El propio Felipe V se topó con el disenso de los militares más relevantes quienes, a fines de diciembre de 1726, al ser interrogados al respecto manifestaron sus reservas. Así el marqués de Villadarias, protagonista del fallido intento de reconquista durante la guerra de Sucesión, amparado en su propia experiencia aconsejaba «no exponerse a un vergonzosísimo desaire» , teniendo en cuenta la superioridad naval inglesa y la imposibilidad de rendir la plaza atacando por tierra, y aconsejaba mejor la recuperación de Mallorca . Similar argumentación manifestó el ingeniero general Jorge Próspero Verboom afirmando que el único plan susceptible de tener algún éxito consistía en desencadenar un ataque desde el sur y por mar.

 Una segunda reunión celebrada al poco permitió que don Cristóbal de Moscoso y Montemayor, conde de las Torres de Alcorrín y a la sazón virrey de Navarra , afirmara, de forma prudente para algunos, pero con un exceso de jactancia para otros, que se podía tomar Gibraltar en seis semanas. Era lo que deseaba escuchar Felipe V quien, contra toda prudencia e ignorando el sentir general de los expertos, ordenó el sitio de Gibraltar encomendando al mencionado conde de las Torres la dirección de las operaciones militares, y a él se presentó Philip Wharton, pero apenas destacó en nada en la propia acción, siendo únicamente herido ligeramente por un trozo de granada en un pie, fue autorizado a ir a Madrid, donde como recompensa, aunque pude llegarse a pensar que más bien como propaganda gratuita, recibió el nombramiento de Coronel agregado del Regimiento irlandés “Hibernia”, dirigido por el Marqués de Castelar, Baltasar Patiño y Rosales. A raíz de su participación en el sitio de Gibraltar, fue acusado de alta traición, expulsado de la Cámara de los Lores y deshonrado por la mencionada traición. Imagen de Gibraltar en la época.


Ésta, concretamente, es la época de la que ya hemos hablado, y como se ha podido ver,  en la que tuvo lugar la fundación de la primera logia masónica española, pero gracias a las diligencias no de Philip Wharton, quien únicamente fue requerido para dar un cierto sentido de legitimidad, si no por las gestiones de quien ya se ha nombrado anteriormente, Charles Labridge, conocido como Labely, aunque el propio Wharton se nombró asimismo segundo diputado, tal y como consta de forma literal en el acta que dice lo siguiente: “Y como tuvimos algún tiempo la oportunidad de la presencia de Su Gracia el duque de Wharton, le pedimos constituir una Logia en esta ciudad. El cual atendiendo a nuestros ruegos accedió y realizó. Después de que nuestra Logia estuvo formada aceptamos e hicimos masones a tres personas que luego citamos; y justamente después se resolvió por unanimidad comunicar nuestras actas a nuestro Gran Maestro y a los Grandes oficiales de Inglaterra, a todo lo cual Su Gracia se somete él mismo enteramente, habiendo actuado en esta ocasión como Segundo Diputado.”

Ya en 1728, el duque de Wharton, solicitó un permiso de ausencia indefinida del Regimiento Hibernia en el que estaba destinado, y escribió al Pretendiente a la corona de Inglaterra, haciéndole saber su intención de visitarle en Parma, y su deseo de instalarse en la Corte. Ya en Parma, donde viajó de forma inmediata, le fue notificada formalmente la negativa a establecerse en la corte del Pretendiente de la casa Jacobina, y los motivos podría estar justificados por su participación en Gibraltar, y el Pretendiente no quiso tener nada que ver con el duque de Wharton, con lo cual, abandonó Italia, para trasladarse a Lyon, donde se enteró de su acusación de alta traición. En este punto de su historia, Wharton volvió a dar muestras de su actitud camaleónica, y decidió pasarse a la causa hannoveriana, dando muestras de un cinismo total y absoluto, además de casi insultante, argumentando que desde la subida al trono de Jorge II, había rehusado tener nada que ver con el Pretendiente…cuando la verdad, es que había sido al contrario, era el Pretendiente quien se había deshecho de él, y hacía solo una pocas semanas que el propio Duque en persona, había asegurado a Jacobo su lealtad a la causa jacobina.

UN CAMINO FINAL Y EL EPÍLOGO PLAGADO DE ESPINAS

De alguna manera, Wharton se estaba viendo apartado por todos, y en una posición social entre dos fuegos, y quiso forzar todo lo posible su acercamiento negociado a la causa hannoveriana, como hemos podido ver, y desde París, donde se había trasladado,  pidió al embajador británico en Francia que intercediera ante el rey para, según cita textualmente, “Para que Su Majestad me conceda el honor de implorar su real perdón por mi pasada conducta”, expresándole su inalterable resolución de pasar el resto de sus días como convenía a un fiel súbdito que había recibido las mayores pruebas de la gran clemencia de Su Majestad y que estaba por lo tanto atado a su deber, tanto por gratitud, como por inclinación…curioso cambio de dirección en su pensamiento, además de tajante, y escéptica debió ser la reacción del Cónsul en Francia ante tal petición, recelando de la seguridad que podía darle una conducta más reposada y regular, teniendo en cuenta el gran número de contradicciones de su vida, tanto en lo religioso, como de lo personal,  como en lo político, durante casi todos los años de su vida.

A la espera de la decisión real, se trasladó a Rouen, la capital histórica de Normandía, teatro real de la mártir Juana de Arco,  condenada y quemada en la hoguera en 1431 en la Plaza del Viejo Mercado…posiblemente creyéndose a él mismo mártir de una sociedad que nunca había llegado a comprenderle, y sintiendo en sus carnes la caricia amarga de las llamas del suplicio de la propia incomprensión. Cavilaba, mientras paseaba despacio por las orillas del Sena, y escuchaba la música de los cien campanarios de la ciudad, tocando al unísono al ritmo acompasado de su propio corazón, que se iba acelerando por momentos, mientras Horacio Walpole, el eminente comisionado inglés, le decía en voz baja pero de forma directa, que se entregase sin condiciones a la misericordia real, y volviese a Inglaterra por el camino de la rendición…estas palabras, rompieron sus esperanzas, y su orgullo le subió repentinamente como un golpe de lava aprisionada en el interior de un volcán furioso, y dedicó una serie de ataques al propio embajador y al mismo rey en el Saturday´s Post, ocasionando que en el mes de abril de 1729, quedara proscrito para siempre, siendo confiscadas sus posesiones, y sin posibilidad de recibir ningún tipo de renta, con lo cual, su posición económica, ya precaria, empeoró, y abandonó la noble y bella, pero amarga ciudad de Rouen, desde cuya colina de Santa Catalina, lo observaba el diablo maldecir su suerte por haberle vendido su alma, triste, desdichado y carcomido hasta las entrañas por las insensibles deudas no ya sólo de la economía, si no de la vida misma, de la que había recibido un serio revés, y se dirigió cabizbajo y tambaleante hacia la Catedral de Rouan (Ruan), para sentirse más cerca del corazón del rey Ricardo I de Inglaterra y sentir al menos por un momento, la fuerza del Corazón de León sepultado en suelo extranjero. En la imagen siguiente, vista de la ciudad de Rouen, a orillas del Sena,  en la época.


Vendió sus caballos y su equipaje, para dirigirse a París, con la única luz que la esperanza nunca acaba de apagar, que es el sueño que gratuitamente otorga el anhelo, y con un pensamiento fijo en su mente…recurrir al Pretendiente jacobita, al que le hizo llegar una carta en la que le explicaba su penosa situación, la cual, argumentaba, había sido conducido por la suerte de haber elegido defender la causa jacobina, y le solicitaba protección y ayuda económica. Lo que no sabía Wharton, es que Jacobo ya conocía sus negociaciones con el embajador inglés en Paris, y  le respondió con réplicas a su conducta ambigua y poco fiable, y le animó a que en un futuro debía esforzarse en cambiar para que la nobleza de sus actos pudieran ser mejor aval que lo había sido hasta entonces…

A finales de mayo de 1729, cargado de deudas y agotada tanto la paciencia como los bolsillos de sus amigos, acompañado de su nueva esposa, salió de París sin mencionar desde luego sus intenciones a sus numerosos y obstinados acreedores, con algo de ropa interior, una camisa, una corbata y 500 libras que le habían socorrido, pero con tiempo suficiente para haber fundado la Gran Logia de Francia, siendo su primer Gran Maestre, en un vano intento, después de su fracaso, por obtener apoyo, amistades y medios para sobrevivir, dirigiéndose posteriormente a Orleans, y posteriormente a Nantes, desde donde se dirigieron a Bilbao él y la duquesa, y una vez en la ciudad de Bilbao, no tuvo más remedio que volver a su Regimiento de Hibernia que por aquel entonces se encontraba en Lérida, y allí se dirigió, dejando a su mujer a cargo de James Butler, estadista y militar irlandés,   segundo duque de Ormonde, y de inclinaciones jacobitas, a la que escoltó hasta la casa de su madre en Madrid. Ya no volvió a ver a su esposo, y al quedar viuda, se casó con Cristóbal Gregorio Portocarrero y Funes de Villalpando, conde de Montijo, y por aquel entonces, entre 1732 y 1735 ,  embajador de España en Londres.
En 1731 cayó enfermo de gravedad, y lo trasladaron al municipio de Espluga de Francolí, en la provincia de Tarragona, muy cerca del Monasterio de Poblet, y donde cuyas aguas minerales le asintieron una ligera mejoría que le permitió unirse de nuevo con su Regimiento en Tarragona, pero de pronto, tuvo de nuevo una fuerte recaída ocasionada por una gran debilidad y fiebre y fue recogido por los monjes de Poblet, donde el 31 de mayo de 1731, falleció a los treinta y dos años de edad.

JUICIO Y SENTENCIA

Existe un interés creado en suscitar  importantes dudas sobre si falleció de una enfermedad repentina o fue envenenado dada su alta posición como embajador en España, según dicen,  del Pretendiente Jacobo III ya que en el momento del evento se dirigía a la corte del mismo en su exilio de los Estados Vaticanos, transportando consigo, varios baúles con seguramente ayudas monetarias del Rey de España Felipe V, aliado de la causa jacobina…pues bien, no es menos cierto que en 1732, el Regimiento Hibernia en el que Wharton estaba destinado, no se dirigiría a los Estados Vaticanos, pero eso sería en 1732, no en 1731, cuando Wharton falleció, y además, no existe ningún tipo de prueba de que fuera todo el Regimiento, ni siquiera de que fuera elegido Wharton para el traslado. Es más, según consta en la Base de Datos de las Unidades Militares del Ministerio de Defensa, el historial del Regimiento Hibernia es el siguiente: Hasta su disolución, operará en los conflictos en los que se verá envuelta España, tales como: la contienda sucesoria (1702-1714), campañas de Italia (1718-19), sitio de Gibraltar (1727-28), Orán (1732, 1791), Argel (1748, 1775), Portugal (1762, 1800), Colonia de Sacramento (1777), Luisiana, Florida, Cuba, Jamaica y Santo Domingo (1780-83), Rosellón (1793-95) y Guerra de la Independencia.

Lo curioso de esto último, es que se argumenta que el Regimiento Hibernia embarcó hacia el Ducado de Parma, con motivo de la ayuda de los Borbones a Antonio Farnesio, pero a la muerte de éste de allí también marcha a Oran, y que su marcha fue aprovechada para llevar dinero o cierta ayuda pecuniaria de Felipe V, al pretendiente jacobita, y para este fin, se serviría de los servicios de Felipe Wharton…cuando realmente, a Wharton ya se le conocían sus escarceos con la causa hannoveriana, además de que el Pretendiente le había dado de lado en varias  ocasiones anteriores, además de que había sido puesto de manifiesto con anterioridad su relación con Ripperdá y el fruto de la misma había sido algo más que desastroso, motivando un conflicto serio, y la consiguiente pérdida de confianza…en fin, conocidos eran de sobra los argumentos y las iniciativas del duque, y sus inclinaciones hacia el dinero ajeno, para que el propio Felipe V le confiara o pensara tal siquiera imaginar un plan semejante, y además, con semejante individuo. Además de todo esto, es muy curioso que sus biógrafos, de forma muy interesada, ignoran su calidad de francmasón para fijarse más en en lo que fueron sus actividades políticas y aventureras, teniendo en cuenta que su importancia como Gran Maestre de la Logia de Inglaterra, fuera aparte los avatares y pormenores de su curioso nombramiento, no pasa de ser un matiz más anecdótico que de otra manera, pero es que además de todo esto, hay más…En la imagen, símbolo masónico.


Un lugar, Londres, una fecha,  principios del siglo XVIII. Una ciudad de calles abigarradas que vivía uno de los períodos más libertinos de la historia de Inglaterra; fue entonces cuando los londinenses se entregaron al hedonismo más absoluto, del que ya hemos hablado al principio,  y donde el alcohol era un compañero algo más que habitual, y donde las tabernas, se constituían en los centros culturales más concurridos de todo tipo de asociaciones y círculos intelectuales del momento, y como también hemos podido comprobar en este artículo, en una de esas tabernas, de nombre The Goose and Gridiron (El ganso y la parrilla)  nació la masonería moderna , como hemos podido ver al principio del artículo,  pero es que además, existía otra serie de tabernas, tan abundantes en el Londres de la época, donde acudían personajes y gentes con otro tipo de sentimientos filantrópicos y culturales.


Recordemos un nombre, Christopher Wren, ¿quién fue este hombre?… científico y arquitecto del siglo XVIII, famoso por sus trabajos de reconstrucción de las iglesias de Londres tras el gran incendio de 1666 , conocido por su diseño de la Catedral de San Pablo de Londres, una de las pocas catedrales de Inglaterra edificadas después de la época medieval y la única de estilo renacentista de todo el país, inspirándose en la Basílica de San Pedro de Roma para el diseño, y cuya imagen podemos ver en el presente artículo, pero además, fue el último Gran Maestre Mason de la vieja francmasonería operativa de Inglaterra, abandonando su cargo en 1702. En 1717, se fundaría la actual masonería especulativa en la nueva Gran Logia de Inglaterra, por uno presbiterianos. Pues bien, cuando Christopher Wren dimitía de su cargo al frente de las hermandades de constructores y los protestantes realizaban un prudente pero firme acercamiento a esas logias, en algunas tabernas, de esas que hemos nombrado antes, se reunían jóvenes pudientes, aburridos y con cierta inclinación libertina para buscar la forma de apagar el sopor del aburrimiento de una manera, algo especial… nos referimos a los "Hell Fire Clubs", Clubs del Fuego del Infierno, antes ya los hemos mencionado, con el escándalo del conocido como Hellfire Club, el Club del Fuego Infernal, y cuya finalidad, era la que ya se ha comentado también, y para hacer gala a su nombre, blasfemar era una obligación a la que se comprometían sus miembros; ateos algo más que impenitentes, imponían a sus miembros un brindis al diablo en noche de luna llena y en el interior de un cementerio, como rito de admisión. A partir de 1720, los Clubs del Fuego del Infierno experimentaron un crecimiento espectacular en un tiempo que la masonería seguía casi con sus mismos efectivos que en 1717, cuando se creó la Gran Logia Unida de Londres en la citada Taberna…en la imagen siguiente, Christopher Wren.







¿Quién era el personaje más importante e influyente en estos clubs, o tabernas especiales? Pues ni más ni menos que el joven Duque Philip de Wharton, un personaje, oportunista, provocador, alcohólico, libertino y, globalmente, depravado. Sus vaivenes políticos le llevaron a jurar fidelidad a Jacobo III en Avignon, cuando apenas tenía 18 años, aprovechando la ocasión para estafarle 2000 libras a la viuda de Jacobo II, cuando ésta residía en Saint Germain en Laye; la cantidad fue suficiente para convertirlo, en poco tiempo, en el mejor conocedor de los burdeles de París. Ya hemos podido ver también su actitud camaleónica tanto en lo político, como en lo religioso, pues absolutamente nada  le impidió, de regreso a Inglaterra, tomar partido por la causa contraria. Su comportamiento fue progresivamente más escandaloso, sin duda, trastornado por el alcoholismo que le pasaría factura en la segunda parte de su vida, y quizás, la causa de su muerte. Su conocido comportamiento, tampoco impidió que  se le admitiera en la masonería, a pesar de las exigencias del guión de admisión,  y como hemos podido conocer, tampoco tardó demasiado tiempo en crear problemas a la recién creada institución en la que logró escalar, muy pronto, hasta la cúpula, como hemos visto, y sabiendo todo esto, y recordando además su conversión al catolicismo que data de 1726, la fundación de la Logia Matritense de 1728 y su fallecimiento en 1731, hay que resaltar que en aquel entonces, no existía ninguna prohibición o impedimento formal para que los católicos fueran masones, ya que la primera condena pontificia tuvo lugar en 1738…Estos son los rasgos generales, con los que se debería enjuiciar, y no los intereses creados en mitificar o desestabilizar argumentos esenciales, cuya forma, la masonería especulativa, acostumbra mucho a hacer, pero hay más…

EL MISTERIO DE UNA TUMBA

Hasta el año 1952, su tumba se encontraba en la Capilla del Santo Sepulcro, delante del altar , a la derecha del atrio de la Iglesia de Poblet, aunque no delante de la puerta del corredor del palacio abacial, si no en la parte opuesta. Desde que se fundara el Monasterio, había estado bajo la protección y el patronazgo de los reyes de Aragón, pero al extinguirse la Casa Real de Aragón, dio comienzo la gran decadencia del Monasterio. Los diversos y drásticos cambios políticos del siglo XIX, las guerras civiles, incluidas las Carlistas, saqueos en los que se violaron las tumbas quemando los ropajes que encontraron dentro en busca de oro y piedras preciosas,   incendios y la desidia de las desamortizaciones eclesiásticas,  habían convertido el complejo en un lugar de ruinas olvidadas. En el año 1930 se creó el Patronato de Poblet para ayudar a recuperar las viejas piedras y obras de arte que aun quedaran. También se creó una Hermandad de Amigos del Monasterio. Con estas ayudas se pudo recuperar gran parte del edificio y en 1940 ya pudo afincarse en él un grupo de cuatro monjes cistercienses italianos.

La tumba de Wharton, tras su restauración, fue sacada de la Iglesia, pero años antes, en el verano de 1870, Ernesto Milá nos relata en un fantástico y excelente artículo el caso de tres jóvenes amigos de cuerpo y alma, que se encontraban en Espluga de Francolí con la única idea en mente de saltar el muro de la abandonada, destruida y saqueada Abadía de Poblet, en busca del pasado para reescribir el presente y, por ende, visionar un futuro que hablaba de la historia de una Renaixença grandiosa de Catalunya, escrita con pluma y letra que el ensueño evoca traspasando a conveniencia la línea que separa el mito de la realidad, en prestada presencia de la Epítome de la historia del monasterio que Fray Martín Marquina escribiera en dos tomos casi trescientos años atrás…estando en estas cavilaciones, recorrían las desmanteladas capillas que antaño fueran la última morada de reyes y señores de una época en la que la grandiosidad de la misma se plasmara en el relieve cincelado a mano experta en un lugar sacrosanto, cuyo fin era transformarse en sepulcro perenne de hombres cuyo nombre había dejado ya casi de importar, y cuyas losas tapizaban una tierra profanada de la que hablaban la poesías de una época en la que, el Romanticismo esplendoroso daba sus primeros pasos y comenzaba a caminar.



De repente, en uno de aquellos arrebatos que el espíritu juvenil dejaba paso a la torpe pisada de la indómita  juventud, un traspiés sin mala intención da de bruces con las tres miradas de Antonio Gaudí, Eduardo Toda y José Ribera, que sin duda nuestros amigos lectores reconocerán, tropezaron con una de aquellas tumbas adosada por entonces a la del Abad Juan de Guimerá, y en una de aquellas soflamas gaudianas escritas en el dorso de un manifiesto jacobita con la simplicidad y complejidad de una arquitectura catalanista cuyo origen se manifiesta en el obrador de la evolución de la técnica para lograr la universalidad de una idea…como escribiría después, la idea era restaurar Poblet, que se encontraba azotado por los vendavales que aventan las desparramadas cenizas de los hérores catalanes…pero olvidaron un pequeño detalle, y es que los héroes que allí se encontraban sepultados, no eran si no los reyes de la Corona de Aragón, desde Jaime I, hasta  Juan II, …pero infiltrados por la masonería catalana y del jacobismo masónico y republicano que otro de sus paisanos, también masón, también nacido en Reus y de nombre Juan Prim y Prats, había engendrado con lo que al final acabó siendo “La Gloriosa” revolución del 68…el catalanismo político comenzaba entonces a asomar la cabeza entre las nalgas parideras de su propia incomprensión, o quizás, de su propia esencia…el sectarismo identitario del racismo inspirado por el Centre Català, primer partido catalanista, inspirado también por Güell y por el francmasón Valentí Almirall y su obra Lo catalanisme (1886), y su teoría racial de la nación catalana,  que Pompeu Gener sería el primero en enunciar en su influyente libro Herejías (1887), y en el que dice que existe una raza catalana, de origen ario-gótico, superior al resto de pueblos peninsulares, de raíces semíticas, o aquellos primeros estudios etnográficos y raciológicos de Sampere i Miquel, J. M. Batista i Roca y especialmente Pompeu Gener, que impregnan todo el nacionalismo que apareció en el siglo XIX con  la conocida como Renaixença, cuyo virus ya se había engendrado con los relatos fantasiosos de Ramon Muntaner o el mito fabulista de Wilfredo el Velloso y la cuatribarrada, alimentados por lecturas manipuladas por Bofarull y Mascaró, que más bien dedicó su tiempo a tachar, rayar, eliminar y suprimir datos contenidos en el ‘Llibre de Repartiment’, que manipuló de forma que le sirviera a sus intereses romanticistas, expansionistas y colonialistas catalanas.

En estas soflamas estaban, cuando se encontraron con la tumba de un desconocido, Philip Wharton, y se conjuraron para dar a Poblet un nombre de símbolo, como símbolo de la masonería fuera el recuerdo del inquilino o morador de antaño de aquella tumba, que, curiosamente, años después, protagonizaría otro episodio conmovedor, y es que en 1952, Franco visitó Poblet y exigió al abad que retirase la tumba de Wharton del recinto cristiano. Como la tumba había sido profanada años antes y no había ningún cuerpo, el abad retiró la lápida y la colocó fuera de los muros del monasterio.



Existe otra historia, que relata que en años posteriores, en el transcurso de una visita con carácter histórico-arqueológico, en la cual, el Abad de Poblet, parece ser que reveló el testimonio de que las cenizas de Wharton, no se habían aventado, ni se había destruido su tumba, si no que se enterraron en un lugar secreto, en la huerta de la Comunidad, y, ciertamente se especula, de que  cabe sin embargo la posibilidad de que Franco fuese un simple instrumento manipulado por la masonería y que tomara aquella determinación con la mejor de las intenciones. Pero el hecho permanece como clara muestra de venganza masónica contra una altísima jerarquía de la secta que él mismo había abandonado…sea como fuere que sea, todavía hoy puede leerse la inscripción en una losa de un Caballero inglés, Duque de Wharton, quien incluso después de su muerte a conseguido protagonizar la aventura de su propia historia.

CONSIDERACIONES GENERALES

Se argumenta que el origen de la masonería está en la construcción del Templo de Salomón por Hiram de Tiro, supuesto primer masón. Aunque tal afirmación figura en el rito de iniciación de los tres primeros grados, existe general unanimidad en señalar el concreto origen histórico de la masonería: las Hermandades profesionales de constructores de Catedrales y otros templos de la Edad Media (desde el tallador de piedra al maestro albañil), establecidas al servicio del bienestar material y espiritual de sus miembros y que, a la vez, poseían una serie de secretos de orden técnico y de orden ritual o de iniciación.
Ya en el siglo XIII, estas Hermandades establecieron las primeras constituciones góticas al servicio de sus miembros. Se trataría del período antiguo u operativo. Dos textos de finales del siglo XIV y principios del XV se refieren a los orígenes míticos: “Regius” (que relata un supuesto viaje de Euclides a Egipto donde fundaría una escuela de geometría y construcción) y “Cooke” (la historia del arte de la construcción antes del Diluvio Universal). A principios del siglo XIV algunos maestros alemanes viajaron a Inglaterra a construir catedrales, pero los aprendices ingleses que trabajaban con ellos organizaron talleres propios y de este modo redactaron la primera ley masónica (La Constitución de York) y la Orden de la Fraternidad de los Libres Masones. Cien años más tarde se importó a las islas británicas el estilo renacentista italiano, por cuya causa los talleres masónicos, dedicados exclusivamente al gótico, estuvieron a punto de desintegrarse. Sin embargo, deseosos de conservar su organización, estos grupos admitieron gente rica e influyente bajo la denominación de hermanos patronos, por lo cual cambió el nombre a Fraternidad de los Masones Libres y los Aceptados.

El 24 de junio de 1717 se fusionaron las cuatro logias de la Fraternidad con la Sociedad de Alquimistas Rosacrucianos. Al conjunto se le llamó Gran Logia de Inglaterra y se adoptó el nombre de francmasonería (de “franç”, que quiere decir “libre”), y, en 1726, se abre la primera logia en París.

La primera constitución moderna reguladora de la masonería especulativa es la redactada por el pastor presbiteriano inglés James Anderson, quien elabora en 1723 “The Constitutions of the free-masons, y muy pronto salta de Inglaterra a América. Ya en 1813 se fusionan ambas logias, dando lugar a la Gran Logia Unida de Inglaterra, y, de manera que  se extiende por toda Europa y América, la masonería acoge con entusiasmo las corrientes del enciclopedismo del siglo XVII, del racionalismo y del liberalismo. La masonería se establece pronto en Francia, hacia 1721. De origen escocés y estuardista, se vio favorecida por el espíritu racionalista francés, adquiriendo un carácter deísta inspirado en el racionalismo naturalista. En España, por iniciativa inglesa, ya aparece en 1728, como hemos visto,  pero no será hasta la invasión napoleónica cuando se produzca la eclosión de la orden. Una vez irrumpe en la historia, su presencia, más o menos oculta, se hace notar con fuerza. El mayor número de masones se encuentra, actualmente, en Estados Unidos de América.






La primera logia fundada en España es “La Matritense”, como ya hemos visto anteriormente,  establecida para algunos por Lord Wharton, aunque ya funcionaba desde un año antes una logia en Gibraltar. Las primeras logias son de obediencia inglesa, manteniendo el carácter inicial, ingresando en ellas buena parte de la minoría ilustrada española de la época, aristocrática e intelectual. Con la invasión francesa se inicia la influencia de la masonería gala, que favoreció la implantación de numerosas logias en las que ingresaron muchos afrancesados, en contraste con las de obediencia inglesa, cuyos integrantes eran patriotas liberales contrarios a la ocupación francesa. Con los años, la masonería adquirió en España peculiaridades propias: carácter conspirador, extrema politización e implicación en muchos sucesos revolucionarios del siglo XIX, reducto de los militares liberales, anticlericalismo extremo. Algunos de sus hombres llegan al poder en el llamado “Trienio constitucional” (1820 – 1823). Se mezcla con otros fenómenos, como los de las sociedades secretas de los Comuneros y los carbonarios. 

En 1824 es prohibida. De 1854 a 1868 participa en medios políticos, militares e intelectuales. En 1868 adquiere nuevo protagonismo, con ocasión de la revolución producida ese mismo año. Con la Restauración es prohibida, de nuevo, en 1874. A raíz de la proclamación de la Segunda República española alcanza su mayor esplendor, al menos en su expresión política, pese a sus múltiples escisiones y obediencias. La relación de masones ilustres en este periodo de la historia de España es abultadísima. 

Como dato significativo recordaremos que de los 470 diputados de la Cortes Constituyentes de la República, 183 eran masones. Sin embargo el número total de masones en España no parece superara los 5.000 por entonces. Otro sector en el que existía un importante número de masones era el del ejército. Señalemos algunos nombres importantes de la política española de aquellos años, masones todos ellos: Diego Martínez Barrio, Alejandro Lerroux, Fernando de los Ríos, Casares Quiroga, Largo Caballero, Manuel Azaña, Marcelino Domingo, Nicolau d’Olwer, Abad Conde, Luis Jiménez de Asúa, Emiliano Iglesias, Ricardo Samper, Álvarez del Vayo, Pedro Rico, Belarmino Tomás, Luis Araquistáin, Llopis, Domingo Barnés, Portela Valladares, Prim, Mateo Sagasta, Ruiz Zorrilla, José Maldonado, Fernando Valera. Presentes, todo ellos, especialmente en el PSOE, Partido Radical, Partido Radical – Socialista, Acción Republicana, Esquerra Republicana de Cataluña y Federación Republicana Gallega…por cierto, ¿le suena a alguien el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero?, pues su abuelo, se hacía llamar Rousseau en su Lógia masónica.

La Masonería en España,  es prohibida, por última vez, con la consolidación del régimen surgido de la guerra civil, hasta su legalización a finales de los años 70. La masonería española actual retoma algunas de sus constantes históricas: la fragmentación y su escaso número en comparación al de otros países, pero no por ello, menos poderosa.

Ramon Viñals Soler, dirigente de la masonería y efímero diputado autonómico catalán por una coalición entre ERC y un partido cuyo nombre atendía a "Partit Socialdemòcrata de Catalunya". Después se presentó por el también minúsculo partido independentista "Estat Català", fundado por Francesc Macià. En 1983 se había presentado como candidato por el entonces agónico Centro Democrático y Social. Finalmente quiso ser eurodiputado por una denominada Coalición Socialdemócrata, así como antiguo candidato a cargos políticos por un buen número de partidos, además de "embajador de buena voluntad en Europa" del régimen sudanés del general Ahmad al-Bashir (el cual está procesado por crímenes de guerra y por crímenes contra la humanidad), y aspirante a dirigir la Gran Logia Española de la Masonería (¿independentista y candidato a dirigir la Gran Logia Española?), con sede, ¿cómo no?, en Barcelona…donde tuvo lugar la reinstauración de la Masonería ,de la mano de masones que retornaron del exilio. Por este motivo su sede central se halla ahora, por primera vez en su historia, en la citada ciudad.
Se me ocurren un sinfín de preguntas, …¿dónde se inició la masonería en Europa y con qué fin?, la respuesta es en Inglaterra, ¿el fin?, conocido es de sobra el procedimiento que los británicos emplearon para conquistar Hispanoamérica, que ya venía previsto concretamente desde 1711, año en el que ya se había publicado un Plan, y que siguiendo todos y cada uno de sus pasos al pie de la letra, se hizo efectivo su inicio en 1804 concluyendo en 1806 con la toma de Buenos Aires. Este procedimiento estratégico se basaba en cuatro puntos de fundamental importancia, que eran:
1.- Divide et impera.
2.- No comerciar, si no traficar
3.- Ejercer el poder, sin exhibirlo.
4.- Inducir a los enemigos de Inglaterra ha hacer lo que Inglaterra necesita que hagan para que se destruyan solos.

Un determinado Club muy elitista e importante en el mundo, acordó en su momento que se dividiera Canadá en una parte francófona y otra anglófona, y puede que allí alguien también tenga interés en desmembrar España. Yo me pregunto por qué algunos políticos anglosajones estuvieron apoyando tanto a Artur Mas, en su momento, y lo hacen ahora con otro President. Hay masones que afirman, según el último ensayo de Manuel Guerra Gómez titulado “Masonería, religión y política”,  que en una reunión que tuvieron con el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, este les hizo el toque o saludo secreto masónico y después les confesó que en el pasado se inició en la masonería.

FÁBULA

Cuenta la Historia que Dios creó a  Adán, el primer hombre con la Geometría impresa en su mente superior, y el mismo Adán, instruyó a sus hijos Caín y Seth, quienes aplicaron la noble ciencia al arte de la arquitectura que tenían por afición, y así la enseñaron a sus descendientes. Fue Caín quien construyera la hermosa y fuerte ciudad de Enoch, la primera ciudad del mundo, a la que pusiera ese nombre en honor de su primogénito, para que luego apareciera el padre Noé, un masón divinamente instruido, quien por mandato de Dios construyó el Arca, tan nutridamente cargada, según las reglas de la verdadera Geometría, a imagen de una hermosa pieza de arquitectura, ayudado por sus tres hijos, que cooperaron en el magno proyecto, para que sólo se salvaran del diluvio masones con sus mujeres, y como toda la siguiente humanidad descendió de ellos, prosperó la Arquitectura, porque al multiplicarse prolíferamente se dispersaron para poblar la Tierra, pero en la vasta y amena llanura de Senaar tuvo la Masonería segundo nacimiento, y es que la Logia General se llenó de gozo al ver que las gentes, con gran poder masónico, construían la Ciudad y las Torres, hasta que por vana ambición desbarató el Hacedor su proyecto, que no era otro que la Torre de Babel, cuya cúspide llegaría hasta el cielo, y así, perpetuar su nombre y no dispersarse por toda la tierra , desafiando los límites terrenales que ellos poseían, y fue entonces  cuando Jehová desciende para ver el trabajo de los hombres. Esto despertó su ira, viendo el orgullo de los hombres, y la insolencia que esto significaba. De ese modo, decidió confundir a los hombres sus lenguas, para que no pudieran entenderse.

Así los dispersó Jehovah de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por tanto, el nombre de dicha ciudad fue Babel, porque Jehovah confundió allí el lenguaje de los hombres, y desde allí los dispersó sobre la faz de toda la tierra. Pero aunque con las lenguas confundidas, siguieron hablando de modo que no olvidaron el aprendido Arte, ni el noble oficio de la masonería. Lo que no cuenta la historia, es que los hijos que no pudo tener Abel, el otro hermano de Caín, por ende, tampoco  tuvieron la oportunidad de construir y aprender la arquitectura y la geometría, siendo, como así fue Abel,  la víctima inocente de la envidia y la codicia del hermano que a la postre  fuera un padre masón, y cuyo acto silenciado en la historia, sea sinónimo del albor de la tristeza.

Aingeru Daóiz Velarde.-



BIBLIOGRAFÍA

Historia de las Sociedades Secretas, antiguas y modernas en España, y especialmente de la Franc-Masonería. Autor Vicente de la Fuente.
La Masonería. Autor, José Antonio Ferrer Benimelli.
La Masonería española en el siglo XVIII. Autor José Antonio Ferrer Benimelli.
La Masonería Gaditana. Desde sus orígenes hasta 1833. José María García León.
Masones y Libertadores. El amanecer de la República. Waldo L. Parra.
Fabián Onsari, “San Martín, la Logia Lautaro y la Francmasonería” 
Antonio ALCALÁ GALIANO, Memorías.
Masonería, Religión y Política. Manuel Guerra Gómez.
Masonería.    Jakim Boor.
Los masones.  Jasper Ridley
El joven Gaudí, la restauración de Poblet y la Masonería. Ernesto Milà - infokrisis