martes, 10 de septiembre de 2019

TRISTES PRESENTIMIENTOS DE LO QUE HA DE ACONTECER



TRISTES PRESENTIMIENTOS DE LO QUE HA DE ACONTECER






Francisco de Goya y Lucientes.

1814 - 1815. Aguafuerte, Bruñidor, Buril, Punta seca sobre papel avitelado, ahuesado, 178 x 220 mm.

Goya no publicó en vida su serie grabada de los Desastres, y por razones obvias, ya que nadie estaría dispuesto a adquirir, tras dolorosos años de guerra, una serie en la que desde la primera a la última estampa el lector es testigo de una ininterrumpida secuencia de calamidades a cuál más terrible, y decidió que se guardaran los cobres en una caja en la Quinta del Sordo y así quedaran hasta años después de su muerte, siendo publicados por primera vez en 1863 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque Goya no hizo en vida edición de la serie, conocemos un ejemplar completo encuadernado: el que regaló a su amigo Juan Agustín Ceán Bermúdez y que hoy se conserva en el Bristish Museum. 


Esta estampa da inicio a la serie, “Los desastres de la guerra”, de Goya, y es la primera de una serie de 82 que la componen. Napoleón pactó con el rey Carlos IV y Manuel Godoy el paso por España camino de Portugal, lo cual terminó en la invasión de los ejércitos franceses. Los ojos implorantes y las manos extendidas en una clara actitud de desesperación, y cuya mirada se dirige al cielo, los gestos de este personaje parecen pedir clemencia ante el presentimiento de los acontecimientos que va a crear la Guerra de la Independencia (1808-1814).


El fondo es caótico, oscuro, casi tenebroso y el simbolismo de la figura se encuentra muy cerca del espectador, para así crear más dramatismo. Fondo y figura se unen en una especie de torbellino sin sentido, donde prima la soledad y el miedo ante la tragedia que se avecina, que no es sino la muerte como resultado de la guerra. Goya da carácter a la escena como un emblema del miserable pueblo español abandonado por sus gobernantes ante la invasión francesa que en forma de seres monstruosos le amenaza en la oscuridad. Sólo los héroes, hoy casi olvidados por el nuevo abandono de la nueva política, secundaron el levantamiento de toda una nación, desde los eriales regados con sangre de la tierra que los acogería en su seno.

En la estampa, queda casi imperceptible a la mirada la disposición de un paisaje en la lejanía, y se advierte la presencia una claridad que deja espacio a la esperanza.

Aingeru Daóiz Velarde.-