domingo, 17 de abril de 2022

SALVADOR DALÍ, Y EL MISTERIO DEL ÁNGELUS DE MILLET

 

SALVADOR DALÍ, Y EL MISTERIO DEL ÁNGELUS DE MILLET

 

El Ángelus (1857-1859), óleo sobre lienzo, está considerada la obra maestra de Millet, más concretamente, Jean-François Millet, donde nos muestra una escena campestre protagonizada por dos campesinos, como en la mayoría de sus obras, orando y dando gracias a Dios por la cosecha obtenida con el sudor y el esfuerzo de muchos días. La pareja campesina realiza un alto en su labor para rezar al atardecer, probablemente después de escuchar el toque de campanas de la iglesia representada al fondo.

Las figuras inmóviles contrastan con el gran espacio vacío en el que se localizan. El hombre y la mujer agachan piadosamente las cabezas, agarrando él su sombrero y llevando ella sus manos al pecho. A sus pies contemplamos la cesta con los frutos y el apero de labor.

En un primer momento, Millet había pintado dentro de la cesta que está en el suelo a una criatura de pocos meses de nacida, pero que había fallecido, y a los dos personajes de pie como los compungidos padres que la miraban sin consuelo. Esta situación conmocionó mucho a los que la vieron por primera vez, y recibió críticas de censura, por lo que este pintor se decidió a retocarla quedando como la vemos hoy. Esto se mantuvo en secreto.

El autor buscará retratar a la gente humilde y campesina en un gesto de admiración por la gente pobre del mundo rural, seduciendo a los republicanos y exasperando a la burguesía por tratar esto como tema central en su obra.

La escena dos campesinos han interrumpido su trabajo en el campo para rezar el Ángelus (de ahí su nombre), la oración que recuerda el saludo del ángel a la Virgen María en la Anunciación. En medio de un llano desértico, los dos campesinos se recogen en su plegaria. Sus caras quedan en sombra, mientras que la luz destaca los gestos y las actitudes, consiguiendo expresar un profundo sentimiento de recogimiento.



Aquí, es cuando entra en escena Salvador Dalí. La vida de Dalí da para muchas grandes historias y hoy traemos aquí una realmente sorprendente que afectó a su vida y a sus creencias. Desde su infancia, el pintor español estuvo misteriosamente interesado en el cuadro Ángelus del francés Jean-François Millet.

Sentía una inexplicable atracción hacia él y durante su carrera le dedicó toda clase de reinterpretaciones, un ensayo titulado El mito trágico del Ángelus de Millet e incluso en su libro Confesiones inconfesables. Dalí afirmaba que el Ángelus se había convertido para él en la “obra pictórica más íntimamente turbadora, la más densa” ...Pero, ¿qué hay detrás de la obsesión de Dalí por este cuadro?

Se trata de una obra pictórica muy sencilla, un hombre y una mujer rezan, con la mirada agachada, el Ángelus, una oración que conmemora la anunciación hecha a María por el ángel Gabriel. Han dejado de lado su labor de plantar patatas y todas las herramientas utilizadas para esta tarea (el tenedor de patatas, la cesta, los sacos y la carretilla) están esparcidas a su alrededor. No parece tener más misterio que dos labradores deteniendo su labor diaria para dedicar unos minutos a una oración.

En 1865, Millet confesó su inspiración, y dijo lo siguiente:

“La idea de El Ángelus vino a mí porque recordé que mi abuela, al escuchar el timbre de la iglesia mientras estábamos trabajando en el campo, siempre nos obligaba a dejar de trabajar para decir la oración del Ángelus por los pobres que se fueron”.

Para Millet representaba, por tanto, un recuerdo de la infancia, lo que estaba detrás de la pintura. Un vínculo con su pasado y las tradiciones familiares campesinas más allá de glorificar este sentimiento religioso, ya que Millet ni era un creyente ferviente ni practicante. Según sus propias palabras, quería captar los ritmos inmutables de la vida campesina en una escena simple. Un breve descanso, un momento de respiro.

No se trató de un cuadro muy famoso ni valorado hasta que el Louvre intentó comprarlo en 1889. De hecho, a pesar de la belleza del trazo y la atmósfera magistralmente conseguida por Millet, lo que quizás haga que pase a la historia sea la obsesión de Salvador Dalí hacia él. En 1932 se convirtió en un icono mundialmente reconocible gracias a él.

Para encontrar los motivos de esta extraña historia que algunos consideran leyenda urbana y otra parte esencial de la biografía de Dalí, debemos remontarnos a su infancia. Como saben los seguidores del pintor catalán, a muy temprana edad descubrió un dato familiar que marcó su vida y su identidad. Dalí se enteró de que había tenido un hermano que murió muy pequeño a causa de una meningitis. Se llamaba también Salvador y sus padres le contaron que él, en realidad, era la reencarnación de su hermano. De esta manera nació la obsesión del pintor por la muerte de los bebés.

Dalí pasó por varias crisis de personalidad al pensar que él no era más que la copia de su hermano muerto. Todavía era un niño cuando vio por primera vez el cuadro en su escuela. Fue como un flechazo que le creó una profunda atracción. La pintura se convirtió en una obsesión a la que no podía dar explicación. Algo en el cuadro le fascinaba y obsesionaba irracionalmente. Ya de mayor y como artista consagrado, Dalí realizó varias reinterpretaciones del cuadro. En varias entrevistas de la época el pintor reconoció que ese cuadro le hacía sentir cosas que no podía definir, luces y sombras que le llevaban a ver más allá de lo que estaba pintado. El cuadro parecía querer decirle algo y Dalí no sabía identificar qué era, pero no se quedó ahí, y llegó a investigar hasta tal punto que descubrió algo que ya presentía al mirar este cuadro y que conectaba con su historia personal. Durante su estudio conoció a un descendiente del pintor francés que le confesó algo que la familia Millet llevaba en secreto durante generaciones: originalmente, donde aparece el cesto con patatas a los pies de los campesinos, no había un cesto con patatas, sino otra cosa pintada.

Esta confesión enloqueció a Dalí, que vio cómo todas sus premoniciones empezaban a tener sentido. Ese cuadro había sido modificado por el propio Millet una vez pintando, aunque aún no sabía el motivo que había llevado a cambiar su obra inicial. Dalí estaba tan obsesionado que necesitaba respuestas. Así que solicitó un análisis con rayos X, que confirmó la historia contada por el descendiente de Millet. Bajo la capa de pintura de la cesta se podía ver una mancha con forma de ataúd infantil.

Aquí, es cuando entra en escena Salvador Dalí. La vida de Dalí da para muchas grandes historias y hoy traemos aquí una realmente sorprendente que afectó a su vida y a sus creencias. Desde su infancia, el pintor español estuvo misteriosamente interesado en el cuadro Ángelus del francés Jean-François Millet.

Sentía una inexplicable atracción hacia él y durante su carrera le dedicó toda clase de reinterpretaciones, un ensayo titulado El mito trágico del Ángelus de Millet e incluso en su libro Confesiones inconfesables. Dalí afirmaba que el Ángelus se había convertido para él en la “obra pictórica más íntimamente turbadora, la más densa” ...Pero, ¿qué hay detrás de la obsesión de Dalí por este cuadro?

Se trata de una obra pictórica muy sencilla, un hombre y una mujer rezan, con la mirada agachada, el Ángelus, una oración que conmemora la anunciación hecha a María por el ángel Gabriel. Han dejado de lado su labor de plantar patatas y todas las herramientas utilizadas para esta tarea (el tenedor de patatas, la cesta, los sacos y la carretilla) están esparcidas a su alrededor. No parece tener más misterio que dos labradores deteniendo su labor diaria para dedicar unos minutos a una oración.

En 1865, Millet confesó su inspiración, y dijo lo siguiente:

“La idea de El Ángelus vino a mí porque recordé que mi abuela, al escuchar el timbre de la iglesia mientras estábamos trabajando en el campo, siempre nos obligaba a dejar de trabajar para decir la oración del Ángelus por los pobres que se fueron”.

Para Millet representaba, por tanto, un recuerdo de la infancia, lo que estaba detrás de la pintura. Un vínculo con su pasado y las tradiciones familiares campesinas más allá de glorificar este sentimiento religioso, ya que Millet ni era un creyente ferviente ni practicante. Según sus propias palabras, quería captar los ritmos inmutables de la vida campesina en una escena simple. Un breve descanso, un momento de respiro.

No se trató de un cuadro muy famoso ni valorado hasta que el Louvre intentó comprarlo en 1889. De hecho, a pesar de la belleza del trazo y la atmósfera magistralmente conseguida por Millet, lo que quizás haga que pase a la historia sea la obsesión de Salvador Dalí hacia él. En 1932 se convirtió en un icono mundialmente reconocible gracias a él.

Para encontrar los motivos de esta extraña historia que algunos consideran leyenda urbana y otra parte esencial de la biografía de Dalí, debemos remontarnos a su infancia. Como saben los seguidores del pintor catalán, a muy temprana edad descubrió un dato familiar que marcó su vida y su identidad. Dalí se enteró de que había tenido un hermano que murió muy pequeño a causa de una meningitis. Se llamaba también Salvador y sus padres le contaron que él, en realidad, era la reencarnación de su hermano. De esta manera nació la obsesión del pintor por la muerte de los bebés.

Dalí pasó por varias crisis de personalidad al pensar que él no era más que la copia de su hermano muerto. Todavía era un niño cuando vio por primera vez el cuadro en su escuela. Fue como un flechazo que le creó una profunda atracción. La pintura se convirtió en una obsesión a la que no podía dar explicación. Algo en el cuadro le fascinaba y obsesionaba irracionalmente. Ya de mayor y como artista consagrado, Dalí realizó varias reinterpretaciones del cuadro. En varias entrevistas de la época el pintor reconoció que ese cuadro le hacía sentir cosas que no podía definir, luces y sombras que le llevaban a ver más allá de lo que estaba pintado. El cuadro parecía querer decirle algo y Dalí no sabía identificar qué era, pero no se quedó ahí, y llegó a investigar hasta tal punto que descubrió algo que ya presentía al mirar este cuadro y que conectaba con su historia personal. Durante su estudio conoció a un descendiente del pintor francés que le confesó algo que la familia Millet llevaba en secreto durante generaciones: originalmente, donde aparece el cesto con patatas a los pies de los campesinos, no había un cesto con patatas, sino otra cosa pintada.

Esta confesión enloqueció a Dalí, que vio cómo todas sus premoniciones empezaban a tener sentido. Ese cuadro había sido modificado por el propio Millet una vez pintando, aunque aún no sabía el motivo que había llevado a cambiar su obra inicial. Dalí estaba tan obsesionado que necesitaba respuestas. Así que solicitó un análisis con rayos X, que confirmó la historia contada por el descendiente de Millet. Bajo la capa de pintura de la cesta se podía ver una mancha con forma de ataúd infantil.



Lo que el cuadro representaba realmente era una oración previa a un entierro no oficiado. En esta época, los niños que morían antes de ser bautizados no podían ser enterrados en los cementerios. La idea inicial de Millet al pintar El Ángelus era recrear la situación de dos padres enterrando a su hijo recién nacido. Una vez creado, el pintor francés decidió cambiar la obra para evitar las críticas de la burguesía clasista.

Estaban muy interesados en todo tipo de obras que representaran la tradición y el mundo rural ya que para ellos simbolizaban los valores de la tradición en contraposición de la postura reaccionaria del sector obrero. Pero este cuadro les incomodaba y hubiera supuesto un problema para Millet que la crítica hacia su persona se extendiera entre sus potenciales compradores. La cesta del hijo muerto fue en su origen una tumba, Millet la borró por indicación de un amigo a fin de rebajar el efecto melodramático. El hallazgo de una oscura forma geométrica y sepulcral en la radiografía es el hallazgo detectivesco de un signo moderno oculto en el cuadro clásico. La verificación del sentido morboso de un cuadro hasta entonces tan silencioso incluye al Ángelus entre las fantasmagorías de la modernidad.  Para Dalí la historia real de ese cuadro se desdibuja con la suya propia: el cuadro representaba la muerte de su hermano pequeño y el silencio de sus padres durante años. En la imagen siguiente, Atavismo del crepúsculo, Salvador Dalí.




Dalí convierte la campiña francesa en un lugar de muerte e infertilidad, porque anticipa la muerte de la figura masculina. Dalí anticipa en el tiempo la muerte del hijo fagocitado por la madre instantes después de la fecundación.  Dalí entiende el Ángelus como una prefiguración, como una anunciación y para ello emplea todos los mecanismos de distorsión narrativa específicos de la simultaneidad de los tiempos en la imagen estática, en la que Dalí anuncia la inminente escena sexual entre los campesinos prefigura la muerte del hijo por canibalismo. La semejanza entre la posición de asalto de la mantis religiosa y el ademán reflexivo de la campesina hacen proyectar a Dalí el ineluctable asesinato del macho tras la cópula, prefigurada a su vez simbólicamente en la forma de la carretilla. Todo un nudo de relaciones temporales agitado por el inconsciente. Los detalles biológicos los extrajo Dalí del libro Las costumbres de los insectos de J. H. Fabre donde se expone la condición prehistórica de la mantis y su relación inmediata con lo atávico y edénico. La obra de Max Ernst es otra excelente recopilación de fósiles e insectos en parajes minerales, concretamente La Europa después de la lluvia, 1945, muestra el mismo paraje de desolación orgánica que anuncia el crepúsculo del Ángelus. Tanto se obsesionó con esta obra, que llegó a realizar varias versiones de la misma, aquí vemos en la siguiente imagen otra, de 1934, del Ángelus de Dalí.




El artículo de Dalí sobre esta obra en concreto de su autoría, es también un interesante estudio de Millet como pintor erótico. La tradicional cursilería sentimental de Millet es interpretada aquí como una angustia existencial oculta. Del mismo modo, Freud descubrió en la tierna Virgen, el niño y Santa Ana de Leonardo la latencia de un pintor erótico de contenidos traumáticos en su psicoanálisis del arte, Un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci. Seguramente un recuerdo de infancia de Dalí, la presencia de su hermano muerto antes de nacer él, sería el trauma que retornaría eternamente a su conciencia cada vez que contemplase el milagro de la Encarnación. Esta lectura trágica de la sexualidad y la fecundidad solo se explica por el terror que al propio Dalí le producía el contacto sexual con su mujer, Gala.  En sus propias palabras, “es una época en la que viví bajo el terror del acto de amor, al que confería caracteres de animalidad, de violencia y ferocidad extremas, hasta el punto de sentirme completamente incapaz de realizarlo”. Esa época ahora es proyectada sobre la apacible escena campestre como un furioso combate sexual. La vida de Dalí fue una eterna confusión de su identidad por sustituir a su hermano primogénito. La impotencia del pintor, así como la aversión al sexo con Gala, con quien no tuvo descendencia, se proyectan sobre la campiña del Ángelus.  Dalí, a su vez, repitió convulsivamente este icono en muchas de sus composiciones, generalmente en aquellas donde citaba a Gala.

 Cuando Dalí confirmó la historia, su perturbación llegó al máximo y el tema fue motivo de diversas reinterpretaciones por parte del artista: pinturas, dibujos, bocetos y estudios en los que Salvador Dalí puso a prueba su método paranoico-crítico. En la siguiente imagen, Reminiscencia arqueológica del Ángelus de Millet. Salvador Dalí.





El cuadro le fascinaba y obsesionaba irracionalmente, lo veía en todas partes porque le recordaba la historia de su hermano muerto, lo veía en paisajes, en sus sueños emergía de su subconsciente, la escena aparecía una y otra vez latente y enigmática, hecho que él mismo calificó como «fenómeno delirante inicial».

Reminiscencia Arqueológica del Ángelus de Millet es una de estas reinterpretaciones. Según el método paranoico-crítico de Dalí, a través del delirio o la paranoia es posible llegar al conocimiento de lo irracional y que éste llegue al mundo de la realidad. La asociación de formas y objetos harían su materialización por ejemplo en la pintura en la que ésta asume el papel de imágenes dobles tal y como sucede en el mundo del inconsciente.

Con Reminiscencia Arqueológica del Ángelus de Millet, Dalí indaga, como en gran parte de su obra, sobre su propia experiencia personal, aunque el cuadro de Millet fue una obsesión para Dalí la mayor parte de su vida.

Dalí: Reminiscencia arqueológica del "Ángelus" de Millet (1935). De este modo, nos encontramos con que, básicamente, el miedo de Dalí a la "mantis religiosa", es decir, a ser destruido por la mujer en el acto sexual, no es más que miedo a la muerte, al sufrimiento ya la desaparición del propio yo, diluido además para gestar otra vida, es el miedo que se deduce de la confrontación Eros-Thánatos, y para Dalí, el hijo supone un elemento que incrementa la amenaza contra la integridad del yo, y se opone  a engendrarlos biológicamente y biográficamente; el genio de Dalí no será heredado, no habrá personalidad transmitida, ni en este caso, reproducida, ya que  es  el miedo narcisista a la destrucción del yo. Según explica Dalí: 'No tenemos hijos. Y no lo lamento. […] en el fondo, no deseo que haya seres que lleven mi nombre. Ningún deseo transmitir a Dalí. Quiero que todo termine conmigo. […]. Además, mi amor por Gala es mundo cerrado, pues mi mujer es el punto indispensable que cierra mi propia estructura. Gala, dice Dalí, ' es el único ser con el que deseo fundarme. Fundirse, que no procrear (recordemos que la libido narcisista no es una libido reproductora). Pero obsérvese que ya habla de su amor por Gala y del deseo de fundirse con ella; revelador avance para un sujeto narcisista como es Dalí. Por tanto, Dalí está experimentando un cambio: con la aparición de Gala, está logrando superar la visión de la mujer como mantis religiosa, como femme fatale devoradora y reproductora.

Hacia finales de la década de los veinte, tomando como punto de partida las teorías del psicoanalista francés Jacques Lacan, Salvador Dalí llega al descubrimiento del método paranoico-crítico, sistema de prospección al que el propio pintor definió como un «método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetivación crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones delirantes». Una de las variantes iconográficas del repertorio paranoico-crítico del pintor ampurdanés son los denominados caprichos o temas elegidos al azar. Uno de ellos es el L'Angélus (El Ángelus) de Millet, cuadro ejemplificador de la moralidad cristiana del siglo XIX, y por el que Dalí sentía una profunda admiración, o, como hemos podido ver a lo largo del artículo, una obsesión casi enfermiza.  En su proceso de interpretación de este motivo, Dalí lo dotará de connotaciones eróticas más o menos explícitas, como ocurre también con la mayoría del resto de su producción. Todo ello puede apreciarse en la versión de este tema. Esto, es lo que encierra la mayor parte de su obra, y de su propia personalidad. Ahora, es el lector quien juzga. En la siguiente imagen, Ángelus arquitectónico de Millet, por Salvador Dalí.

 


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