lunes, 18 de febrero de 2019

LA BATALLA DE MENDIZORROTZ, EL ÚLTIMO TRIUNFO CARLISTA.





LA BATALLA DE MENDIZORROTZ, EL ÚLTIMO TRIUNFO CARLISTA.

Podríamos definir al Carlismo, como una legión de legitimistas, tercos caballeros de un pasado turbulento y bullicioso, en el que don Carlos y sus herederos traspasaban el umbral de unas fronteras hostiles disfrazados de sombra, arrastrando en su historia la epopeya de una interminable batalla, vencidos sin resignación ni tregua y asidos a la tradición que los observa impasible desde un rincón de la historia, o como peregrinos obcecados en un ideal convertido en conspiración en el exilio, como caballeros Cruzados a la espera de una oportunidad en el tiempo para levantarse de nuevo en un perpetuo ensueño al grito desesperado en sus gargantas de Dios, Patria y Rey, y lo hacían ciegos en la locura de su razón, absortos en su sentimiento justo, para volver de nuevo a empuñar sus lanzas ante la confusa restauración de la infamia, regresando proscritos desde el resignado horizonte del olvido para combatir de nuevo a la usurpación, como mejor sabían hacerlo, levantando a los vientos la Cruz de Borgoña, agarrada con furia de las manos del alférez caído, para volver a hondearla en la vorágine atroz de un ataque a bayoneta calada, o montando al acecho en la ribera de un río, cuyo puente románico los observa en silencio detrás.





La batalla de Mendizorrotz constituyo el último triunfo del ejército de Don Carlos VII ; las alturas de Mendizorrotz se hallan situadas entre San Sebastián y Orio y forman parte de la cordillera de Igueldo, la que los carlistas tenían bastante fortificada. La línea que cercaba San Sebastián se extendía desde Arichulegui, en las estribaciones de la Peña de Aya (llamada también de las Tres Coronas), al monte Igueldo, pasando por Astigarraga, Urcabe y siguiendo por Lasarte y cauce del rio Oria. La liberal se extendía desde Irún a San Sebastián, pasando por Oyarzun, Hemani, Oriamendi, etc., y era aproximadamente la misma que en la anterior guerra civil dio lugar a la famosa batalla de Oriamendi. En la imagen, fuerte de Mendizorrotz.



 El General Domingo Moriones ordenó al Comandante General de San Sebastián, Morales de los Ríos, que embarcara parte de sus fuerzas y las desembarcara en Guetaria, con el fin de atacar la línea carlista por la retaguardia. Morales envió a Guetaria al Brigadier Marine, quien al frente de un par de batallones desembarco en el pequeño puerto  pesquero, patria del inmortal Elcano, y conquistó por sorpresa el alto de Garate, que estaba defendido por una o dos compañías de fuerzas de segunda línea.


Pocos días después el General Moriones en persona desembarcó en Guetaria con 10 batallones, con el propósito de flanquear la línea carlista e invadir Guipúzcoa por aquel lado, en combinación con la guarnición de la capital, que aun contaba con una docena de batallones a las órdenes de Morales. Este lanzó sus fuerzas contra la izquierda carlista, que mandaba el Brigadier de artillería Rodríguez Vera, quien tan solo contaba con los batallones 5° y 6º de Guipúzcoa y algunas piezas de artillería.

Enterado dicho jefe de la inminencia del ataque, pidió al Comandante general de Guipúzcoa, don Eusebio Rodríguez San Román, que le enviara rápidos refuerzos, y este destacó en el acto al 11 de Navarra en su apoyo. Los carlistas contaban en la cordillera de Igueldo con varios reductos, entre ellos los de Bordacho, Vidarte, Olayaundi y Mendizorrotz. Las fuerzas de Morales se lanzaron decididas, principalmente contra el reducto de Vidarte, que defendía el bravo Comandante Muguerza, quien cumplió admirablemente la orden recibida de entretener todo el tiempo posible a las fuerzas que avanzaban, replegándose a Celalayaundi con el mayor orden.

A la vez era atacado violentamente el fuerte de Bordacho, que fue defendido valerosamente por el oficial don León Trechu, al frente de 40 voluntarios. Los liberales llegaron hasta los fosos, que defendió Trechu con fuego de fusil y granadas de mano; y cuando aquellas y los cartuchos se terminaron, a pedradas y a tejazos. En lo más duro de la refriega vio llegar a dos compañías guipuzcoanas y a otras dos del 11 de Navarra, conducidas por el propio Brigadier que mandaba aquel sector y por el Coronel Dávila. Este refuerzo obligó a retirarse a los liberales, que dejaron varios muertos dentro de los fosos.

El combate continuaba con encarnizamiento en otros puntos de la izquierda de la línea, y para reforzarla llegaron en lo más crítico de la pelea dos compañías del 7° de Guipúzcoa, que mandó desde Andoain el Brigadier Aizpurua, y otras dos del 2º de la misma provincia.







También se luchó encarnizadamente en Bordacho, que los liberales ya lo creían totalmente dominado; pero se hallaban tan enardecidos los voluntarios carlistas que, aun después de haber puesto pie en los fosos del fortín sus contrarios, tuvieron fuerza y entusiasmo suficientes para aniquilarlos.

En esta última batalla se distinguieron extraordinariamente todas las unidades guipuzcoanas que en ella tomaron parte y el 11 de Navarra, y sufrieron los carlistas bajas dolorosísimas, como la del coronel don Cipriano Blanco, que mandaba el 5.Regimiento de Guipúzcoa, y el Teniente Coronel don Miguel Eguiazu, que mandaba el 11 de Navarra, los cuales realizaron actos de tal heroísmo que bastan para rodear de una eterna aureola el recuerdo de su vida.

 El parte oficial hace resaltar también la actitud heroica del capellán de artillería don Pedro Lasarte, del Comandante General de Marina don Federico Aurich, del Teniente Coronel de artillería Torres del Bordari, Esteban Tamborena, que cogiendo el fusil de un soldado enfermo se unió a las fuerzas del 5.° batallón de Guipúzcoa y corrió en socorro de los héroes de Bordacho, que se hallaban sitiados por fuerzas veinte veces superiores…En la imagen, avance carlista a bayoneta calada en batalla de Mendizorrotz, el el 29 de enero de 1876. Representa la carga a bayoneta durante la batalla y la muerte, por bala, del Coronel Blanco. Es una reproducción de un cuadro al óleo de Ricardo Balaca.


 


Moriones, que se hallaba a la retaguardia del lugar de la lucha en Zarauz y Guetaria, permaneció inactivo, cuando pudo muy bien haber atacado por aquel lado, cogiendo a las fuerzas de Rodríguez Vera entre dos fuegos.

Los batallones de Morales de los Ríos se retiraron vencidos  a San Sebastián. Cuando se piensa que unos cientos de hombres atacados de frente por varios millares y teniendo a la espalda más de doce batallones enemigos pudieron conseguir tan señalado triunfo, en vísperas del fracaso total de la guerra del Norte y cuando las divisiones vizcaína y alavesa habían casi desaparecido y la navarra se hallaba desorientada, es preciso inclinarse ante el heroísmo de las tropas guipuzcoanas y navarras que llevaron el peso de la batalla de Mendizorrotz y descubrirse ante quienes tan alto dejaron el honor de las armas en aquellos días de febrero de 1876.





Pero de nada sirvió este triunfo. Eran tan enormes las masas de tropas liberales que cayeron sobre el país vasco y Navarra, que aun sin luchar, por el propio peso de la masa, tenían que aplastar a los voluntarios de Don Carlos…Mendizorrotz, fue el último triunfo de las fuerzas carlistas , el espíritu de la Tradición, les hacía luchar de forma encendida en el fragor de la batalla, no temían a la muerte, y era de resaltar la terrible crudeza de sus cargas de infantería a bayoneta calada, y las lanzadas abiertas de caballería, ante el atroz estruendo de la fusilería sálica.





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