domingo, 17 de mayo de 2020

EL COCO

EL COCO
 
Duérmete mi niño, que viene el coco y se lleva a los niños que duermen poco. Duérmete niño, duérmete ya que viene el coco y te comerá. Así cantaban los padres españoles, desde hace siglos,    con voz melosa, la famosa nana para acunar a sus niños pequeños, hablando de un hombre malvado, que a veces se convertía en el hombre del saco, que vendría a llevárselos o a comérselos si no se dormían pronto. Cabría preguntarse el porqué de esa crueldad, y  qué clase de padre querría asustar a su pequeño con una amenaza hecha canción. La respuesta es bien sencilla: un padre cansado, agotado por el trabajo del día, con ganas de llevarse algo al estómago, y descansar para afrontar la mañana siguiente, cuando todavía no se contaba con la incondicional ayuda de los pequeños de la familia Telerín…


El miedo ha sido desde siempre un arma de control efectiva, incluso en el ámbito doméstico. Es también una herramienta de aprendizaje que cristaliza en personajes escalofriantes. El Coco enseña a los niños a dormir a su hora; el Hombre del saco, a volver a casa antes de que caiga la noche; y el Lobo feroz, a no fiarse de extraños. Los niños los temen, pero los adultos delegan en su persona (o personaje) una función pedagógica. Para eso han quedado los monstruos, no tanto para asustar como para enseñarnos valiosas lecciones vitales para educarnos y para controlarnos mejor…ya sé que algunos estarás pensando en siniestra, adaptando la oportunidad al panorama incierto de la política actual, pero no es hora de políticas, si no de artes, y de cocos.




En el centro de la estampa de Goya, nuestro universal pintor, de la colección “Los Caprichos”, aparece  ligeramente desplazado hacia la derecha, a un personaje completamente cubierto con una túnica que mira a una madre sentada que sujeta a sus dos hijos. Uno de ellos alza los brazos y parece querer huir despavorido, mientras que el otro se aferra a la figura materna buscando protección.


Goya ha empleado el aguatinta para el fondo y con aguafuerte ha realizado los pliegues de la túnica de la figura que amedrenta a los niños, así como a la madre con los pequeños, con la que parece dialogar.


En los manuscritos sobre el significado de Los Caprichos se hacen varias aclaraciones acerca del significado de esta estampa. En el del Museo Nacional de Prado se dice que esta obra "representa el abuso funesto de la primera educación. Hacer que un niño tenga más miedo al Coco que a su padre y obligarle a temer lo que no existe". En el manuscrito de Ayala se apunta que Goya ha representado cómo "las madres meten miedo a sus hijos con el Coco para hablar con sus amantes", mientras que en el de la Biblioteca Nacional se señala que "las madres tontas hacen medrosos a los niños figurando el Coco; y otras peores se valen de este artificio para estar con sus amantes a solas cuando no pueden apartar de si a sus hijos".


El coco era una figura que servía para reprender y amedrentar a los niños cuando no se comportaban adecuadamente. En una canción del siglo XVII en la que se alude a este personaje, de cuya morfología no tenemos noticias, decía lo siguiente: "Duerma y sosiegue/ que a la fe que venga el coco/ si no se duerme". El pintor aragonés, desde la perspectiva de un ilustrado, pone de manifiesto en esta imagen la importancia de la educación y la necesidad de que los niños crezcan alejados de la superstición y de los fantasmas.


A su vez, esta obra admite una segunda lectura que tendría que ver con los delincuentes que se aprovechaban de las supersticiones del pueblo para cometer sus fechorías entrando en las casas de noche, disfrazados de seres espectrales, entrando en el espíritu de aquellas familias compuestas generalmente por gente fácilmente crédula, donde el embuste triunfa con facilidad, salvo que algún accidente lo manifieste, como asó lo decía Fray Benito Feijóo allá por el siglo XV, y el mismo Miguel de Cervantes utilizó a este personaje en su epitafio de Don Quijote, cuando decía aquello de Yace aquí el hidalgo fuerte que a tanto extremo llegó de valiente, que se advierte que la muerte no triunfó de su vida con su muerte. Tuvo a todo el mundo en poco; fue el espantajo y el coco del mundo en tal coyuntura, que acreditó su ventura morir cuerdo y vivir loco…no confundirla con otro de Los Caprichos de Goya “Lo que puede un Sastre”, del que hablaremos en otra ocasión.
 


El Coco es el Espíritu de las Tinieblas, por las que tiende sus invisibles brazos, conteniendo las lágrimas del niño, y decía Unamuno que cuando desaparece bajo toda forma y todo nombre, aún queda su aliento, la sombra que le rodea, y desde el más recóndito hondón de la conciencia agita a ésta, y que  el cuarto oscuro es el infierno poblado por la fantasía con toda clase de cocos. En él el niño se tapa los ojos y se vuelve contra la pared para que el coco no le vea. Y ni aun así deja el niño de verle, es decir, ni aun así deja el Coco de ver al niño. Más claro le ve cuanto más oscuro está…Unamuno lo conocía bien, ¿quién no se ha dormido pronto, bajo la amenaza del coco?
 
 Antonio Machado afirma que ese ente surge de la oscuridad y es hijo del color negro, pero existe esa  costumbre tradicional de asustar a los niños mediante un personaje misterioso se extiende por toda España e Hispanoamérica y ciertamente el nombre del asustador varía según las regiones y las localidades, como por ejemplo “bobo”,  “camuña”, al “hombre del saco”, al “tío del sebo”, al “pobre”, al “médico”, a la “bruja coruja”, a la “pantaruja”  y a otros personajes variopintos que las nodrizas crean en un momento determinado… El “pobre” era el mendigo que antaño iba pidiendo de puerta en puerta cubierto de harapos, y causaba miedo en los más pequeños por su aspecto. El “médico” provocaba pavor cuando era el encargado de poner las inyecciones u otras prácticas dolorosas en las localidades rurales.

 El “hombre del saco” es muy popular en toda España y en Hispanoamérica, aunque recibe diferentes nombres: “home de sac” en Cataluña, “hombre de la bolsa” en Argentina, “viejo del costal” en México, “sacoman” en la zona del spanglish en EE.UU.
Una variante es la Mano Negra que se da en Asturias, Cádiz y en otras regiones españolas, también en Asturias se temía mucho al Papón. La Mano Negra en Andalucía era una organización clandestina que se dedicaba a distorsionar e incluso a asesinar, se decía, a los poderosos, en León era La Mora, que decía así:  Duérmete, niño chiquito,  Antes que venga la mora , Porque anda de casa en casa , Por saber qué niño llora, en las tierras vascas y el norte de Navarra era el Onentzero, un gigante de cara tiznada, ojos rojos y aspecto feroz, que se introducía en las casas por las chimeneas. ¿qué nombre, querido lector, tenía el coco en su tiempo, y quién no recuerda, aun siendo adulto, haber mirado debajo de la cama, o vigilar la puerta del armario, cerrando a cal y canto la de la habitación?...No olviden que El coco es imprevisible, y a veces, se disfraza con una siniestra coleta.
 
Aingeru Daóiz Velarde.- 


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