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miércoles, 28 de abril de 2021

FRANCESCA DA RIMINI Y PAOLO MALATESTA. LA TRAGEDIA DE UN IDILIO.

FRANCESCA DA RIMINI Y PAOLO MALATESTA. LA TRAGEDIA DE UN IDILIO.

La historia de Paolo Malatesta y Francesca da Rimini, contemporáneos del propio Dante fue real, y a diferencia de otros famosos idilios literarios acabados de forma malhadada como Romeo y Julieta de William Shakespeare, París y Helena de Troya en la Ilíada de Homero o Tristán e Isolda, incluida en el ciclo artúrico, la historia de Francesca y Paolo sucedió en Rimini, en la segunda mitad del siglo XIII, y del cual se tuvo conocimiento público en toda Italia, dada la jerarquía de los personajes, ya que Giovanni Malatesta, llamado también Gianne el cojo, o Gianciotto, debido a una malformación de nacimiento, era un Condottiero, una especie de Capitán de mercenarios al servicio de una de las ciudades Estado italiana, y ocupaba a su vez un cargo noble. 

Al parecer, no era un hombre demasiado agraciado ni física ni personalmente, y de un carácter enérgico, con fama de hombre sanguinario, autoritario y vengativo. Los Malatesta eran una poderosa dinastía que había creado poder y fama al apoyar anteriormente al Papa contra el Emperador en las guerras medievales de Italia, y Francesca fue una noble italiana, y cuentan las crónicas y los archivos que era la hija del "condottiero" Guido da Polenta, el jefe de la familia gobernante en Ravenna, y cuando todavía era una niña, se arregló su matrimonio por intereses políticos con Giovanni Malatesta que, junto con su hermano Paolo, había combatido para la familia Da Polenta en la guerra contra la familia rival Traversari por el control de la ciudad.


Al parecer, Francesca se había casado por mandato, una práctica muy común en aquella época, y Francesca se había enamorado de Paolo ya el día de su boda. Y más tarde, según ella misma le cuenta al poeta en su paso por el segundo círculo del infierno, allá donde se encuentran los adúlteros, cayó en brazos de su cuñado después de leer ambos "Lancelote", una novela caballeresca popular también en aquella época…



Leían y se miraban, se miraban ya casi sin leer, pues el color de la razón iba más allá del relato, justo en aquel rincón del corazón donde la palabra deja paso al silencio, y éste, a la mirada, una mirada ya apartada de la lectura, donde el roce de una mano con la otra, enciende la pasión reprimida casi sin quererlo, sin poderlo evitar, dando paso al desbocado sentimiento que desborda la pasión, y un estremecedor escalofrío recorrió sus cuerpos por primera vez, en un recóndito e intenso beso, donde la tristeza y la angustia se desvanecen en una neblina de ensueño y sensaciones donde las emociones despiertan la sensibilidad del amor. Un beso apasionado, casi desenfrenado, provocó un vuelco en sus corazones, acelerando el vuelo de esas mariposas en el interior, con el único sonido de fondo de un suspiro a la luz del atardecer…


Los encuentros velados se repitieron más veces, hasta que un día llegó la fatalidad, y yaciendo desnudos acompañados por los susurros que florecen después de la melodía inspirada por el sentimiento, son descubiertos por Giovanni, que de inmediato, y con su espada, de un solo golpe, los atraviesa en el lecho.


El acontecimiento fue tan escandaloso que Dante lo incluyó en su Divina Comedia, compuesta alrededor del año 1300, lo cual significa que, más de quince años después de la tragedia de Francesca y de Paolo, el tema todavía despertaba pasiones, y la historia de los dos desafortunados amantes, hecha inmortal por Dante en un famoso canto del infierno, es uno de los temas más explotados en la pintura del siglo XIX.









La pintura anterior, es obra de Ary Scheffer, un artista francés de origen holandés, quien realizó una docena versiones sobre los amantes, ya que al parecer atravesaba problemas económicos importantes, y este tema era bastante solicitado. La primera versión se encuentra en la Colección Wallace y es de 1835. La tercera es la versión que nos atañe, ubicada en el Museo del Louvre en París, y es la que de mayor tamaño se conoce, y ciertamente, no resulta fácil escapar del sentimiento y la culminación erótica que transmite, y no deja insensible al espectador, donde nos muestra a Francesca desnuda, embelesada, adosada al frente de Paolo, su amante. El artista representa la escena en un iluminado claro, situando casi en diagonal de la obra a ambos amantes llenándolos de luz, mientras que por el contrario, escondidos entre las sombras del cuadro, se encuentran Dante y la expresión de la razón, Virgilio, observando con atención la escena de amor carnal y pasión que se está llevando a cabo frente a ellos. La iluminación se centra mayormente en el rostro de Francesca que abraza a su amado y en la herida mortal de Paolo, más que la de Francesca, y lo representa de frente, con el rostro extasiado por el placer, y con la mano derecha, sostiene el codo de su amante, Francesca, y ambos, envueltos en un lino de color blanco que hace resaltar la escena, una escena en la que el sentimiento deja paso a la muerte y al castigo del infierno, arrastrados por la violenta tormenta de la oscura eternidad.

El nombre completo es Las sombras de Francesca da Rimini y de Paolo Malatesta apareciendo a Dante y Virgilio. (1840).
Ary Scheffer, Óleo sobre lienzo. Museo de Louvre, París, Francia.

Cabría, quizás, un comentario final que juzgue el fatal acontecimiento, ya que en la representación de la imagen, ambos, Dante y Virgilio, se encuentran a la pareja castigada por dejar que su pasión prevalezca sobre la razón…¿Cuál sería entonces la razón, si la pasión es silenciada por un acuerdo de interés político, dejando de lado el sentimiento que mueve a la Humanidad? La criatura humana, cuya frivolidad es propensa a juzgar, juzga por encima del sentimiento, y lo hace casi siempre sin tener en cuenta a la razón.



Aingeru Daóiz Velarde.-








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